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Paz y Ciencia

sábado, 14 de enero de 2012

¿Alguien sabe qué es el amor?

Seguro que mucha gente lo sabe, no obstante teorizar sobre el amor me parece un poco descabellado. Existe mucha literatura al respecto, desde libros como el de Osho, hasta Erich Fromm con su célebre "El arte de amar", Jung escribió un pequeño opúsculo también en relación al amor verdaderamente hermoso y clarificador. En fin, leer sobre el amor y pensar sobre el amor amansa. Si no se tiene quizá provoque angustia, el amor tiene una relación con la felicidad en una dimensión que voy a explicar. Así como la felicidad no es un estado constante sino que aparece a ráfagas, de forma que ese conglomerado de emociones dejan a la persona en una nube, el amor también tiene sus fases, sus ciclos, sus instantes. Como la felicidad, el amor se tiene que alimentar día a día, hay que trabajar el amor, tal y como hay que trabajar por la felicidad. El amor y la felicidad no siempre vienen solos, en muchas ocasiones requiere una búsqueda. Esa búsqueda está DENTRO de uno mismo, en base a una serie de preguntas en relación a la identidad, a quién es una persona, eso no lo puede decir un texto jamás. Es un proceso de indagación, exploración y metabolización que requiere pausa, tiempo y paciencia. Con el amor y la felicidad, indisolublemente unidos, se puede llegar a construir una realidad más agradable, con mayor bienestar y curar muchas heridas. Sobre esto último, el escritor-psiquiatra Boris Cyrulnik escribió "El amor que nos cura", un ensayo apoyado en experiencias propias y ajenas que dan sentido al amor como una forma, también, de salir de un estado y, me atrevería a decir a un ser con malestar.
Reflexionar sobre el amor es hermoso, pero nadie tiene la llave del otro, puede acompañarle en el proceso de búsqueda y en ese tránsito se pueden recorrer los vericuetos de los problemas que dificultan el acceso al amor y la felicidad.

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