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Paz y Ciencia

sábado, 11 de septiembre de 2010

La palabra

Gertrudis, la madre de Hamlet dice: "El hablar se forma con aliento y el aliento es vida".


En un espacio psicodinámico construimos entre dos en un espacio transicional, un espacio entrelazado donde se entrelazan dos discursos que parten de dos sujetos con su subjetividad, por tanto es un espacio intersubjetivo. Allí se abrochan, crean y dialogan formas de aproximarse a la realidad, formas de interpretarlas, modos de vincularse, maneras de vivirse, en relación a uno mismo y en relación a los demás. El sujeto no está solo en el mundo, su familia le ha dado la palabra, una dotación genética y una herencia medioambiental donde se nutre el rico aspecto fantasmático del sujeto.
La salud no es necesariamente la ausencia de síntomas, desde este parámetro sino la capacidad del principio de realidad de reflexionar, profundizar y dar sentido a la propia experiencia, siendo capaz de conectar con Otro que ayuda a abotonar la experiencia subjetiva, la realidad psíquica, que no es más que la realidad a través de los ojos del sujeto.
El psicoterapeuta es un asistente en una fase de búsqueda, es un encuentro íntimo, donde se va desarrollando la confianza básica para poder poner encima de la mesa o sobre el espacio de la atmósfera del diván aquellas fantasías que son el alimento de nuestra imaginación, de nuestro pensamiento y pulsión. La fantasía asocia el impulso con la subjetividad, la biografía es el lugar donde descansan y se alimentan las fantasías, considerando siempre el medio ambiente o mundo externo.
La capacidad de discernir mundo externo y mundo interno nos dirá que conexión tiene con la realidad el paciente, pero también será rico en matices cuando esté replegado sobre sí mismo, en su fantasía, aunque la inhibición y el miedo le retraiga de un movimiento libre y espontáneo en el mundo externo.
La enfermedad es la ausencia de libertad no la ausencia de síntomas. Esto en los parámetros de la psiquiatría clásica es una necedad pero estamos hablando de calidad de vida, bienestar y capacidad para crear. El crear como motor resiliente, como motor de cambio y como acicate para una vida plena.
La expansión y el crecimiento mental, la madurez emocional lleva consigo la desaparición de síntomas, en un movimiento mucho más natural que la ingesta de fármacos, aunque estos sean imprescindibles en muchos casos.
La psicoterapia tiene unas coordenadas que el paciente vive, experiencia, a través del contacto con el psicoterapeuta. La naturalidad del psicoterapeuta y el acudir de la experiencia clínica a la teoría y no al revés supone un ejercicio que ayudará a desarrollar un medio suficientemente bueno para la reflexión y el cambio.

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