PEACE

PEACE
Paz y Ciencia

viernes, 15 de enero de 2010

Otra concepción del falso self winnicottiano



Winnicott

¿Cómo es posible perder la propia identidad? La traición, desconocida e inimaginable, emepieza con nuestra muerte psíquica secreta durante la infancia -si no hemos sido amados y nos han sido amputados nuestros deseos espontáneos-. (Piensa por un momento: ¿Qué queda?)
Pero espera: la víctima puede llegar incluso a "sobrevivir", en cuyo caso tenemos un doble crimen, en el que todo esto no se reduce a una simple muerte de la psique. Ésta puede ser descartada; el mismo yo, insignificante toma parte gradual e inconscientemente en el proceso. No se le ha aceptado por sí mismo, tal como es. ¡Oh! Ellos le quieren, pero desean, le coaccionan o esperan de él que sea distinto. Por lo tanto debe de ser inaceptable. El mismo niño aprende a creérselo y, al fin, lo da ya por supuesto. Ha renunciado de verdad a sí mismo. No importa ya que les obedezca, se aferre a ellos, se rebele o los rehuya; lo único que importa es su comportamiento, su actividad. Su centro de gravedad no está en él mismo, sino en "ellos" y este estado de cosas se ha hecho ya connatural. ¡Todo resulta plausible; todo ocurre de modo invisible, automático, anónimo!
Es una paradoja completa. Todo parece normal. No se ha intentado cometer ningún crimen. No hay cadáver, ningún sentimiento de culpabilidad. Todo lo que vemos es el sol que amanece y se oculta como siempre. Pero, ¿qué ha sucedido? El niño se ha visto rechazado, no sólo por los demás, sino también por sí mismo. (De hecho se encuentra sin identidad propia). ¿Qué ha perdido? Ha perdido precisamente la parte más auténtica y vital de sí mismo: su propia autoafirmación, que constituye su verdadera capacidad de desarrollo, su misma esencia. Pero no está muerto. La "vida" sigue y lo mismo debe hacer él. Desde el mismo instante en que renuncia a sí mismo, y en la misma medida en que lo hace, empieza inconscientemente a crear y mantener un pseudo-yo. Pero se trata de una pura conveniencia, no es más que un "yo" sin deseos. Éste será amado (o temido) donde él es despreciado, fuerte donde él es débil, hará lo que le pida ("¡No se trata de más caricaturas1") no por diversión o placer, sino para sobrevivir; no sólo porque quiere hacerlo, sino porque debe obedecer. Esta necesidad no es vida, no es su vida, es un mecanismo de defensa contra la muerte. Es también el instrumento mismo de la muerte. Desde ahora en adelante se verá desgarrado por necesidades compulsivas (inconscientes) o zarandeado por conflictos (inconscientes) hasta un estado de parálisis; entretanto, cada movimiento y cada instante van neutralizando su ser, reduciando su integridad y, durante todo este tiempo, ¡se esconde bajo el disfraz de una persona normal y se espera de él que se comporte como tal!
"En una palabra, he comprendido que nos convertimos en neuróticos persiguiendo o defendiendo un pseudo-yo, un sustitutivo del yo; y que somos neuróticos en la medida en que carecemos de un yo."

Pág. 82-83 Nota al Pie. Abraham Maslow: "El hombre autorrealizado". Kairós.



Maslow

No hay comentarios: