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Paz y Ciencia

martes, 10 de marzo de 2009

Deprivación y Delincuencia_Caso


Cuando un individuo presenta una conducta antisocial cabe una primera reacción programada por lo filogenético, se trata de una repulsa natural. De cierto desprecio.
Sin embargo los profesionales de la salud mental tratamos a estas personas para que se “curen”. Se entiende desde la perspectiva médica-psicológica que tiene una enfermedad mental, al menos algunos de los que cometen delitos. Sobre esto un criminólogo tendría mucho que decir, Vicente Garrido es un buen psicólogo que se dedica a esos trabajos.
Winnicott plantea en “Deprivación y Delincuencia” que el acto antisocial significa esperanza. Mientras se comete el hurto o se descarrila un tren hay un intento subrepticio de conseguir un panorama más alentador. Winnicott coordinaba varios centros para niños con problemas antisociales durante los 40-50. Allí conoció a un a trabajadora social llamada Clare Britton, de quien se enamoró y publicaron conjuntamente algún artículo que se plasma en el libro arriba citado. Además Clare hace la introducción.
El antisocial es un producto de la psicoterapia muy valorado porque no es un paciente fercuentador, en realidad ninguna estructura narcisista lo es, a no ser de que estén descompensados/frustrados.
Creo que la persona con esos rasgos narcisistas y actos antisociales puede curarse, pero va a someter al espacio terapéutico (encuadre) a prueba. Midiendo y retando al terapeuta como paradigma de la sociedad. La sociedad ha robado algo a estos seres humanos, hablamos de los niños que atendía Winnicott, quienes habían perdido a sus padres. Ellos se toman la justicia por su mando robando a la sociedad lo que es suyo, es por eso por lo que Winnie considera que aun mantienen la esperanza. Otros pueden retraerse definitivamente y organizarse en una posición “esquizoide”, al decir de DWW.
Estas personas pueden no tener conciencia de hacer daño a otros, carecer de empatía, de capacidad para imaginar aun estando dotados de una correcta inteligencia. Se trata de personas que no han podido trazas el recorrido natural de maduración emocional natural, propia de todo individuo.
Estas ideas son psicodinámicas, caben otras explicaciones, por ejemplo las biologicistas, las genéticas, las sociales, las interpersonales. Complementarias, nunca excluyentes.
La realidad es que estas personas pueden tener necesidad de sentirse sostenidos, arropados, comprendidos y una vez en ese desarrollo de la confianza básica, entonces podremos dar espacio para las intervenciones vía interpretación o reestructuración cognitiva. Son personas con elevados índices de resistencia, de difícil manejo como gusta decir pero pueden resultar muy interesantes ya que el ir mostrando que el mundo externo puede no ser aquel que han vivido y que las personas que conviven con él son sólo una sombra de lo que en realidad son.
Recuerdo un caso de una persona que no entendía, y así lo constataron peritos y forenses variso, que sus actos podían hacer daño a otros, y lo que se ocurría pensar es que tenía que sentir vergüenza porque sus compañeros de prisión se reían de él.
No podía registrar que esos actos le llevaron a ser denunciados porque los efectos de tales actos para el Otro, no son los mismos que él deseaba que fuesen.
Por lo tanto, estamos hablando de síntomas antisociales, narcisismo y psicosis.
La psicosis en cuanto a la distorsión de la realidad, o acaso perversión por confundir su deseo con el del otro.
Estas personas necesitan ser entendidas y ayudadas, los factores sociales relacionados con la "anomia" de Durkheim que recuerda Millon tienen que ver con la desorganización normativa de nuestro sistema de valores. En el caso que recuerdo, el paciente careció de padre porque éste estuvo enfermo desde su infancia, su madre estuvo demasiado deprimida por lo que tuvo que hacerse “una educación a su medida”,"ir picando de aquí y allá" y de esa anomia la necesidad de “recordar” ese miedo al derrumbe y de “ser educado”. Pero esa educación no es intelectual, es intersubjetiva, relacional, porque como dice Otto Kernberg “la psicoterapia empieza donde termina la eficacia del sentido común”. Es por esa razón por la que estas personas (y otras) pueden beneficiarse de un tratamiento psicoterápico.

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