PEACE

PEACE
Paz y Ciencia

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Duelo


Perder un amor es perder parte de uno mismo. Es desprenderse de un proyecto, de una ilusión, de una esperanza, de un vínculo fundante sobre el que ha girado la existencia del individuo durante un tiempo determinado.
El amor genera cambios, es un verdadero motor de transformaciones y cuando se apaga muere con el parte del deseo.
Freud en "Duelo y Melancolía" (1917) dice lo siguiente:
...Las múltiples analogías del cuadro general de la melancolía con el del duelo justifican un estudio paralelo de ambos estados. En aquellos casos en los que nos es posible llegar al descubrimiento de las causas que los han motivado, las hallamos también coincidentes. El duelo es, por lo general, la reacción a la pérdida de un ser amado o de una abstracción equivalente: la patria, la libertad, el ideal, etcétera. Bajo estas mismas influencias, surge en algunas personas, a las que por lo mismo, atribuimos una predisposición morbosa, la melancolía, en lugar del duelo. Es también muy notable, que jamás se nos ocurra considerar el duelo como un estado patológico y someter al sujeto afligido a un tratamiento médico, aunque se trata de un estado que le impone considerables desviaciones de su conducta normal. Confiamos, efectivamente, en que al cabo de algún tiempo, desaparecerá por sí solo, y juzgamos inadecuado e incluso perjudicial, perturbarlo.
La melancolía se caracteriza psíquicamente por un estado de ánimo profundamente doloroso, una cesación del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de todas las funciones, y la disminución del amor propio. Esta última se traduce en reproches y acusaciones de que el paciente se hace objeto a sí mismo y puede llegar incluso a una delirante espera de castigo. Este cuadro se nos hace más inteligible cuando reflexionamos que el duelo muestra también estos caracteres, a excepción de uno solo: de la perturbación del amor propio...


Por tanto desprenderse de un ser querido supone reorganizar, reestructurar la vida, el estilo de vida, la manera de gestionar el ocio, el tiempo libre, las noches a solas. La soledad (como la sombra a la que apela Freud) se vuelve sobre el yo inundando de un profundo pesar que produce hastío, tedio, vacío y falta de sentido en la vida. Puede ser un estado pasajero pero si esto se une a otras circunstancias vitales estresantes o traumáticas puede producir una quiebra en la identidad, probablemente ya dañada por la trayectoria vital del sujeto.

No hay comentarios: