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Paz y Ciencia

lunes, 2 de abril de 2012

La Esperanza

"El verdadero optimismo solo brilla en las tragedias". Madeleine L`Engle, Una arruga en el tiempo (1935).
Pregunta: "Con su extraordinaria erudición, ¿por qué se molesta en escribir libros tan inteligibles sobre los misterios del universo?
Stephen Hawkin: "Quiero que mis libros se vendan en los quioscos de los aeropuertos".
P: "¿Está usted siempre de tan buen humor?"
SH: "La vida sería trágica si no fuese divertida".
P. "Ahora en serio, ¿cómo se mantiene optimista?
SH: "Mis expectativas se redujeron a cero cuando tenía 21 años. Desde entonces todo en mi vida han sido pluses".
Deborah Salomon. Entrevista a Stephen Hawking, The New York Times, 12 de diciembre de 2004.
"Nadie puede silbar solo una sinfonía. Es necesaria una orquesta". Halford E. Luccock, 365 ventanas, 1943.


Está ampliamente demostrado que las personas de temperamento optimista superan mejor las adversidades que las pesimistas, desde dolencias graves hasta cambios duros en sus vidas, como el divorcio, la bancarrota, el paro o la emigración a otro país. La ventaja del optimismo ante la adversidad es independiente de la edad, el sexo, la inteligencia, el nivel de formación o los recursos económicos. Los resultados de cientos de estudios llevados a cabo en diferentes países coinciden en que la confianza en uno mismo, la capacidad de interpretar los sucesos de una forma positiva y, sobre todo, la esperanza nos protegen de los efectos nocivos de los infortunios.
Los individuos optimistas confían más en su capacidad para encontrar una solución que los pesimistas, por lo que perseveran con más tesón. La sensación de que controlan las circunstancias también les ayuda a mantener el equilibrio emocional, aunque en realidad el control sea muy limitado o incluso ficticio. La experta psicóloga Lisa Aspinwall ha demostrado que los hombres y mujeres optimistas se muestran más abiertos a buscar información sobre sucesos que les preocupan, y antes de tomar decisiones importantes, sopesan tanto los aspectos positivos como los negativos, mientras que los pesimistas se limitan a ver únicamente los aspectos negativos. Esta tendencia es beneficiosa, porque el gran enemigo de muchas personas abrumadas por las circunstancias no es tanto la gravedad de su situación como sus temores aciagos imaginarios. Como escribió en autor estadounidense Elbert Hubbard en "El cuaderno de notas" (1927), "Si los mayores placeres son los que nos figuramos, acuérdense de que sucede lo mismo con los peores disgustos". Además enterarse de qué es lo que realmente ocurre y cuál es la mejor forma de responder a la conyuntura ayuda a mantener los pies sobre la tierra. Los peores avatares de la vida se hacen más llevaderos si uno cuenta con la perspectiva que da conocer sus causas, sus efectos y sus remedios.
La extraversión es un rasgo ventajoso muy común en las personalidades optimistas. A través de la palabra validamos lo que sentimos y nos desahogamos. Conversar y expresar nuestras emociones es una forma saludable de organizar los pensamientos y de aliviar la angustia o el miedo. Ante los retos más penosos todos necesitamos escucharnos en voz alta, ser escuchados, y recibir aliento de otras personas. Las desdichas son para compartirlas. La unión y la conversación con otros estimulan el sentimiento de universalidad, la sensación de que "no soy el único", y animan a formular interpretaciones provechosas que alivian el estrés generado por las calamidades.
La compañía amistosa nos provee además de consuelo y seguridad y, con un poco de suerte, saca a flote el sentido del humor. Este componente protector nos ayuda a defendernos de la ansiedad y a resistir el abatimiento que producen las adversidades prolongadas. Fue durante su terrible experiencia en el campo de concentración cuando Victor E. Frankl se dio cuenta del efecto reparador del buen humor: "El humor -escribió- ers una de las armas con las que el alma lucha por su supervivencia. Yo mismo entrené a un amigo que trabajaba a mi lado en el campo de concentración a inventarse cada día una historia divertida sobre algún incidente que pudiera suceder el día siguiente de nuestra liberación..." Hoy está demostrado que el humor actúa de purgante con la función primordial de descargar la tensión emocional. Incluso el humor negro alegra nuestra vida y la de las personas que nos rodean. Y si además provoca en nosotros el reflejo fascinante de la risa, nos ayuda a oxigenarnos física y emocionalmente.
El ingrediente más eficaz en los momentos difíciles es la esperanza. En medio de privaciones y sufrimientos todos buscamos promesas de alivio, de descanso y de curación. Nos mantenemos animados gracias a que esperamos que lo que nos aflige pasará. Hay personas que durante las crisis alimentan su confianza con espiritualidad. La fe en un "más allá" seguro y placentero ayuda a tolerar mejor el sufrimiento. Por eso, desde la antigüedad la creencia en algo superior, ya fuese divino, mágico, físico o humano, ha florecido en todas las culturas, particularmente en épocas penosas [...]
La esperanza también es un arma que los líderes sociales pueden usar eficazmente en coyunturas adversas. Un ejemplo es la lucha por la igualdad de derechos de la minoría de raza negra en Estados Unidos hace unos cuarenta años. El espíritu esperanzador de este movimiento masivo y pacífico se personificó en su carismático líder Martin Luther King Jr., y se propagó a través de sus conmovedoras palabras. Quizá el discurso más famoso fue el que pronunció el 28 de agosto de 1963, en la manifestación de protesta multitudinaria en Washington: "Yo tengo un sueño... Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: Afirmamos que todos los hombres son creados iguales".

Luis Rojas Marcos: "La Fuerza del Optimismo". Punto de Lectura. 213-218
http://www.youtube.com/watch?v=L0IyniAgMME&feature=player_embedded

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