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Paz y Ciencia

sábado, 21 de marzo de 2009

Sobre la F20 y otras chicas del montón

Es fatigoso el hecho de observar como una persona es vista por el entorno y por él por extensión como enferma. A veces es ella misma quien expresa esa imagen de sí misma al exterior, el exterior también retroalimenta una imagen que llamaríamos objeto parcial.
Esto resulta ser francamente torpe, hortera, ruin, miserable y de una validez científica francamente débil e inútil por lo general ya que convierte a la persona en enferma, le retira de lo que le caracteriza como sujeto y lo pasa a entender desde el plano de salud/enfermedad. Como si hubiera mucha gente sana. Recuerdo a Jose Luis Marín, presidente de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicología Médica diciendo: “no existe persona sana sino insuficientemente estudiada”, creo recordar que se lo había oído a un compañero del hospital. Esto es cierto.
Sin embargo el pasar a entender a un sujeto como un F20 (código de la esquizofrenia) supone obviar que esa persona es hijo, padre, trabajador, artista, jugador de baloncesto, aficionado al teatro, marido, amigo, hermano, bailarín, orador…persona.
Existen unos 400 trastornos mentales, llamados trastornos mentales y no enfermedades porque no tienen una base biológica específica. Existen unas 15 familias de psicofármacos, lo que indica que no existen tampoco tratamientos farmacológicos específicos para los “trastornos”. Esto en la práctica significa que un borderline y un esquizofrénico paranoide tomen ambos antipsicóticos y antidepresivos. O que una persona con trastorno de personalidad histriónico tome lo mismo que un antisocial.
Los diagnósticos marcan de manera profunda, viene a ser como el rojo acero que señala a las ovejas en un rebaño, pese a su voluntad ellas son vistas y clasificadas como un número, por ejemplo F20.
A diferencia de las ovejas, los seres humanos piensen, sienten y se relacionan dentro de un tejido social con base en el lenguaje. Ese mismo lenguaje les quita el derecho a la libertad, coartándoles con medidas de control psico-social y farmacológico. Por si esto fuera poco también se comunica a la familia que esa persona tiene un F20, lo que es por lo general un alivio para los familiares ya que el problema pasa a ser externo y ellos ya no tienen nada que ver en lo que rodea al sujeto. A partir de ese momento, la mirada hacia ese paciente identificado, con F20 es diferente. La persona deja de ser Manolo para llamarse esquizofrénico, “ése es esquizofrénico”, no “ése es Manolo”. Se le desidentifica. Por si fuera poco la escisión que se da en la mente de la persona afectada.
Dicha persona catalogada de F20 empieza un recorrido íntimo, familiar, social y burocrático. Deja de tener nombre y apellidos para caracterizarse a través del título “honorífico” de F20: Esquizofrenia. Probablemente después de haber estado ingresado en un hospital donde le han medicado, le han atado a la cama y le han tratado como un ser humano parcial.
Sin hablar de la F20 necesariamente, porque el sufrimiento es universal y no pasa por códigos médicos, en una consulta podemos ver el funcionamiento defensivo de la sociedad para designar a una persona como enferma y que ella resuelva un problema que tal vez no le concierna sólo a ella. Estoy hablando del componente bio-psico-social. Y esto supone convocar al espacio analítico a lo social, cuento con que lo bio y lo psi está, por lo general presente, con distinto peso en función del modelo teórico-técnico del profesional.
Pues bien, una persona F20 tiene un nombre, apellidos y unas obligaciones con la sociedad, tiene que pagar unos bienes y servicios, soportar a los médicos y psicólogos y además a la gente que le mira como si hubiera llegado del espacio exterior. Los médicos más sensibles han convenido el llamar “persona con esquizofrenia” y no esquizofrénico a una persona. Pero esas personas tal vez no hayan pensado que ambas expresiones son lo mismo en esencia. Hace poco que Pinel y su tratamiento “moral” quitó las cadenas a los locos. Hace tiempo que Laing y Cooper cuestionaron el “establishment” pero sigue existiendo un afán, a mi parecer de índole narcisista, que tiende a descalificar a un individuo distinto y agredirlo. Los médicos y psicólogos no tienen mala fe nunca pero con esos manuales (DSM y CIE), el código implícito de trato a ese tipo de personas y las medidas judiciales y asistenciales dispensadas a estas personas se consigue que dichos afectados de problemas psíquicos se vean mellados en su identidad.
Estoy pensando en un caso, por lo demás común, aunque “algo” excepcional por su brillantez intelectual, tendrían que pasar un PANSS (cuestionario que mide síntomas psicóticos) en las aulas de filosofía y difundir esos resultados en la prensa. Ese caso trata de una persona cuya vida ahora gira en torno a la esquizofrenia. Piensa en la esquizofrenia, se vive como F20, promueve el contacto con F20s y difunde la perspectiva del F20. Su vida está deconstruida y vuelta a montar a raíz de su ruptura biográfica y la diagnosis. Pues bien, esto, que supone un gesto de quitarse el fantasma del diagnóstico y ayudar a otros para poder ayudarse también a sí mismo puede ser interpretado por algún pedante como ideas de grandeza, como síntomas psicóticos en definitiva.
Otro ejemplo, una persona era citada por su médico-psiquiatra junto con su mujer, a él le incomodaba acudir con su mujer para hablar de su área enferma solamente. Por hastío y algo de manía hacia el profesional decidió no acudir al encuentro y escribirle una carta que iba a presentar la esposa de éste. Esto que parece un desaire del paciente designado por antipatía hacia el señor es valorado como un síntoma esquizofrénico, esto es, desconfianza, rasgos paranoides. Es evidente que la mirada hacia una persona con el rubro de esquizofrenia se ve muy condicionada por aspectos sociales e históricos.
Cuando vean a una persona luchando por quitarse de encima un diagnóstico no piensen necesariamente que no tiene conciencia de enfermedad, lo cual es indicativo de trastorno mental, puede ser que no acepte ser etiquetado en un concepto inscrito en un imaginario maldito.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

toma nota

Psicoletra dijo...

Tomaré nota.