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Paz y Ciencia

lunes, 10 de mayo de 2010

Modelo educativo


En un receso podemos reflexionar sobre algo interesante. Cierto sector de la gente joven empieza a considera "freaky" a toda forma de conducta que se separe de la norma, esto resulta un poco alarmante. En el sentido de que para estos muchachos, a veces encerrados en una dinámica pasiva, sin intereses, apáticos y tristes señalan como "frikis" a los que estudian, a los que tienen algún handicap o simplemente a los diferentes. Creo que esta forma de segregación se instala en el imaginario de los niños, preadolescentes y adolescentes, que muy pendientes de la presión social y afectados por ella se ven a veces en tesituras incómodas. Puede resultar incómodo el hecho de que una niña de 11 años se vea apodada por su saber, en según que grupos prima el no saber, el pasotismo y la transgresión. Los adolescentes viven de atravesar los límites, esto es una forma de expresar vida. Ahora bien, el hecho de crear sectores donde el saber es calificado de "freaky" es excesivo. Tenemos que pensar en qué está pasando entre los pequeños para que este fenómeno se despliegue con ferocidad. La abulia está reinando en las escuelas, la falta de motivación, la pereza, el "te vamos a promocionar" genera una pereza aprendida, esto es, haga lo que haga voy a pasar de curso, luego para qué estudiar...
El sistema educativo obliga a estudiar y penaliza a los que están interesados en aprender, que son muchos. Los padres se preocupan de poner límites, pero cada vez es más frecuente el exceso de permisividad, la madre o padre "colega", en otro extremo está la madre que controla, vigila y supervisa los movimientos del hijo. En el primer caso nos encontramos con que el niño hace lo que le pasa por la cabeza, siguiendo el principio del placer, sin frustración, sin aceptar la realidad, una realidad, que por otro lado es cada vez más hostil en cuanto a posibilidades de trabajo. No obstante quien lucha lo consigue, esto ha sido siempre así aunque ahora sea más difícil. La suerte se consigue con un bienestar emocional, con límites y cariño.
En el otro lado, el de las madres "colega" nos encontramos con que el hijo, en esa complicidad, ve a su progenitor casi como un igual y allí el respeto se difumina cediendo paso al capricho que surge naturalmente en edades sensibles a dejar de lado las responsabilidades y jugar, esto último es vital para su crecimiento también.
Pero la formación está estructurada de forma que tienen que estudiar un determinado material y luego son evaluados. A mí me parece interesante la forma de los módulos de Formación Profesional, donde la evaluación es continua y ven de manera práctica lo que aprenden teóricamente, si se pudiera implicar más en las clases a los niños y adolescentes sería un gran paso hacia delante. Los profesores lo saben.
Cuando he dado clases para opositores me he sorprendido que recién licenciados estaban en una postura pasiva aprendida, oyendo, anotando y poco más. En otras generaciones se ve más dinamismo, más interés y participación. Con este sistema educativo estamos generando "comedores de información", niños adoctrinados, y esto de poco sirve sin el acompañamiento de los padres en esa misión, difícil por los tiempos del trabajo y por la preparación que puedan tener o no, así como las ganas y el arte para transmitir ilusión por el saber.
El saber es divertido, abre el campo de reflexión, se facilita el ver la vida desde más ángulos, se puede salir de la rutina y la molicie con un libro, visitar una página en inglés. Cada vez es más frecuente el adolescente que no tiene interés por casi nada o por poquito. En lugar de señalar como chico difícil o caracterial hay que jugar con esos intereses por reducidos que sean y llevar a abrirse a un mundo que se elude por el componente de frustración que tiene.

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