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Paz y Ciencia

jueves, 26 de abril de 2012

El caso Dora

Publicada en 1904, la observación del "Caso Dora", que Freud había tratado en 1899, ilustra los principios que se desprenden de "La interpretación de los sueños". Esta exposición se propone demostrar el interés del análisis onírico como medio de acceso al material psíquico reprimido en el inconsciente y la significación de las manifestaciones mórbidas de carácter neurótico como sustitutos de una vida sexual normal. Llevada por su padre a ver a Freud -que antes de su matrimonio lo había curado de una afección nerviosa de origen sifilítico- Dora, de dieciocho años de edad al comienzo de la cura, presenta después de varios años síntomas característicos de la "pequeña histeria": malestar respiratorio, tos entrecortada, crisis de afonía y de migrañas, estados depresivos, agresividad hacia los suyos partiendo de una expresión de hastío, considerada poco sincera, de la vida. Predispuesta a la neurosis por su herencia paterna, además había vivido una adolescencia perturbada por la desunión de sus padres. Dominada por la personalidad del padre, su familia reproduce una situación típicamente edípica. Su madre busca una compensación afectiva en el acrecientamiento de la actividad doméstica y de la ternura hacia su hijo, en tanto el padre -a cuyo lado se ponía Dira sin reservas- alimentaba una relación duradera con la mujer de un matrimonio amigo: los K. El marido, el señor K., cortejaba a Dora asiduamente y había intentado seducirla. El análisis sugirió una profunda ambivalencia de sentimientos hacia el padre, primero considerado un cómplice y después juzgado como un delincuente, a continuación de la tentativa de seducción del señor K. La reacción histérica provocada por una ocasión de excitación sexual revela, aunque sean encubiertas por la adhesión al padre, las pulsiones reprimidas del sujeto: amor antaño consciente, después condenado por la moral social, hacia el señor K.; y sentimientos homosexuales, no menos profundos, experimentados por Dora hacia la esposa de aquél. Sacando a la luz la simultaneidad de las tendencias más diversas, el análisis esclarece los fenómenos de localización de los síntomas neuróticos en las zonas erógenas extragenitales, sin que puedan discernirse razones orgánicas. Demuestra de qué manera esta complacencia somática, por conversión de elementos psíquicos reprimidos en manifestaciones corporales, aporta a la neurosis cierta forma de satisfacción sexual. Pero es esencialmente la interpretación de los sueños lo que permite confirmar lo bien fundado de estas hipótesis. Si en un primer sueño muchas veces repetido, Dora huye con su padre de una casa en llamas en la que su madre intenta retenerla, es para desviarse de una realidad aplastante y recuperar -al rechazar su existencia presente- la paz de una infancia sin conflictos. A continuación en contrapartida, el encuentro con un joven desconocido en la aldea extranjera donde acaba de enterarse de la muerte de su padre, significaría, sobre todo, su deseo de reinserción en su vida actual. El Caso Dora marca también los límites de la terapéutica freudiana. En razón de una transferencia mal dominada, Dora habría "vuelto a representar" con su médico la ruptura que había tratado de imponerle a su padre. Interrumpe brutalmente la cura para ser "recuperada" por la vida, según Freud, pero más verosímilmente, al decir del especialista que la trató después, para no conocer jamás la verdadera expansión del ánimo.
http://youtu.be/MY1fvzzVmII Canción de Warcry titulada "Cada vez".

1 comentario:

Marcya Bonalde dijo...

Gracias por el resumen :)