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Paz y Ciencia

jueves, 5 de abril de 2012

El Arte de la Prudencia, otra perla.

Baltasar Gracián, en este interesante libro, nos da claves para "El Arte de la Prudencia" y el Vivir. Sí, con mayúsculas. Leyendo a los clásicos podemos entender mucho de lo que sucede en psicología. Si leemos filosofía podemos encontrar claves del psiquismo y aspectos del por qué de las cosas. Porque vivir no es sobrevivir. Es vivir plenamente, con la conciencia plena, con creatividad, con conocimiento de uno mismo, aceptación, compromiso y fuerza de voluntad para superar las adversidades.

Prepararse en la buena suerte: Es un buen recurso hacer provisión en el verano para el invierno, y además es fácil. En ese momento los favores necesitan poco esfuerzo y hay abundancia de amistades. Es bueno conservar para el mal tiempo, pues la advesidad es difícil y carece de todo. Es mejor tener una reserva de amigos y de agradecidos, pues algún día se valorará lo que ahora no parece importante. La villanía nunca tiene amigos en la prosperidad porque los desconoce. En la adversidad ellos la desconocen a ella.

Nunca competir: Cuando en una actividad hay oposición la reputación se daña. La competencia, para perjudicar, tiende de inmediato al descrédito. Son pocos los que tienen juego limpio. La rivalidad descubre los defectos que la cortesía había olvidado: muchos vivieron acreditados mientras no tuvieron rivales. El calor de la rivalidad aviva o resucita las infamias muertas, desentierra pasados y antepasados trapos sucios. La competencia se inicia con la exposición de defectos, y se ayuda de cuanto puede y no debe. A menudo, aunque las ofensas no tengan nunguna utilidad, sirven para satisfacer la venganza. Ésta golpea de tal modo qeu hace salir los defectos del polvo del olvido. La benevolencia siempre fue pacífica, y benévola la reputación.

Tratar siempre con gentes de principios:
Uno puede arriesgarse y ganar su confianza. Su misma honradez es la mayor seguridad de su trato, incluso para reñir, pues obran como quienes son. Más vale pelear con gente de bien que triunfar sobre gente de mal. No hay buenas relaciones con la ruindad, porque carece de virtud. Por eso entre ruines nunca hay verdadera amistad. Hay que desconfiar de sus finezas, porque no son honradas. Debe rechazarse al hombre sin honra: quien no la estima no estima la virtud. La honra es el trono de la rectitud.

Nunca hablar de sí: O se debe alabar (es vanidad) o se debe criticar (es limitación). Es falta de cordura en quien habla y castigo para los que oyen. Si esto se debe evitar en la amistad, mucho más en los puestos elevados, donde se habla en público y pasa por necedad cualquier apariencia de ella. La misma indiscreción es hablar de los presentes. Hay peligro de dar en un escollo: la adulación o la crítica.

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