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Paz y Ciencia

jueves, 17 de febrero de 2011

Los modelos psicológicos actuales insisten en afirmar que las obsesiones son el componente primario del TOC. Esto significa que la condición necesaria para que exista un trastorno obsesivo compulsivo es la presencia de pensamientos, imágenes o impulsos obsesivos, tal y como se han descrito antes. Seymour Rachman (1981):
Pensamientos, imágenes e impulsos repetitivos e intrusos que son considerados inaceptables para el individuo, le ocasionan malestar y a menudo están acompañados de alguna forma de resistencia.

Según este planteamiento, uno de los más aceptados, la consecuencia inevitable de las obsesiones es que produzcan ansiedad y malestar, mientras que las compulsiones son actos voluntarios que pretenden prevenir o reducir ese malestar. Existen algunos casos, habitualmente cuadros "´crónicos" con compulsiones muy generalizadas y asentadas en el funcionamiento cotidiano del individuo, en que las compulsiones (por ejemplo, de orden o de limpieza), son lo más evidente y problemático del trastorno, ya que consumen la mayor parte del tiempo de la persona afectada, disminuyen notablemente su calidad de vida, llegan a impedir sus relaciones personales y dificultan enormemente su desarrollo. Sin embargo, aunque pudiera parecer que no existen ideas obsesivas, una exploración profunda suele sacar a la luz las obsesiones que inicialmente estuvieron en el origen de estas conductas.
Las características principales que permiten delimitar conceptualmente las obsesiones, se pueden resumir de este modo:
Carácter intrusivo: son pensamientos que irrumpen de forma involuntaria y súbita en el flujo normal del pensamiento consciente. Por eso mismo se experimentan como pensamientos intrusivos, invasores e inoportunos.
Pueden tomar forma de imagen mental, impulso (necesidad imperiosa y urgente de hacer o decir algo) y/o pensamiento (verbal, en forma de palabras o frases).
Son repetitivas o recurrentes.
No son evocadas de forma voluntaria: la persona no desea pensar en ellas.
La persona las valora o juzga como inaceptables (o como inoportunas como se ha dicho antes). Como consecuencia, lo que da lugar, en muchas ocasiones, a esfuerzos activos y voluntarios de suprimirlas, de eliminarlas de la corriente o flujo de pensamientos.
Repercuten de forma negativa en el estado de ánimo, porque resultan muy molestas y desagradables. La consecuencia emocional típica ante una idea obsesiva es la ansiedad, pero también están presentes otras emociones negativas: ira, enfado con uno mismo, tristezsa intesa y sentimientos de culpa.
La persona reconoce que la idea obsesiva no tiene sentido, que es irracional (esto no sucede siempre): por ejemplo, sabe que no es posible que suceda lo que piensa sólo por pensarlo (pensamiento mágico). Por eso en muchas ocasiones considera que son ideas absurdas.

Estas características se sintetizan, según Clark (2005) en las cinco siguientes:
- Intrusividad
- Inaceptabilidad
- Resistencia (a su aparición)
- Incontrolabilidad
- Egodistonía

Estos pacientes con un tratamiento holístico pueden mejorar de manera muy importante, el conocerse y utilizar sus propias estrategias les puede aliviar de esos pensamientos intrusivos, la detención del pensamiento es un proceso complejo que requiere entrenamiento y un nivel de ansiedad leve para poder obturar el flujo de ideas que fluyen produciendo un caos, un ovillo en la organización mental del paciente.

Fuente: Amparo Belloch, Elena Cabedo y Carmen Carrió; "TOC. Obsesiones y compulsiones. Tratamiento Cognitivo". Recordemos que Amparo Belloch es miembro de la Obsessive Compulsive Cognitions Working Group (OCCWG) hace varios años ha sido un paso muy importante para aglutinar la producción de diferentes grupos de expertos con el fin de potenciar el conocimiento del trastorno y sus variantes.

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