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Paz y Ciencia

domingo, 24 de enero de 2010

Crónicas del amor inocente: La reina mora y el príncipe hechizado

De nuestros pacientes aprendemos mucho. Sabemos, con humildad y honradez que lo menos que podemos hacer es lo que Winnicott hace en "Playing and Reality", esto es, "agradecer a sus pacientes, que pagaron por enseñarle". Todos ellos merecen un agradecimiento. Winnicott murió con 75 años aquejado de problemas cardíacos, con una gran experiencia y tras haber sembrado una nueva forma de entender la clínica e invitando a una praxis y una teoría que incluya al clínico como innovador, dentro de un serio y riguroso marco de trabajo o encuadre.

Winnicott amó mucho, era un ser bonachón, juguetón y con unas profundas convicciones que le apartaron del establishment, con la paradoja de ser presidente de la Sociedad Británica de Psicoanálisis.

Pero Winnicott no nos dice mucho sobre el amor, hay que leer a los gestálticos y transpersonales para saber un poco más que opinan otros del amor.
El amor lo es todo, habremos escuchado. Sin duda el amor es la líbido, es el vínculo, es la fuerza que une a un sujeto con el objeto amado, "objeto humano". El amor es aquello que cambia y transforma el universo, desde el poder de parejas que se aman, en los grupos ya suele haber un afán algo más exhibicionista y narcisista. En las parejas está el auténtico amor.
El amor es la fuente de inspiración de poetas, de místicos, de literatos, de psicólogos, de investigadores de biología, medicina y otras ciencias.
El amor está en todas partes, entiendo el amor como una fuente vital, esa Élan Vital, fuerza o impulso vital que promueve el crecimiento y maduración de los organismos. Es un concepto de Henri Bergson.
El amor une y enloquece temporariamente, esto es el enamoramiento inicial donde el otro es el centro del universo de la persona, esos "príncipes hechizados" por las "reinas moras" no conciben el mundo sin su pareja, de forma que hay un estado de dependencia relativa, de ligazón imborrable que une los deseos de uno con el de otro, conformando una fantasía común, allí es donde se teje la relación emocional. Esa fantasía común es la partitura donde se escribe el vinculo emocional. Es lo que Winnicott llamaba espacio transicional. Por eso, los que conocieron a su última pareja, Clare Winnicott decían que siempre estaban jugando.
El amor es algo muy serio porque puede hacernos subir al cielo o descender a los infiernos. Es fuente de vida pero también de dolor, los más desgarrados lamentos se hacen desde el amor.
Quien no puede amar no se siente vivo, no entiende a los otros, no es capaz de ponerse en su papel, carece de la virtud humana de la empatía que nos permite conocer la realidad humana y social desde dentro de ésta. Son observadores externos de la realidad humana pero no participan del amor, lo que les aliena y distancia con un sentimiento de extrañeza profundo.
El amor puede convertir un desastre en un placer o viceversa, un placer en un desastre. Pienso en la persona a la que se le quema la cocina y la sola relación de amor con su pareja y sus hijos le hace vivir como un cuento de Ferrándiz el día a día en la casa del hollín. Pienso en una mujer que amaba demasiado, sin amarse a sí misma y su pareja era algo más que un hombre, era una entidad divina salvadora de un pesar irreconocible.
El amor es la pintura de los sueños, Freud decía que los sueños son "realización de deseos". Es el amar el más universal deseo, políglota y omnipresente, reparador y peligroso.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Así que Ferrándiz y la casa del hollín?.
No puedo dejar de reirme a carcajadas. Gracias.

Anónimo dijo...

Desde la casa del hollín, además de darte las gracias por hacerme reir, quiero sumarme a lo profundo de tu escrito y a los que sienten el amor como lo más importante de la vida.