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Paz y Ciencia

miércoles, 8 de abril de 2009

Fobia y Esquizoidía



La suerte del replegamiento es una maniobra defensiva en la que el narcisismo secundario maneja las catexias libidinales. Freud decía que la líbido se vuelve hacia el yo, no obstante si eso lo entendemos como amor, no es correcto porque el esquizoide no se ama. No es feliz quien está vuelto sobre sí mismo. A veces el medio ambiente puede facilitar lo que existe detrás de una fobia, un sistema de desconfianza, suspicacia y cinismo. Véase “El Lobo Estepario” de Herman Hesse, delicioso libro por cierto, sólo comparable con “Demian”, del mismo autor.
La fobia esconde detrás de síntomas neuróticos cierta paranoidia, decía que el medio ambiente puede ser efectivamente hostil, vigilante y amenazante, esto guarda relación con la estructura del pensamiento. El aislamiento produce un deterioro, por pérdida de contacto con la realidad y lleva a la ofuscación. Se da una dificultad para discernir la fantasía de la realidad y ahogarse en un mundo de tinieblas y fantasmas.
Entiendo que el contenido de la fantasía debe explicarse en relación al mundo externo ya que el conflicto en este caso se da con la realidad empírica. Cualquier elemento guarda un equivalente con el mundo interno, objetos internos introyectados persecutorios que se mantienen caldeando el psiquismo en función de los inputs de la realidad envolvente.
Las terapias de inspiración cognitivo-conductual invitan al sujeto a introducirse en la dialéctica de la exposición “con prevención de respuesta”, esto consiste en asistir a eventos, socializarse y relacionarse con otras personas, cuando el problema está en las relaciones de objetos. Pues bien, siempre me pareció poco sutil, sofisticada y profunda esta invitación porque es una manera de empezar la casa por el tejado que no contempla demasiado el mundo de abstracción y de ideas, en el que la persona esquizoide vive, esto es, siente, piensa y se relaciona consigo mismo y con los demás.
El someter a un régimen de conducta parece un poco descabellado sin una contención y sostén dados por una conexión psicoterápica que profundice en la dinámica del conflicto psíquico.
Las fobias son caballos de Troya de problemas estructurales, pero la cosmética de la psicología etológica de la Universidad no entiende que un incendio no se apaga por rociar con agua los árboles colindantes a nuestra propiedad. La intención es reparar y revertir la perspectiva. Por tanto mi interés por la psicología cognitivo-conductual (oficial en España y que pertenece a la Medicina Basada en la Evidencia) es amplio pero no hace justicia a la complejidad de un sujeto. Mi interés está en la persona que sufre no tanto como en los síntomas que tiene esa persona.
Pienso en una frase de Virginia Woolf que entraña dentro de su sencillez gran sabiduría: “las palabras están en nuestra mente, no en el diccionario”.

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