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Paz y Ciencia

viernes, 28 de mayo de 2010

La parte “aparentemente normal” y la parte “emocional” de la personalidad

La parte “aparentemente normal” y la parte “emocional” de la personalidad

Con objeto de definir estas partes disociativas prototípicas de la personalidad, comenzaremos por la importante labor de un psicólogo y psiquiatra británico de los tiempos de la Primera Guerra Mundial, Charles Samuel Myers. Myers describe una forma elemental de disociación estructural en los soldados combatientes en la contienda mundial que habían desarrollado un trauma agudo (las llamadas “Neurosis de guerra”). Dicha disociación incluye la coexistencia y la alternancia de las llamadas personalidad aparentemente normal (PAN) y la llamada personalidad emocional (PE). En calidad de PAN, las víctimas de experiencias traumáticas están fijadas a tratar de seguir adelante con su vida normal y, por tanto, dirigidas por los sistemas de acción asociados a la vida cotidiana (e.g., exploración, cuidados, apego), al tiempo que evitando los recuerdos traumáticos. En calidad de PE, las víctimas estás fijadas al sistema (e.g., defensa, sexualidad) o subsistemas (e.g., hipervigilancia, huida, lucha) de acción que se activaron en el momento de la traumatización.
La PAN y la PE son indebidamente rígidas y cerradas la una respecto de la otra, porque están constreñidas en cierta medida por los sistemas específicos de acción por los que están mediatizadas y por el nivel de tendencias de acción al que pueden acceder. Es decir, las víctimas traumatizadas en calidad de PAN y PE manifiestan sus propias pautas relativamente inflexibles de tendencias de acción, algunas de las cuales cuanto menos serían desadaptativas.
Myers no pretendía insinuar que las emociones fueran sentidas únicamente por la PE. Más bien enfatizaba la naturaleza abrumadora o violenta de las emociones traumáticas de la EP por contraste con la PAN. Las emociones violentas difieren de las emociones intensas en que no son adaptativas, abruman a la persona y exteriorizarlas no es útil.
De hecho, cuanto más se exteriorizan, más trastornada y desbordada queda la persona. Por ejemplo, esto suele verse habitualmente en los pacientes “límites” que manifiestan rabia: cuanto más la exteriorizan, más se descontrolan.
La disociación estructural también puede ir acompañada de determinadas emociones o creencias cuya relación con un determinado sistema de acción o constelación de sistemas de acción puede ser menos evidente. Por ejemplo, una parte de la personalidad puede contener acciones mentales tales como tristeza, culpa, desesperación o vergüenza, en tanto que estas emociones pueden resultarles intolerables a otras partes. Ahora bien, tales emociones están muy probablemente conectadas a sistemas de acción que contribuyen a regular nuestros vínculos y nuestras posiciones sociales. Como señala Gilbert (2002), las personas pueden avergonzarse de determinadas acciones si temen wu los demás les rechacen o desprecien por realizar dichas acciones, y pueden sentirse culpables si sus acciones han hecho daño a otras personas (e.g., dejar de desempeñar un papel protector, herir a los hijos a causa de un divorcio). Puede, por tanto, que eviten estas acciones con objeto de mantener el estatus actual a nivel de vínculos y posiciones sociales. Los sistemas de acción asociados al logro de objetivos en la vida cotidiana y a defenderse de amenazas importantes quedarían, pues, insuficientemente unidos y coordinados.
La disociación estructural abarca desde las divisiones muy simples a las divisiones extremadamente complejas de la personalidad, y estos niveles de complejidad tienen consecuencias para el tratamiento. Dichos niveles configuran una imagen dimensional de la disociación y son simples prototipos de posibles organizaciones disociativas. Cabe esperar que cuanto más compleja sea la disociación estructural, mayor será la desviación respecto de estos prototipos. Puede haber infinitas variaciones individuales respecto de las posibles manifestaciones de la disociación.

Onno van der Hart y colaboradores. "El yo atormentado. La disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica". Desclée de Brouwer. 2008. Bilbao.




Testimonio de Marilyn Van Derbur, la antigua Miss América que fue víctima de abusos sexuales de niña, habla de que su personalidad estaba dividida entre la "niña de día", retraída, insensible (entumecida), despegada, amnésica y centrada en la vida normal; y la "niña de noche", que soportaba los abusos y se concentraba en defenderse.

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