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Paz y Ciencia

sábado, 13 de marzo de 2010

Confusión de lenguas

Aunque los fantasmas azoten tu mente,
no hay persona que no tenga ese tipo de fantasías inconscientes
más el contacto con estas representaciones se torna obtusa y oscura a la mera observación.
Es el azote de la repetición lo que convierte tu estancia en el mundo en el recurrente encuentro con lo mismo, ese dolor que al despertar te recuerda el fastidio de estar vivo.
La lucha se torna desamparada, en un proceso de búsqueda te encuentras con aquellos que quieren ayudarte, preguntas, autorregistros, información sobre tu persona.
Pero quién se detiene a mirarte a los ojos y explorar los secretos de tus palabras, los misterios de tu corazón y la fuente inagotable de tu vibrar.
El escepticismo y el miedo se hacen fuertes en ti, eso repele toda exploración y algunos lo llaman "resistencias". Si hay algo doloroso por lo que la profesión de psicoanalista es denostada es porque cuestiona el estado de tu forma de vida y tu forma de instalarte en el mundo desde tu biografía y el abrigo de la familia.
Eso genera tensiones, resulta molesto y se prefieren en ocasiones tener visitas congeladas de afecto, dirigidas por un supuesto saber que orienta tu vida a base de consejos, pautas y regulando tu vida con señalizaciones en el camino.
Tú, perdido encuentras un alivio en esa hoja de ruta.
Sólo que en esa errancia tutelada estás adaptándote al mundo externo, pareciendo ser una persona normal sin la posibilidad de conocerte y quererte.
Alguien decía a un paciente que se tenía que repetir: "Yo me quiero". Esta especie de mantras son divinos para acompañar de un ruego a Dios. Cada día que pasa, cuando voy en coche o en autobús paso por la Basílica de la Virgen del Pilar, allí muchos le piden o dan gracias a Dios.
Una psicoterapia psicoanalítica busca que seas autónomo y libre aunque durante ese recorrido, puedas llegar incluso a tener una dependencia relativa del analista, quien te acompaña pero no te dirige, quien te abraza pero no te constriñe, quien te señala pero no te presiona, el que te hace mirar el miedo a los ojos, con el que juntos hacéis un camino de baldosas amarillas, dicho así por la superficie intersubjetiva de la fantasía compartida. Esto produce desconcierto a quienes no caminan por esta clínica, a quienes no conocen la técnica, a quienes acomodados en sus preguntas ad hoc de manuales te dirigen y te etiquetan en beneficio de la ciencia. Tú eres una persona, un sujeto singular, un sujeto deseante y pensante y el psicoanálisis trata de rescatar tu mismidad de ese desaguisado tecnocrático que diluye tu ser entre síntomas y síndromes. Tu vida, tu fuero interno, tu mundo o tu microcosmos es más amplio y abarca más que meros consensos para reducir la profesión "psi" a especulaciones estandarizadas y consensuadas. Nadie te preguntó cuando se construyeron esos test, esos manuales diagnósticos y nadie te dijo que tendrías ese caminar por los senderos de la profesión con ese tono barroco, alambicados vericuetos de diversas confusiones de lenguas.
El propósito es rescatar la esencia de tu ser en su base de potencialidades y fomentar esas virtudes pero no de forma mecánica tal y como el fisioterapeuta te quita un dolor en el abductor si no a través de una relación emocional que requiere implicación, constancia y perseverancia.

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