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Paz y Ciencia

jueves, 18 de diciembre de 2008

Lacan- James Joyce-Virginia Woolf: El Nombre del Padre

JAMES JOYCE y LACAN http://www.elsigma.com/

Talentoso, pecador, borracho, fanfarrón, fracasado y fanático anti–clerical. Así se describe a John Joyce, el padre de James Joyce, en la biografía que del escritor escribió Richard.
A John Joyce le gustaba destacar la ascendencia noble de su familia, cuyo escudo de armas llevaba el lema: "Mors aut honorabilis vita" ("Una vida honorable o la muerte").

Joyce tiene un síntoma que parte de que su padre era carente, radicalmente carente. He centrado la cosa en torno del nombre propio y he pensado -hagan lo que quieran con este pensamiento- que por querer hacerse un nombre Joyce compensó la carencia paterna
¿Qué encuentra Lacan en la escritura de Joyce? ¿Qué giro en su obra acompaña este encuentro?
Para la época de los seminarios XXII y XXIII, Lacan tiene encuentros “inspiradores”. Por un lado es invitado a intervenir en el Simposio Internacional James Joyce, en la Sorbona, por otra parte fue invitado a dar conferencias en los Estados Unidos, ocasión que aprovecha para entrevistarse con Roman Jakobson y Noam Chomsky.
Sufre cierta decepción tras su encuentro con Jakobson y Chomsky, en cambio brota en el un vertiginoso entusiasmo del nuevo acercamiento, de la mano de J. Aubert, a Joyce.
Conocemos la anécdota: “deux, dˆeux, dieu”. ¿Son estas confusiones fonéticas esenciales al lenguaje o accidentales? Por considerarlas esenciales Lacan queda del lado de los poetas y no de los científicos de la lengua.
Con razón entonces busca en un poeta lo que los lingüistas no le brindan: un mejor conocimiento de la lalengua.
El significante nos somete a la debilidad por la fragilidad del significante que remite siempre a otro significante, por lo que el sujeto esta “afectado” por el efecto del significante y su debilidad de sentido.
No es suficiente la primacía significante para ordenar los registros. Aun más, Lacan se encuentra con que nada indica dicho ordenamiento y en el anudamiento borromeo de tres se “desnuda” la falta de un orden porque los anillos resultan equivalentes.
El nudo borromeo mínimo es de tres anillos, pero para que haya tres tienen que ser cuatro, el mínimo entonces esta constituido por un nudo de cuatro, en la relación de uno con otros tres. Lo contrario, dice Lacan, es que cuando un sujeto anuda de a tres, lo imaginario, lo simbólico y lo real, no es soportado mas que por su continuidad, los tres son una sola y misma consistencia y en eso consiste tanto la psicosis paranoica como la personalidad.
Primera cuestión, ¿qué se introduce con los nudos? Lacan equipara los tres registros sin un orden de preeminencia en el anudamiento que constituye su estructura.
“Real, simbólico, imaginario, cada uno de estos tres términos tiene un sentido. Son tres sentidos diferentes. Pero que sean diferentes, ¿eso basta para que hagan tres? Y si son tan diferentes como yo lo digo, ¿eso no hace allí un obstáculo? ¿Dónde esta la común medida?”. [1]
La única manera de dar común medida a esos tres términos fue anudarlos en el nudo borromeo.
Ninguno es predeterminante, salvo en el anudamiento de los otros dos que sin ese primero, ahora tercero, no estaría anudados. O de otro modo, los registros no anudan de a dos. No hay dos sin tres.
“Este año he dicho RSI, ¿porque no 1, 2, 3,..?” [2] ¿Cómo saber cual es cual? Es preciso nombrarlos. Y esto tiene un doble efecto, por un lado la nominación es el cuarto necesario para nombrar Real, Simbólico e Imaginario, o sus nombres: Angustia, Síntoma e Inhibición. Por otra parte justamente este efecto de nominación desdobla los nudos en los tres registros y sus nombres.
Debilidad mental. Para nombrar los nudos siendo tres, debemos recurrir a algo externo. Para escribirlo necesitamos algo más. Con cuatro ya no es lo mismo. Allí el cuarto que nombra esta en oposición a la consistencia nombrada.
Debilidad mental, infinita metonimia del significante.
Segunda cuestión, ¿qué se introduce con Joyce, Joyce el synthoma?
El hombre de letras, el poeta de la lengua, quien inventa nombres (lo opuesto a Chomsky). Cómo vimos, el nudo borromeo mínimo es de tres redondeles de cuerda, pero ¿la serie puede ser infinita? Lacan se detuvo en 4, sabemos que diferencia su “cuarto” del cuarto de Freud, la realidad psíquica fundada en el complejo de Edipo que requiere un padre terrible exceptuado de la castración.
Las tríadas freudianas, las instancias del aparato psíquico, la tríada edipica, no están a la deriva por la consistencia de la “realidad psíquica” y la identificación al padre.
Este afincamiento del aparato en el padre mítico hace al análisis freudiano “interminable”, elemento cuarto fuera del sentido interpretable que sostiene el sentido de lo interpretable, el tabú del incesto y el temor a la castración.
Lacan se diferencia tanto en la concepción del fin de análisis como en la noción de la función del padre, que es un operador estructural como vemos en las formulas de la sexuacion, por lo mismo afirma que su cuarto no es el de Freud.
Y el seminario 23 toma su nombre de “el synthoma”, o también Joyce el synthoma. ¿Por qué Joyce? ¿Qué detuvo la metonímica adscripción de redondeles al nudo borromeo para que cuatro sean suficientes y necesarios, y por qué Joyce el synthoma da cuenta de esa nominación que concluye la serie?.
En la época que finaliza su seminario RSI Lacan es invitado a dar una conferencia en el Simposio Internacional James Joyce en la Sorbona. Ahí afirma: “...le doy a Joyce, al formular este titulo, Joyce el synthoma, nada menos que su nombre propio...”.
Más adelante, en la misma conferencia, especifica que no es solamente Joyce el synthoma, es Joyce en tanto que desabonado del inconsciente.
El inconsciente, retórica metafórica y metonímica emergente en sus producciones, como se dice, del inconsciente, entre las cuales tenemos los síntomas, que funcionan como metáforas, efecto de transacción entre el deseo y la represión, que se proponen a otro como enigma a ser descifrado. Pero con esta antigua grafía que Lacan rescata en synthoma, grafía que enlaza a la influencia del griego en la lengua francesa, el inconsciente se anuda, dice, con el synthoma en lo que hay de singular en cada sujeto.
¿Quién nombra a Joyce? Debería decir que en lo que a nosotros respecta fue Lacan, pero él afirma que Joyce mismo se hubiera reconocido en este nombre propio que Lacan le asigna: Joyce el synthoma.
El nombre propio no es tan propio ya que nos fue impuesto, y si el inconsciente es un saber hecho de palabras, estas también nos fueron impuestas. Lacan encuentra que Joyce nos recuerda la posibilidad de apropiarnos de ese destino que se presenta determinado por el Otro, Joyce se inventa un nombre al apropiárselo, nombre del que aun hablamos como el mismo Joyce predijo. Y se apropia de las palabras nombrando con ellas de una manera imposible en la que su literatura lleva el lenguaje al limite de lo enigmático y de la producción translinguistica. Su escritura, su manera de nombrar, los neologismos, su uso del lenguaje, no prescinden del Otro, pero no se validan en él.
Lacan reconoce en Joyce un goce propio de esto que denomina synthoma, goce opaco por excluir el sentido. Lo que asombra a Lacan en el final del texto escrito luego de aquella conferencia, es que Joyce lo consiguiera sin el recurso a la experiencia analítica, es decir que más que una posición cercana a la psicosis encuentra en Joyce, si se me permite cierto extremismo, una posición cercana a quien a pasado (¿concluido?) por un análisis. En este sentido el seminario 23 ¿podría servirnos como texto acerca del fin de análisis?.
¿Qué le enseño Joyce a Lacan?. Pregunta ambiciosa, pero verificamos que es pertinente por ese cambio en Lacan tras la conferencia sobre Joyce.
Le enseña algo acerca de la pluralización del nombre del padre (que prefiero escribir en minúscula por su deriva hacia el nombre común) que posibilitan, funcionando como cuarto termino, el anudamiento entre los registros y funcionando como cuarto en el anudamiento de los tres ordenes ocupa, cualquiera sea este, el lugar de S1.
Entonces “Joyce el Synthoma” es el nombre propio de Joyce. Sostengo que lo esencial no es que suple una falla en el nombre del padre, mas allá de lo que “normalmente” el nombre del padre falla (ya que no es sin falla), sino que es una de las formas de la pluralización del nombre del padre, fuera de toda caracterización psicopatologiíta (neurosis, psicosis o perversiones).
El cuarto termino es a la vez las tres nominaciones. En la ultima clase del seminario Lacan ubica la inconsistencia del nudo en el registro imaginario y es allí donde interviene el “ego” anudando. ¿Eso es especifico de anudamiento de Joyce, o es propio de la estructura?.
No psicótico. Tampoco un débil, en la línea de ininteligible que le atribuyeron algunos literatos y editores contemporáneos de sus primeros intentos de publicación. Los sin sentido, fuera de sentido, en sus textos, dan cuenta justamente de lo contrario, de no quedar prendido de la búsqueda metafórica de sentido que hace a la debilidad normal del hablante.
Y para Lacan, y también para nosotros, ¿por qué Joyce?. Porque si el nudo es una escritura también es “... lo que la escritura enuncia como, no una ayuda para el hombre” (el instrumento de Chomsky) “sino una ayuda contra él”. [3]
Función que resalta en un hombre de letras como Joyce quien con su escritura desabrocha sentido, paraliza el desenlace que anuncia y genera enigmas.
Porque para escribirse en sus consistencias el nudo es de cuatro redondeles y es de cuatro por la nominación. Lo muestra y demuestra en un nudo que tiene nombre: Joyce el Synthoma.



[1] Así comienza la 1° clase del seminario XXII.
[2] Clase del 13 de mayo de 1975 del seminario XXII.
[3] Segunda clase del seminario XXIII.

VIRGINIA WOOLF

1882-1941 http://www.rpinternet.com.ar/1999/11/nota05.htm
Una enfermedad ligada a la creatividad
Adeline Virginia Stephen, nació en Londres en 1882, hija del prominente crítico literario Leslie Stephen fue educada en casa por su propio padre.
En 1905, tras la muerte de su padre Virginia habitó junto a sus hermanos una casa en el barrio de Bloomsbury, la casa fue frecuentada por grupos de artistas y escritores que llegaron a conocerse como el «grupo de Bloomsbury». El escritor Leonard Woolf, con quien se casó en 1912, formaba también parte del grupo.
Entre sus primeras obras pueden citarse «Fin de viaje» (1915), «Noche y día» (1919), «El cuarto de Jacob» (1922), «Mrs. Dalloway» (1925).
Para la época en que escribió «Al Faro» (1927) comenzó a experimentar un tipo de escritura no linear, basada en la asociación libre.
Al promediar su obra literaria comenzaron las primeras manifestaciones de enfermedad mental, alternando períodos en que liberaba una increíble cantidad de energía creativa con períodos de depresión.
La creciente dificultad para escribir y los largos períodos de depresión influyeron en su producción literaria, para terminar una de sus últimas obras «The Years (1937)» demora más de tres años. Tras uno de los bombardeos a Londres durante la II Guerra Mundial su casa es destruida, por lo que se traslada a Rodmell. En la primavera de 1941 su salud empieza a deteriorarse seriamente. El 28 de marzo desaparece de su casa y el día 31 es encontrada ahogada.
Virginia provenía de una larga línea familiar de trastornos afectivos, tanto por su línea materna como paterna. Las características místicas de algunos de sus escritos y algunos signos poco típicos de su enfermedad alentaron las sospechas de que padecía esquizofrenia, sin embargo actualmente se considera que Virginia sufría de enfermedad Bipolar. Algunas citas de Medline presentan además una visión sobre la influencia de la relación entre la escritora y su padre como determinante de su psicopatología.
Para evaluar como participa la enfermedad mental en el proceso creativo, el doctor Andreasen de la Universidad de Iowa investigó las vidas de 30 prestigiosos escritores y 30 miembros del taller de literatura de la universidad de similares niveles intelectuales y clase social. También se estudiaron la incidencia de enfermedades mentales en los familiares.
Entre los hallazgos se destacó que los escritores famosos tenían mayor frecuencia de afecciones mentales, sobre todo desorden bipolar, paralelamente presentaron una prevalencia mayor de estos trastornos entre sus familiares lo que podría implicar alguna relación genética en los mismos. Los resultados detallados mostraron algunas cifras dramáticas, el 80% de los escritores famosos experimentaron, por lo menos una vez en sus vidas un trastorno mental y el 30% de ellos requirió atención médica por la seriedad de sus síntomas.
Arnold M. Ludwig ha efectuado una extensa revisión biográfica de 1.005 famosos del sigloXX, artistas, escritores y otros profesionales de éxito. En el trabajo detalla que los escritores presentaron frecuencias de psicosis, depresión, desórdenes afectivos, abuso de alcohol y drogas dos o tres veces más altas que otros profesionales de mundo de los negocios.
Otros famosos padecieron también enfermedad bipolar, entre ellos Edgar Allan Poe, Sylvia Plath, Vincent van Gogh, Cole Porter, Balzac, Hemingway, Isak Dinesen, Gustav Mahler, Haendel, Mary Shelley, Charly Parker, Lord Byron, Holderlin, Gauguin, Rosseti.
Virginia Woolf trató de explicar su decisión en dos cartas, una para su esposo Leonard, la otra para su hermana Vanessa. En ambas decía: «...Estoy segura de que, de nuevo, me vuelvo loca. Creo que no puedo superar otra de aquellas terribles temporadas. No voy a curarme en esta ocasión... estoy haciendo lo que me parece mejor... No puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo».
Como tantos otros Virginia había sucumbido a uno de los más antiguos sentimientos de la humanidad, el miedo a la locura.

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