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Paz y Ciencia

jueves, 8 de enero de 2009

El yo y los otros

Lo inconsciente es lo que no comunicamos ni a nosotros ni a otros. El yo y los otros. R.D. Laing

Pensando en Ronald D. Laing recuerdo que Winnicott, el incansable, le escribió una carta explicándole que había leído “El yo dividido” en 2 horas, disculpándose por hacer tal cosa.
El Yo dividido es el texto que dio pie a la corriente “Antipsiquiatría”, llamada así aunque suena subversivo debido a que postulan una atención cercana al psicoanálisis y el humanismo, “la fenomenología existencial” exactamente. Laing toma a Susan Isaacs, a Winnie, a Melanie Klein y se adentra en el mundo de la inferencia para percibir al otro. Ya que sólo podemos saber cómo es el otro a través de este proceso mental, cercano a la fantasía. Fantasía que explica en el prólogo se usa de una manera más “localizada” que en el sentido general y se disculpa, así mismo, de los lectores que se adentren en el texto desde otros lugares.
Laing hace un análisis exhaustivo sobre la fantasía, los síntomas, la psicosis, la familia y las instituciones, sin olvidar en absoluto la ideología. Trabajó en la clínica Tavistock de Londres. Es un libro interesante para personas que se interesan por disciplinas humanistas. Un tratado de valores que versa sobre lo humano y su enfermar psíquico. Tratando a las enfermedades, como diría Castilla del Pino, como predicados del sujeto, y entendiendo que el yo se forma en base a los otros. Las disciplinas de las que se nutre, como decía antes son fundamentalmente el psicoanálisis, del Middle Group de la SPB. Aconsejaría investigar qué es la salud mental considerando estos trabajos, ya que calaron hondo en la nueva psiquiatría y psicología. La psicología estaba nutrida por la neurofisiología de Luria y otras autoridades derivadas de Pavlov, así como psicólogos experimentales y test. Se empezó a ver al sujeto como un corolario de síntomas que se entiende por sus conductas. Laing llama la atención por su calidez y conocimiento profundo, también por su experiencia. Nos alarma sobre el empleo de lobotomía, cuestión que en el prólogo de “Escritos de Pediatría y Psicoanálisis”, Clare Britton, la segunda y definitiva esposa de Winnie ya nos señala. Se trata de la oposición “apasionada” a la lobotomía y el electroshock delineando razones éticas. También recomendable leer Ética y Psicoanálisis de Erich Fromm, ya puestos.
Pero en fin, Laing evolucionó su obra y dio origen a otros como Cooper en su texto “Antipsiquiatría” explica su experiencia en la Villa 21, donde las normas internas del hospital “psiquiátrico” fueron moduladas con una forma de autogestión y la revolución fue, esta vez, de las enfermeras, según explica Cooper. Recomendable, al hilo, Michael Foucault en “Vigilar y Castigar”, sobre el nacimiento de la prisión.
Laing nos pone abundantes ejemplos, podríamos hablar del paciente que está convencido de que padece una enfermedad física cuando no es de ese modo, Laing habla en “El yo y los otros” sobre esto en las primeras páginas, en concreto en la 24 del FCE, del año 1998. Dos páginas después dice lo siguiente:
“Si quiero llegar a conocer a una persona no es muy probable que lo logre si procedo como si estuviera estudiando nebulosas o ratas. Dicha persona no estará dispuesta a franqueárseme. De modo que estudie lo que sea, no lograré estudiarla a ella si no la conozco. Y si es una persona afecta a ocultarse, podemos tener la justificada seguridad de que no descubriré mucho de ella por el sólo escudriñamiento de su comportamiento…Lo que es imposible es sacar la base lógica de una ciencia de las personas de la lógica de las ciencias impersonales”.
Es interesante cómo se habla de la fantasía y del papel del otro como espejo de la propia identidad, así como el tener en cuenta los procesos de comunicación esbozados en el MRI de Palo Alto, con Gregory Bateson y Watzlawick como cabezas conspicuas.
Decía arriba sobre el paciente que se convence de que tiene una enfermedad física, proceso de desplazamiento, conversión e histeria, esto último dicho en la jerga de esa época. El párrafo es el siguiente:
“<> se usa con frecuencia para designar una realidad desligada de la experiencia, pero en la cual tiene ésta su origen. De esta manera es que Jack admite que Jill tiene sensaciones corporales peculiares, pero atribuye su origen a la <> de Jill. O sea, son psicógenas y Jill es <>. Si el cuerpo se clasifica, como lo hace Isaacs, como perteneciente a la <> -es decir, externa respecto de la mente- Jack recurrirá a la conversión para explicar cómo un acontecimiento en la mente de Jill lo experimenta ella no en su mente sino en su cuerpo, esto es, en la realidad externa o física”.
De este modo queda claro que la diagnosis viene de un vínculo entre Jack y Jill donde el concepto de realidad externa es distinto para ambos, uno de ellos, normalmente el psiquiatra o el psicólogo está en posesión del supuesto saber por lo que la otra persona pierde el sentido de la realidad, es “histérica”. La misma sociedad es la que elige a los psiquiatras-psicólogos y a los pacientes, y esta misma sociedad clasifica a través de los profesionales a los pacientes. El paciente es un psicótico y el psiquiatra tiene la razón. Y así seguimos. En definitiva, un libro para disfrutar y que sirve como acicate para pensar además de amueblar la ética de todos nosotros. Un saludo fervoroso.

El yo dividido y el Yo y los otros lo tienen en el Fondo de Cultura Económica.

2 comentarios:

Rosa dijo...

Amueblar la ética o renovar su mobiliario.
Me lo anoto, para cualquiera de las dos cosas vendrá bien.
Gracias.

simalme dijo...

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