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Paz y Ciencia

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Amor en Psicoterapia

El amor es una pasión efervescente que puede surgir a lo largo de una psicoterapia, es por esto y otras razones de índole técnica que Freud promulgó el que no hubiera contacto con los pacientes. Esa asepsia puede resultar fría y dolorosa para alguien que necesita calor. Pero por otro lado cabe la posibilidad de que alguien, un paciente, sufra por los sentimientos proyectados sobre su terapeuta. Esto es relativamente usual y en muchos casos motor del cambio, en otros motivo de distancia protectora para refugiarse de algo que es potencialmente peligroso. Freud consideraba que el amor de transferencia se debía trabajar cuidadosamente y estudiar en el análisis, dando una posición ambigua sobre si es negativo o positivo para el avance del análisis. Entre profesionales también hay posiciones encontradas. El amor es una emoción que puede sentir un paciente como aquel hombre que te siente como amigo cercano, en ambos casos se está traspasando la línea teórica del análisis pero se está llegando a una dimensión humana de conocimiento profundo y de conexión auténtica y genuina. Este amor de transferencia puede ser incómodo para el paciente o bien como decía ser un propulsor del cambio, sin embargo no debemos manipular los sentimientos del paciente y debemos desgranar sus emociones, actitudes y sentimientos para que sus fantasías queden encima de la mesa, analizados y trabajados. El amor es una emoción que une, así como la risa, es la distancia más corta entre dos personas. Por ello hay que dedicar tiempo al análisis de este fenómeno que indica que algo no va del todo bien, nunca hay que seducir a un paciente ni consciente ni inconscientemente y hay que tener en cuenta que algunas veces acuden personas que vienen a consulta con una gran carencia de amor en su historia y en su presente, siendo el analista o terapeuta el referente más afectuoso que puedan tener. Por ello el analista debe cuidarse de tener actitudes paternalistas y proteccionistas en grados extremos. Hay que tener mucho cuidado y mirar las palabras y gestos usados aunque reste espontaneidad, porque podemos hacerle daño al paciente. Por lo demás invito a ser auténticos y genuinos, liberarnos, como invitamos a hacer del "falso self profesional" que tiene que ver con seguir un autor o un modelo de trabajo para ser flexibles y centrar nuestras tesis en el discurso del paciente. A partir de allí podremos crecer en el análisis.

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