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Paz y Ciencia

domingo, 14 de marzo de 2010

Jugando

Qué dicha resulta mirar y sentirse reflejado en el umbral de la vida, justo en el borde del abismo, columpiado por las emociones que balancean los siniestros encuentros con aquel que mira y calla. Es atención flotante, es abstinencia, creo que son horteradas que distraen del conjunto que se crea entre dos, el sueño vive entre ambos. Coronamos una biografía con una experiencia emocional que reconstruye, a veces un silencio, otras la intervención vía interpretación, que como decía Winnicott (con doble t, tal y como señaló a Lacan), son para que el paciente sepa los límites de su saber, no para establecer una idea dogmática que se debe atesorar como propia. Esa suerte de alienación vía interpretación es el producto de una desconexión con el mundo que estamos transitando. El efecto de la mirada reposada en la mirada del terapeuta es distinta a esa soledad del diván, existe esa persona que requiere, necesita y pide unos ojos donde sostenerse, ojos que reflejan la mirada del otro, ojos que como espejo constituyen la formación del Yo (je) del paciente. Ojos que, como diría el señor de la doble t, el bebé se sostiene a través de la mirada de la madre. Así que en una suerte de madre sin agujeros, la relación emocional prosigue en unas coordenadas tridimensionales donde entra el espacio y después el tiempo. Ese es el holding winnicottiano, tan estudiado, comentado y citado. Se trata de una nueva forma de entender la clínica. Con el mérito de un juego, sin reglas, sin solemnidad, solo a través de la experiencia del jugar estamos transitando un lugar ignoto que poco a poco se va descubriendo, como decía Joseph Conrad "El autor sólo escribe la mitad del libro. De la otra mitad debe ocuparse el lector". En otro orden y rigor, también con la seriedad y el juego que nos propone un texto, el encuentro es una suerte de descubrimiento, de renacimiento en algunos casos, de despertar, es una experiencia liberadora donde el analista pone su presencia, su silencio y su palabra. Un juego compartido donde la magia está lejos pues lo humano es mágico sin magia, es el potencial flamante del paciente quien con la textura que se le propone podrá jugar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una de las cosas más impresionantes que un día me sucedió en la psicoterapia fue verme reflejada en tus ojos, sostener tu mirada hasta el punto de sentir y ver cuánta tristeza anidaba en mi persona, darme cuenta de los cambios que se producían en mi rostro al contemplarme. No eran tus ojos serenos los que veía, era yo y mis tormentas.
No te lo comenté, supe que lo habías percibido.