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Paz y Ciencia

martes, 15 de julio de 2008

Meteoro

Navegando, continuamos el camino hacia el interior, la anábasis, esa expedición hacia el interior del discípulo de Sócrates, Jenofonte, en su relato de La Marcha de los Diez Mil. Y de viajes y exploraciones estamos en un momento previo a la fuga estival, una época de regresiones donde los comportamientos propios de épocas anteriores son buscadas para liberar ese Yo niño que comentaba Eric Berne en su particular visión del Modelo Estructural de Freud. Para este autor, fundador del Análisis Transaccional, un tipo de psicoterapia dinámica en el que se integran tres instancias en las funciones del yo, el yo niño (digamos, equivalente al Ello); el yo padre (el Superyo) y el yo adulto (el yo) tienen un interjuego dinámico que van actuando en función del contexto. Por tanto cuando una persona se dirige desvalida a otro a pedir socorro estaría comunicándose con su yo niño pero también puede ir creciendo en esa relación terapéutica hacia un yo adulto, en ese crecimiento va desarrollando nuevas funciones a su yo y se va dando un razonable crecimiento y la pertinente madurez emocional que apaga la tempestad de la psicopatología.

El tratamiento psicoterápico suele acompañar a cambios profundos en la vida y personalidad de la persona interesada en cambiar, nótese aquí que debe estar interesada, como acostumbra a suceder en muchos contextos en los que el consultante solicita ayuda libremente, esto hace falta anotarlo ya que adolescentes, niños y personas en prisiones no tienen esa libertad. Por tanto, si seguimos con Eric Berne, su yo, está comunicando desde el yo niño y por tanto está en situación de desvalimiento.

También es posible que durante un tratamiento psicoterápico intenso y profundo se de una cierta regresión como parte del proceso, véase los trabajos de Donald Woods Winnicott quien consideraba que la regresión formaba parte del proceso de la conducción de la cura. Margaret Little escribió su experiencia personal con este analista recientemente destapado. En estos momentos de regresión el terapeuta debe estar firme, dejándose “usar” y manteniéndose indemne ante lo que pueda pasar. No es este el espacio propicio para comentar esos entresijos pero en todo caso hay que guardar una actitud profesional insoslayable, siempre.

La trasferencia es el pilar del psicoanálisis, se trata de lo que se repite en la situación analítica, en el marco y en la persona del analista, entre el analista y el analizado. Dicha situación tiene vestigios de épocas y escenas remotas que tiñeron el fuero interno de la persona que pide ayuda y que, de alguna forma, han bloqueado sus recuerdos y su manera de vivir, entre otras razones que ocupan millones de páginas, ésta es una de las más hermosas explicaciones por las que este trabajo, es diferente y significativamente distinto de otro encuentro de salud mental. El “teatro privado” de la trasferencia consiste en aquella gramática de la fantasía del paciente que ha ido construyendo el lenguaje de sus sueños, de sus emociones, sus vínculos y sus pensamientos. A través de esa relación y el análisis delicado (destacar esta palabra aquí), puede servirse el paciente de la ayuda del terapeuta para poder salir, poco a poco de semejantes ataduras y poder vivir ese “nuevo comienzo”, tal y como gustaba decir a Michael Balint.

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