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Paz y Ciencia

sábado, 5 de febrero de 2011

Recapitulando

Si leen los últimos post podemos sacar muchas lecturas, cada una peculiar y subjetiva, yo también voy a puntualizar ciertos aspectos que me parecen importantes de mi proceder y de mi enfoque.
La psicoterapia ha de cambiar con la época en la que vivimos, con los determinantes socioeconómicos y con el cambio a nivel cultural. Ha de construirse de una manera singular con cada sujeto, existen pero no recomiendo los protocolos de intervención conductuales para cada trastorno, eso me parece mecanizar el tratamiento, automatizarlo, perder la espontaneidad y dar más importancia a lo procedimental que a lo vincular.
Con frecuencia un paciente viene algo desorientado a la consulta, otras veces viene con una demanda explícita, sin embargo, tras aliviar sus síntomas, muchas veces, el abrir el campo reflexivo y ofrecerle la oportunidad, que se ha ido adivinando a lo largo del proceso, de poder conectar con sus sentimientos, con sus emociones y recuerdos, puede continuar el proceso. Particularmente creo que no es bueno poner un límite de sesiones, aunque existan terapias breves y focales como la de Davanloo entre otros.
Este trabajo, el de la clínica psicoterapéutica y/o de orientación psicoanalítica tiene un duro peaje para el terapeuta y para el paciente. El terapeuta/analista necesita también de un análisis previo y eventualmente un "recuerdo" para mantener la vocación, el entusiasmo y el cariño por su profesión, no es raro encontrar en profesionales de la salud expresiones como: "somos mercenarios", "somos callistas", "somos prostitutas". Estos profesionales evidentemente, en la manera en la que entienden por el burnout, la desmotivación, la fatiga, una praxis poco interesante, generalmente mecánica y monótona resulta aburrida y tensa. Los pacientes transmiten en la contratransferencia mucha angustia, tristeza y esto conmueve o puede generar una distancia, que ya no terapéutica sino defensiva para el terapeuta le distancia de su objeto, que es la conexión emocional con el paciente y llevarlo a terrenos del pensamiento que no hubiera imaginado, lograr el bienestar sintomático, existencial, espiritual, la armonía con los suyos y en las relaciones, el gozo en el trabajo, la comprensión de sus recursos defensivos, el hablar de los sentimientos, el sentirse arropado, cobijado, contenido y sostenido.
Por esto defiendo que el analista se purgue en análisis periódicamente, que acuda a supervisiones clínicas y que esté en continua formación para poder realizar su trabajo de una manera eficaz y satisfactoria.
Como pueden leer, dentro de la psicoterapia dinámica hay muchas escuelas, desde el propio Freud aparecieron diletantes como Jung, Adler o Frankl, también Abraham, Ferenczi (léase la Elasticidad de la Técnica del autor), Otto Rank, más cerca de nuestra época: Winnicott, Laing, Cooper, Esterson, Melanie Klein, incluso la propia Anna Freud. Después Piera Aulagnier, Françoise Dolto y un largo etcétera. No es baladí la idea de que lo que cura es el vínculo emocional entre paciente y terapeuta, para ello es importante el instrumento de la técnica, la personalidad del terapeuta y estar sano y ser creativo para aportar en cada encuentro algo nuevo y dar una mirada distinta que amplie el margen de reflexión y vivencia a cada sesión.
Por otro lado, según los comentarios que he leído, la gente está harta de que el material teórico que se aporta sobre trastornos sean estigmatizantes, cierto es. Tanto en informes como en libros y artículos se expone "el lado oscuro", los puntos ciegos de la persona que pudiera encajar en un diagnóstico. Yo no hago diagnósticos si no me los piden con empeño, eso es sintomático también en algunas ocasiones.
Otras personas no quieren saber nada de lo que les pasa, este mundo tiene plurivalencias que corresponden a la arquitectura sentimental de cada uno de los sujetos singulares que pasan por la consulta con su propio bagaje y espirtualidad, con su propia confianza, con su propia conciencia y con sus pre-textos. Por tanto hay que trabajar en lo que ahora se llama ·Psicología Positiva·, el enfoque que se basa en atender a los potenciales de salud, a las capacidades y recursos de la persona, esto resulta mucho más grato aunque suponga distanciarse del modelo de la Psicología Clínica que es heredera de la Medicina y por tanto, agota el componente anímico y espiritual del sujeto centrándose en sus síntomas. Lo importante es la persona que tiene síntomas no los síntomas que porta la persona.
Por tanto un enfoque de actitud humanista con un encuadre analítico o mejor dicho de orientación psicoanalítica, con la integración de otras escuelas como la gestalt o lo cognitivo puede constituir una buena "caja de herramientas" para ayudar y disfrutar en el proceso. Pongamos como ejemplo algo interesante que aporta la Logoterapia: Base de la logoterapia:
La logoterapia se basa en la comprobación que la vida humana, aún bajo condiciones difíciles y extremas, lleva en sí la posibilidad de una construcción plena de sentido, por la realización de valores vivenciales (naturaleza, arte, encuentro); valores creadores (creatividad, acciones); valores de actitud
(relacionar una actitud a un dolor inevitable). Nos podemos acordar de Oskar Pfister, un psicólogo y pastor protestante suizo.
Es autor de la primera valoración teológica del psicoanálisis de Sigmund Freud.
Biografía

Oskar Pfister fue hijo de un pastor protestante. Estudió teología, filosofía y psicología en las universidades de Zurich y Basilea doctorándose en 1898 en la Facultad de Filosofía. De 1897 a 1920 fue pastor en la localidad de Wald ZH. En 1920 se hizo cargo de una parroquia en Zurich. Pfister mantuvo relaciones con los Socialistas Religiosos de Leonhard Ragaz. Entre 1909 y 1939 mantuvo correspondencia regular con Sigmund Freud acerca de cuestiones de teología y de psicoanálisis. Fue uno de los pioneros Pionierede la psicología moderna en Suiza y perteneció al círculo de la Escuela de Psicoanálisis de Zurich en torno a Bleuler y C.G. Jung. Independientemente de ellos intentó una síntesis de teología y psicología.

Premio Oskar Pfister
En memoria de Oskar Pfister, la American Psychiatric Association junto a la Association of Professional Chaplains otorga el Oskar Pfister Award por contribuciones interdisciplinarias extraordinarias en religión y psiquiatría. Entre los galardonados se cuentan: Wayne Oates, Hans Küng, Victor Frankl, Robert Coles, Ana-Maria Rizzuto, James Folwer.

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