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Paz y Ciencia

viernes, 12 de noviembre de 2010

Diálogos perrunos en la noche y otras ideas "sin sentido"

Os traslado el diálogo imaginario de una persona y de su perro, allí se dirimen razones, motivos, emociones y una íntima complicidad que traspasa la belleza haciendo divertido y dando sentido al dolor, creo que es un trabajo creativo muy interesante y corresponde a esa persona brillante que os trasladé este mes, hace unos pocos días, ese escultor de sueños e ingeniero-diseñador. Un hombre carismático, con grandes capacidades y sin embargo triste y aburrido. Dicen que los grandes genios han tenido siempre problemas porque se han preguntado cuestiones que iban más allá y que su pensamiento difiere de la mayoría de la población, quizás sin ser un genio (tal y como él dice), puede ser una persona sumamente brillante en la medida en que la creatividad le hace estar vivo y mantener un equilibrio en su vida. Por eso le invito a que continúe sus obras y que deje atrás el sinsentido de la futilidad, el tedio y el aburrimiento, tratando de levantarse de nuevo en ese combate de boxeo que últimamente le ha dado la vida y pueda rehacerse y reinventarse. Para ello tendrá cerca un profesional, una persona, un humano que le acompaña en el proceso de exploración y análisis de la dimensión humana y de calidad que él demuestra tras cada encuentro. Tal vez una persona distinta, peculiar, pero de gran facilidad para entablar una conversación, grandes recursos, con un núcleo melancólico y un refugio psíquico que le encierra tras los "muros" de su enfermedad.





Diálogos perrunos en la noche y otras ideas sin sentido, a modo de experimento.




Incorporare a mi compañero de fatigas, el señor Milú con su pelo dorado y abultado que como definio Juan Ramon, se diría todo de algodón. No tengo conciencia, la isla que solo fue como la atlantida, una ficción que solo existio en una referencia milenaria.


Asi que el Señor Milú  será mi Pepito grillo.




Milú: ¿Te acuerdas cuando eras una sonrisa entrelazada con la noche

y el humo de un cigarrillo al amanecer?

Duncan: Si lo recuerdo, vagamente pero lo recuerdo.

M.: pasear bajo los cielos estrellados mientras buscabamos estrellas fugaces para pedir deseos imposibles

D.: si también recuerdo aquellas noches, buscando estrellas suicidas.

M.: ¿suicidas?

D.: Si claro las estrellas fugaces son estrellas suicidas cansadas de estar colgadas de un cielo que puedes pintar por la noche en silencio, buscan darse a conocer en un último gesto.

M.: Necesitas descansar y relajarte.

D.:- Es cierto llevo mucho tiempo acostándome tarde, retardando el momento de irme a la cama con cualquier excusa. Libros, películas, ver basura televisiva, cualquier cosa me sirve con tal de no ir a la cama, cerrar los ojos, desaparecer. Algunas veces una vaga angustia se filtra por los poros de mi piel, un malestar indeterminado me mantiene en suspenso frente al mundo. Estamos yo y tu y nunca es el momento adecuado para dormirnos.

Cultivo mi angustia con curiosidad, advierto claramente cómo la apatía me inutiliza. Muchas veces no hago nada. No soy capaz de leer ni de nada, una tristeza sin causa flota como una niebla invisible por mi habitación, impregnándola de sinsentido y atrocidad. Es un desierto, ruinas desoladas, una ciudad espectral, un pueblo abandonado, como si el entusiasmo y el deseo se hubiesen fugado a otro mundo. A un mundo lejano, irreal, que no me pertenece, un mundo inaccesible para mi gris conciencia. Una pálida figura insustancial, una marioneta arrojada a la carretera mojada, un muñeco al que de pronto han robado el alma, un mecanismo averiado, un cerebro que ha dejado de segregar las sustancia químicas de la vida... creo que puedes hacerte una idea.



M.: -Me hago idea, no obstante, no siempre ha sido así, te estas dejando llevar por las palabras, exageras la situación para envolverla en una atmósfera literaria, mientes, desvirtuas los hechos. Actuas como un personaje desesperado posees cierta grandeza trágica. Reconozco que la felicidad burguesa es aburrida. La felicidad no tiene ninguna grandeza, ni ningún interés artístico. Pero tampoco eres infeliz del todo, ni eres convencional. No se lo que eres y tampoco es que me importe mucho. Creo que te acuestas muy tarde. Y solo te veo beber coca-cola y fumer, una botella al día y te veo escuchando a Dare. No obstante, a mi particular modo de verte siento que puedes ser feliz, a tu modo marginado y lunático y desesperado, pero echas de menos algo. A ella

D.: Si echo de menos a la muchacha de la media sonrisa y se me ha acabado el vino.

M.: ¿Y si te vas a dormir?

D.: Sera lo mejor.



Es una noche larga, demasiado larga no puedo beber coca-cola ni fumar mucho, y es eterna tampoco quiero dormir, tengo bronquitis, he tomado más calmantes, (obsérvese el plural) y estoy sintiendo la necesidad de beber unas cuantas cervezas, pero mi reponsabilidad me dice que no se mezclan fármacos y alcohol y no es por el tema de intentar una locura es que no se escribir sin cerveza o coca-cola y tabaco así que me mantengo sobrio.



Pienso en la necesidad de estar ebrio: de alcohol, de vida, de muerte, de literatura, de música, de cualquier cosa. No se donde leí: el hombre es un dios cuando está ebrio y un mendigo cuando está sobrio. ahora soy un mendigo aburrido sin ganas de ir a la cama. prendo un cigarrillo. escribo para escribir, para tenderle trampas al tiempo. estoy cayendo, soy Darren Wharton cantando, hacia algo oculto tras el velo de la noche. cierro los ojos: soy Harlam Cage, bronceado y hasta el culo de cocaína; ahora soy Gary Moore, bajo el volcán, borracho y escribiendo. aplasto el cigarrillo y el silencio de la noche me inunda los pulmones y yo quiero arañar el disfraz de la noche y desvelar su rostro, que las estrellas se deshagan en sonrisas. ahora soy un boxeador retirado en alguna película en blanco y negro y estoy tirado a la salida de un bar, con la nariz rota chorreante de sangre y el alma esparcida en el charco de una vomitona y me levanto y regreso a casa tambaleándome, confundiendo las farolas con estrellas, y el aire frío enjuaga mis lágrimas, y de repente me pongo contento y me da por reirme a carcajadas en las calles solitarias; soy un loco feliz sin nada que perder. mientras imagino vidas, destinos rotos, la noche avanza sigilosa, inmóvil. otra vez me voy a dormir, terco animal nocturno, terco soñador de imposibles, sin que la noche me haya susurrado su secreto al oído. Voy a pasear un rato luego vuelvo.



De regreso......recuerdo que durante un tiempo tenia demasiados sueños de cerveza que alborotaban mi percepción y unos labios húmedos y nocturnos se encontraron con los míos cuando yo ya no creía en nada y estaba a punto de cometer alguna burrada en el colmo de la desesperación: a veces hay brazos dispuestos a rescatarte del pozo, o alguna cometa que te indica un destino para el pequeño y frágil pez que giras en la absurda órbita de un planeta inventado.



Mi máscara es ya un signo de interrogación colgado de la nada.



Horizonte era una palabra acogedora, pero para mí se ha vaciado de significado y soy tan sólo un muñeco hueco más, otro muñeco más, inmóvil, abandonado en mitad de la calle por mis propios errores.



Me he puesto frente al espejo he buscado no sé qué y he recogido un antifaz vacío y un desierto.

Y las lágrimas se lanzan a la noche como estrellas locas, ebrias de espuma y de deseos de trascender su condición mortal, en una cascada que no cesa de fluir hacia lo desconocido... hacia la noche. Llueve y parece que nunca ha dejado de llover….



Ahora ya se nota el frío de verdad: golpea las mejillas, estremece las manos, evoca abandono. Pero no es cómodo fumar con guantes. Camino por ahí como el hombre invisible. Nadie me ve. El frío en los labios, el humo en los pulmones, el horizonte hecho trizas. Meto las manos en los bolsillos. Vuelvo a hablar con Vodka, enamorado del viento, después de tanto tiempo: qué hacemos con el miedo. Sonríe. No sabemos. Qué hacemos con las imágenes clavadas en el cerebro con alfileres de labios que sonríen y se acercan y luego se alejan y ya no vuelven. Qué. No sabemos. Un anhelo indefinible me atravesó un día, y me partió, y por eso no tengo patria, dicen sus ojos. Sus ojos pequeños y brillantes como la muerte, negros como la muerte. Sus patitas delgadas llenas de su pelo que parece que esta nadando, tan dorado, frágil como la vida, pero fríos como el viento: los entrelaza con los míos y yo me asusto y le digo Vodka, estas vivo, pero estas tan frio, tienes frio!!!. Lo sabe.



El catarro y una ligera sensación febril extrañamente agradable me sumen en una ensoñación nostálgica animada por un Eros más cercano a Dare que a Platón. Inmerse your soul in love. Una inmersión. Decía Darren que la cancion King of spades era un túnel oscuro sin luz al final. A mí, al contrario, me parece que es una luz desmayada que lo empapa todo con una intensidad emocional desquiciada y desgarrada, una belleza excesiva y triste, sí, pero no opresiva, no es un túnel, en los túneles no hay lugar para las melodías, las melodías necesitan espacios abiertos, expandirse, aunque se desvanezcan. Todo se desvanecerá y quizas yo tambien, no lo se, yo nunca se.

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