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Paz y Ciencia

lunes, 25 de julio de 2011

La Defensa Maníaca

Se explica por la tríada triunfo, control, desprecio, es una huída. En relación a los post anteriores hay que decir que los pacientes de esas características se pasan mucho tiempo basculando entre la posición depresiva, tal y como la propone Melanie Klein y la defensa maníaca. Existen tres autores básicos para entender la defensa maníaca: Melanie Klein, Donald Winnicott y Hanna Segal.
Aquí comparto con ustedes las primeras líneas del trabajo que sirvió a Winnicott para ingresar en la Sociedad Británica de Psicoanálisis y que versaba sobre el tema del post:

Leído ante la Sociedad Psicoanalítica Británica, el 4 de diciembre de 1935




Refiriéndome a mi caso particular, la creciente comprensión del concepto que Melanie Klein denomina actualmente «la defensa maníaca», ha coincidido con una profundización de mi apreciación de la realidad interior. Hace tres o cuatro años lo que yo hacía era contrastar la «fantasía» y la «realidad», lo cual hacía que mis amigos no iniciados en el psicoanálisis me dijesen que estaba empleando la palabra «fantasía» de una manera que difería del empleo ordinario que del término se hace. A sus objeciones yo replicaba que el mal uso del término resultaba inevitable, ya que (como sucede en el empleo psicoanalítico de la palabra «angustia») la invención de una nueva palabra hubiese sido más difícil de justificar que el hecho de remozar un término ya existente. Gradualmente, sin embargo, me voy dando cuenta de que uso la palabra "fantasía" más en su sentido normal y he llegado a comparar la realidad externa no tanto con la fantasía como con la realidad interna. En cierto modo lo que les estoy diciendo es una sutileza, ya que, si se respetara suficientemente la «fantasía», tanto la consciente como la inconsciente, no haría falta ningún esfuerzo para pasar a utilizar el término «realidad interna». y, con todo, puede que haya para quienes, tal como me sucede a mí, el cambio de la terminología entrañe una profundización de la creencia en una realidad interior (1). La conexión entre este prolegómeno y el título de mi escrito, «La defensa maníaca», estriba en que forma parte de la defensa maníaca de uno mismo el ser incapaz de dar plena importancia a la realidad interior. Existen fluctuaciones en la capacidad personal para respetar la realidad interior, fluctuaciones que se relacionan con la angustia depresiva que hay en uno mismo. Su efecto consiste en que en ciertos días se nos presenta un paciente que emplea principalmente defensas de tipo maníaco y que nos ofrece un material que al principio escapa a la interpretación. Y sin embargo, las notas tomadas de las asociaciones durante la visita nos parecerán completamente comprensibles al día siguiente. Esta nueva comprensión nos induce a replantearnos la "huida hacia la realidad» (Searl, 1929) en calidad de huida de la realidad interna más que de la fantasía. La realidad interna misma debe describirse en términos de fantasía y, sin embargo, no es sinónimo de la fantasía, ya que se utiliza para denotar la fantasía que es personal y organizada, así como históricamente relacionada con las experiencias, excitaciones, placeres y dolores físicos de la infancia.
La fantasía forma parte del esfuerzo que realiza el individuo para afrontar la realidad interior. Cabe decir que la fantasía (2) y los sueños diurnos o devaneos constituyen manipulaciones omnipotentes de la realidad externa. El control omnipotente de la realidad entraña la fantasía acerca de esta realidad. El individuo llega a la realidad externa a través de las fantasías omnipotentes elaboradas dentro del esfuerzo para alejarse de la realidad interior. En el último párrafo de su escrito («La huida hacia la realidad», 1929) la señorita Searl escribe: «... en peligro (el niño), quiere conservar los padres idealmente amados y amantes siempre consigo, sin temor alguno a la separación; al mismo tiempo quiere destruir en el odio a los padres poco cariñosos y severos que le dejan expuesto a los horribles peligros de las tensiones libidinales insatisfechas. Es decir, en la fantasía omnipotente el niño devora tanto a los padres amantes como a los severos...". Pienso que lo que aquí se omite es el reconocimiento de la relación con los objetos que se presiente hay en el interior. Diríase que aquello con lo que nos encontramos no es meramente una fantasía de incorporación de los padres buenos y malos, que sino que nos encontramos con el hecho, del cual el pequeño es mayormente inconsciente, de que por las mismas razones que han funcionado dentro de las relaciones del niño con los padres externos, se producen ahora ataques sádicos dentro del niño, ataques dirigidos contra los padres buenos que se quieren mutuamente (debido a que, al ser felices juntos, son causa de frustración), ataques contra los padres a los que el odio transforma en «malos», defensa contra los objetos «malos» que ahora amenazan al yo también y, asimismo, intentos de salvar lo «bueno » de lo « malo », de emplear lo « malo » para contrarrestar lo «malo» y así sucesivamente. Las fantasías omnipotentes no constituyen tanto la realidad interior misma como una defensa contra la aceptación de dicha realidad. En tal defensa uno encuentra una huida hacia la fantasía omnipotente, al igual que el paso de unas fantasías a otras y, siguiendo este orden, una huida hacia la realidad externa. Es por eso que creo que no se puede comparar ni contrastar la fantasía con la realidad. En el libro de aventuras corriente, extrovertido, a menudo vemos cómo el autor lleva a cabo la huida hacia los sueños diurnos de la infancia y cómo más tarde se vale de la realidad externa en esta misma huida...

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