PEACE

PEACE
Paz y Ciencia

miércoles, 1 de abril de 2009

Amor y Pérdida

El amor es una herramienta binaria, aunque ver en códigos dicotómicos no suponga un alarde de inteligencia, claro.
Pero el amor puede llevar a contemplar el universo de una manera más amplia, hay quienes, como en todos los terrenos de la vida no creen en el amor, o lo tratan como una forma de enajenación, pero acaso puede ser un estado sostenido que hunda raíces en la tierra.
El amor es la forma más sublime de creatividad, es unirnos a otro, para construir una nueva entidad, inscribir en el espacio una nueva creación, ser distintos, aportar y recibir, supone transformar el infinito.
El amor disipa miedos, configura límites para nuestra identidad, límites que a veces se confunden en la membrana de otro.
El juego de la fusión de los límites depende de factores constitutivos, personales, de las narrativas, las biografías. Esto puede dar pie a tratar temas tan inmensamente deliciosos como el deseo, la necesidad y el anhelo, tres tiempos.
El amor puede ser compartir en un espacio intermedio, si ese espacio se ve desplazado al campo de juego de uno solo, entonces ese amor empieza a convertirse en otra cosa, ya no es un juego sin reglas (playing) si no un juego reglado (game) y tiene unos parámetros no compartidos sino impuestos. Por tanto ese tipo de amor es tóxico y crea dependencia.
El amor en coordenadas distintas se trata de una perversión del amor, son formas insanas de vincularse, basada en aspectos primarios, arrastrados por lo básico el otro deja de ser aceptado, respetado y reconocido para pasar a ser utilizado.
Cierto es que puede haber un sano uso pero la utilización es otra cosa, es estar en otra frecuencia de onda, en disímiles escenarios mentales, no hay eso que llaman “teoría de la mente”, leer los estados mentales del otro, tan común en los niños que empiezan a crecer emocionalmente, reconociendo la presencia de otro y pudiendo representar ese otro. Si no podemos representar el deseo, necesidades y anhelos de ese otro entramos en colusión, en la imposición y en enajenar el espacio vincular creando una unión basada en el egoísmo agotador, que destruye la creatividad, la saludable unión con el otro y el otro.
Después arriba la ruptura, la desunión, la desilusión y el duelo, acaso la melancolía y después la representación de la muerte.
Porque cuando muere la relación con otro “la sombra del objeto cae sobre el ego”, es decir, los objetos internos, lo idealizado se torna en penumbras y desgarra el mundo interno dejando una sensación de vacío, de carencia, de falta.

No hay comentarios: