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Paz y Ciencia

miércoles, 17 de septiembre de 2008

La Fenomenología de Edmund Husserl


Edmund Husserl nació en Prossnitz (moravia) en 1859 en el seno de una familia judía. Estudió matemáticas en Viena y asistió a las clases de Franz Brentano. El contacto con el aristotélico Brentano, quien rescató la idea de intencionalidad, es decir que la conciencia es siempre conciencia de algo, y la lectura de Bernhard Bolzano, defensor de la objetividad de la verdad frente al kantismo, obraron en Husserl una auténtica conversión intelectual.
Como Descartes y Kant, la intención de Husserl fue proyectar una filosofía como ciencia rigurosa. Para tal fin había que superar tanto el kantismo como psicologismo. Es decir, por una parte la imposibilidad de llegar a la cosa en sí (al noúmeno, que según Kant estaba vedado al conocimiento) y, por otra, la confusión del pensamiento con la psicología, la reducción de la idea a su constitución psicológica.
El método fenomenológico se limita a describir fenómenos para descubrir intuitivamente la esencia que encierra su manifestación. La esencia es entendida por Husserl como una unidad objetiva de sentido de carácter lógico-ideal que se manifiesta a la conciencia.
La fenomenología, como método de descripción de esencias, supone reducir el objeto a su condición de ser-dado en la conciencia, atendiendo exclusivamente a su aparecer, con el fin de apropiarse de las cosas sin intermediarios. Para lograrlo hay que poner entre paréntesis todo lo que no pertenece a ese aparecer, todos los prejuicios: los elementos culturales administrados por la tradición, los caracteres individuales del objeto, incluso su misma existencia, y la carga afectiva que pueda mostrar el investigador.
Los fenómenos no son tomados tal y como se presentan, sino que hay que “purificarlos”, hay que “reducirlos” para que manifiesten la esencia que contienen. Este paso se llama epoché, que no tiene el sentido de una suspensión del juicio, como lo tenía para los antiguos escépticos, sino que significa “deconectar”, “suspender”, “reducir”, “dejar fuera”, ciertos aspectos del fenómeno (todos los prejuicios). Esta reducción presenta tres formas:
- Reducción fenomenológica: suspender todos los prejuicios, supuestos o creencias respecto a la situación tanto del fenómeno como del sujeto que analiza.
- Reducción eidética: con el fin de captar la esencia del fenómeno, hay que prescindir de todo lo individual y contingente que él presenta.
- Reducción trascendental: como resultado de poner entre paréntesis tanto al sujeto personal que conoce como a los actos del conocimiento, se llega a una conciencia pura o yo puro, al modo kantiano, diferente del yo empírico.

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