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Paz y Ciencia

domingo, 4 de marzo de 2012

La desesperanza como freno al avance

La desesperanza es un síntoma típico de la depresión, omnipresente en las patologías psíquicas. La desesperanza alimenta el problema psíquico y viceversa. Por lo que las personas que, por ejemplo se refugian en que su trastorno es genético (a veces así lo transmiten los psiquiatras o médicos) o que es crónico y no tiene solución caen en este bucle de desesperación, empeoramiento y enquistamiento del problema.
Hace poco veía a una paciente rebelde, con un TOC, que nunca había hecho caso a sus terapeutas, no se fiaba de ellos y les responsabilizaba de sus problemas. Tenía antecedentes de rasgos obsesivos en la familia con uso de benzodiacepinas. Además tenía rasgos paranoides y estaba tomando antipsicóticos. Le "echaron" de un servicio de salud pública por no asistir.
Como pueden ver, esta persona me llamaba desesperada, tiene 24 años pero nunca ha podido poner de su parte, estuvo en tratamiento cognitivo-conductual y por tanto le indicaron que no diera pábulo a sus rituales y compulsiones. Ella continuó sin hacer ningún caso. Por teléfono, decía que tenía que era insoportable vivir con esas manías y verbalizaba ideas de muerte. En urgencias no consideraron apropiado ingresarla, más bien parecen llamadas de atención que por cierto hay que tener muy en cuenta. Sus padres se acaban de separar, su madre está enferma y su padre vive con otra mujer, se está tramitando el divorcio y dónde van a vivir. La situación es insostenible. Esta joven necesita un ambiente que le proporcione calidez, seguridad, sostén y contención. Sin embargo su madre le amenaza con irse a vivir fuera cuando detecta algo de autonomía por su parte. Un movimiento psicopático desesperado que indica la locura familiar que existe y que designa al paciente idetificado. La hija. Si nos quedamos en un tratamiento cognitivo conductual estamos perdiendo todos los matices vinculares, los sentimientos de la muchacha y su fuero interno. Tenemos "caja negra" a pesar de lo que dijera Skinner. Eso es lo que nos hace humanos y no máquinas. Si no fuera así podíamos ser manipulados por máquinas como en su novela o en 1984. Distopías que indican el futuro menos halagüeño al que nos conduce la tecnocracia.

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