Instancias

"El que ama, se hace humilde. Aquellos que aman, por decirlo de alguna manera, renuncian a una parte de su narcisismo." Sigmund Freud

El término instancia aparece en el vocabulario jurídico. Designa ora el conjunto de procedimientos necesarios para interpretar una jurisdicción, ora la jurisdicción propiamente dicha (por ejemplo, el tribunal de primera instancia). Freud introduce el término en "La interpretación de los sueños" para exponer las diferentes partes del aparato psíquico. Las dos acepciones del término jurídico se encuentran al nivel de la relación de fuerzas entre los deseos inconscientes -por una parte- que intentan acceder a la conciencia, y -por otra- el dispositivo que censura y juzga las condiciones de posibilidad de dicho accceso. Esto supone una concepción dinámica del aparato psíquico. Las instancias son fuerzas activas. Así, el preconsciente no es únicamente una pantalla más o menos opaca entre consciente y el inconsciente; también somete al inconsciente a un tratamiento crítico y no autoriza al acceso de determinadas excitaciones a la conciencia salvo a condición de ceder a modificaciones. Representa a una autoridad que decide qué es o no soportable para el consciente. Cuando no es posible ninguna modificación, ejerce una función represiva. Asimismo, el inconsciente es una instancia psíquica que formula exigencias y ejerce presiones sobre la segunda instancia. Por tal razón conviene diferenciar la noción de instancia de la de sistema. Esta última la utiliza Freud cuando adopta un punto de vista tópico, es decir, cuando presenta las partes del aparato psíquico con ayuda de analogías espaciales, "un poco a la manera de las lentes de telescopio". Se trata entonces de describir los mecanismos de un "aparato" más que de poner en claro un conjunto de relaciones de fuerzas. Según el punto de vista elegido (dinámico o tópico), el inconsciente y el preconsciente son instancias o sistemas. A partir de 1920, Freud utiliza nuevos conceptos para definir el aparato psíquico. Elabora lo que se designa "segunda tópica". En lo sucesivo, distingue tres instancias: el ello, el yo y el superyó. El ello corresponde a la instancia del inconsciente en la primera tópica, con excepción de todo lo que no revela directamente energía pulsional. Sobre todo, los mecanismos de defensa aparecen en Freud en gran parte inconscientes. Hay que distinguirlos entonces, de las pulsiones. Pero, al mismo tiempo, el preconsciente no puede seguir teniendo la exclusividad de la defensa contra las pulsiones. Esto se debe a que aparecen dos nuevas instancias, al recobrar la antigua oposición del inconsciente y el preconsciente. La primera instancia crítica, el superyó, encarna la autoridad de los ideales, de los valores morales transmitidos por la educación. Se constituye en el marco del complejo de Edipo, por la identificación con los padres. La instancia del yo, a su vez, asegura la mediación entre las presiones del ello y la exigencias del superyó. Entre estas tres instancias se desarrolla un conflicto permanente que puede ser origen de patologías psíquicas. En la medida que implica una relación de fuerza, en la segunda tópica, sobre la asimilación del espíritu a un aparato, la noción de sistema deja paso a la de instancia.