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Paz y Ciencia

domingo, 1 de abril de 2012

Cuando a las personas felices les ocurren cosas malas




La ventaja más clara de que poseen las personas felices para desarrollar recursos físicos es su capacidad de enfrentarse a los acontecimientos adversos. ¿Cuánto tiempo es capaz un individuo de sumergir la mano en un cubo de agua helada? La duración media del lapso previo a que se produzca un dolor excesivo se sitúa entre los sesenta y los noventa segundos. Rick Snyder, profesor de Kansas y uno de los padres de la Psicología Positiva, utilizó esta prueba en el programa de televisión "Good Morning, America" para demostrar los efectos de la emoción positiva a la hora de afrontar la adversidad. Suministró un test de emoción positiva a los presentadores habituales, en el que Charles Gibson superó a los demás por un considerable margen. Luego, en directo ante las cámaras, cada uno de ellos introdujo una mano en agua helada. Todos la apartaron rápidamente antes de transcurridos noventa segundos, excepto Gibson, que se quedó allí sonriendo -no haciendo una mueca o sonrisa Duchenne- y cuando hubo que realizar la pausa publicitaría todavía tenía la mano en el cubo.
Cuando se halla amenazada, la gente feliz no solo soporta mejor el dolor y toma más precauciones relacioanadas con la salud y la seguridad, sino que sus emociones positivas anulan a las negativas. Barbara Fredrickson enseñó a unos estudiantes una escena de la película de "The Ledge" en la que un hombre avanza lentamente por la cornisa de un rascacielos, pegado a las paredes. En un momento dado el sujeto se suelta y queda colgando sobre el tráfico que discurre abajo. Ante este hecho, el ritmo cardiaco de los alumnos aumentó hasta límites insospechados. Justo después de este vídeo se mostraron a los estudiantes otros cuatro fragmentos de película: "olas", que genera satisfacción: "cachorro", que provoca diversión; "palos", que no produce ninguna emoción; y "llanto", que induce tristeza. Tanto los fragmentos "cachorro" como "olas" redujeron el ritmo cardiaco, mientras que "llanto" hizo que el mismo, ya de por sí elevado, se incrementara todavía más.

En "La Alegría de Vivir" de Martin Seligman, pp. 72-73

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