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Paz y Ciencia

viernes, 13 de abril de 2012

La Experiencia de la Bipolaridad




El trastorno bipolar es una alteración del estado de ánimo que afecta por lo menos a un individuo de cada setenta. Las personas afectadas corren el riesgo de sufrir problemas de carácter familiar, social y laboral, pero también pueden sufrir problemas físicos, abusar del alcohol u otras sustancias, e incluso llegar al suicidio. Pero, por suerte, también hay muchos motivos para la esperanza. La medicación y la psicoterapia, junto con el uso de ciertas técnicas por parte de la persona, permiten controlar los "episodios" o cambios del estado de ánimo -desde las alturas de los estados maníacos hasta las profundidades de los estados depresivos- que caracterizan este trastorno. También permiten impedir la aparición de futuros episodios, rebajar el impacto de los factores que actúan como "disparadores" de esos episodios y afrontar el trastorno con la eficacia necesaria para poder disfrutar de una buena calidad de vida.
El objetivo de este libro es ayudar a las personas diagnosticadas con trastorno bipolar, que crean sufrir este trastorno o que estén preocupadas por alguien que lo sufra, a comprenderlo y controlarlo con enficacia.
Un caso: Martha tuvo un episodio maníaco, se fue a un casino a 150 kilómetros de su casa y se acostó con un señor que conoció allí, cuando su marido le fue a buscar no estaba. Cuando el marido regrésó a casa, ella estaba desaliñada y muy irritable. Fueron al hospital y le diagnosticaron de trastorno bipolar. El médico le recomendo un estabilizador del estado del ánimo (litio) y un fármaco antipsicótico (haldol). Tras unos pocos días se pudo ver que Martha respondía muy bien al tratamiento. Pero cuando el médico le comentó su intención de darle el alta, Martha le planteó una serie de preguntas que expresaban su inquietud por todo lo que había desencadenado aquel suceso. ¿Por qué le habían dado aquella "sentencia de muerte" (el diagnóstico)? ¿Por qué la "drogaban" y se la "sacaban de encima" con tanta rapidez? ¿Por qué se le decía que sufría un episodio maníaco si ella creía que la mayor parte de lo que había hecho se podía atribuir a su personalidad o a su estilo personal? "Siempre he tenido mucha confianza en mí misma", decía quejándose a su médico, a su marido y prácticamente a cualquier persona que veía. "¿Desde cuándo todo lo que hago se debe a una enfermedad mental?" Su médico se mostraba muy comprensivo, pero Martha creía que la información que le daba no era suficiente. Presionado por la necesidad de dar de alta a los pacientes del hospital con la mayor rapidez posible, el médico la dejó con un régimen de medicación pero con muy poco conocimiento de lo que le había pasado o de lo que podía esperar al volver a casa.

Si estuviéramos en la posición de Martha, lo más probable es que encontráramos la experiencia en el hospital tan confusa y tan frustrante como la sintió ella. Según mi experiencia, las personas suelen estar muy necesitados de información acerca del trastorno, sobre todo durante un episodio maníaco o depresivo o justo después del mismo. Naturalmente, las personas que padecen el trastorno tienen menos dificultades para asimilar esta información cuando sus peores síntomas ya han pasado. Pero incluso durante la hospitalización de Martha, a ella y a su marido les hubiera beneficiado mucho recibir alguna información básica, por ejemplo, sobre cómo sabían los médicos que padecía este trastorno, cómo experimenta los síntomas la persona afectada y cómo evoluciona la enfermedad con el tiempo. Les hubiera sido útil saber qué debían esperar después de que Martha recibiera el alta del hospital, incluyendo los riesgos de sufrir nuevos episodios. Sin esta información, era difícil que Martha pudiera situar sus experiencias en el contexto adecuado. La consecuencia de ello es que empezó a dudar del diagnóstico y, por extensión, de la conveniencia de seguir el tratamiento prescrito.
Uno de los supuestos básicos de este libro es que la comprensión de este trastorno ayuda a las personas que lo padecen a aceptarlo y a convivir con él. Algunas preguntas importantes que con frecuencia se quedan sin respuesta porque los profesionales de la salud mental no tienen tiempo para responder a ellas, son las siguientes:

¿Cuáles son los síntomas del TB?
¿Quién es la persona aparte de su trastorno?
¿De dónde procede esta enfermedad?
¿Cómo puede saber alguien que está empezando a padecer este trastorno?
¿Qué activa los ciclos o cambios del estado de ánimo?
¿Qué se puede hacer para minimizar las probabilidades de experimentar recaídas o "recidivas"?
¿Cómo explicar esta enfermedad a otras personas?
¿Qué futuro le espera a la persona afectada?

Poder situar esta enfermedad en un contexto informativo ayuda a la persona afectada a evitar, o por lo menos minimizar, los perjuicios asociados a futuras recidivas y a establecer unos objetivos adecuados para el futuro inmediato y a largo plazo.

Inspirado en el texto de David J. Miklowitz: "El Trastorno Bipolar: Una Guía Práctica para Familias y Pacientes". Paidós, 2004, Barcelona.

Del cielo al infierno.

Muchos libros se han escrito acerca de que el trastorno bipolar en vez de una enfermedad podría ser un “don”, dado el alto porcentaje de genios de la humanidad (y, en general, personas exitosas en sus ámbitos); o al menos una “diferencia” cognitiva útil desde un punto de vista evolutivo. Según un estudio de uno de los máximos especialistas a nivel mundial en este trastorno, Hagop Akiskal, mientras los bipolares en la población general no pasan del 4% o 6%, entre escritores llega al 50% y entre los artistas supera el 60%.

Sin embargo, Strejilevich insiste en que es una enfermedad. “En todo caso, podría tratarse de un don útil en términos sociales y no individuales, ya que no resulta ciertamente fácil vivir con semejante trastorno”, agregó. Y puso como ejemplos los casos de Vincent van Gogh y de Virginia Woolf, dos conocidos bipolares.

“Van Gogh creó obras que hoy todos admiramos pero ni él ni su familia pudieron disfrutar de ese éxito, y Virginia Woolf sufrió tremendamente y tuvo varios intentos de suicido antes del definitivo; sólo escribió en los intervalos de lucidez”, precisó.

Por su parte, Cóppola agregó que “cuando están arriba son extremadamente lúcidos y muy ocurrentes... si se quedan dentro de la realidad puede irles muy bien. La cuestión es que en los episodios de euforia puede aparecer también la psicosis y ahí la relación con la realidad es igual a cero. La genialidad se pierde, se hacen malos negocios y aparece el despilfarro de dinero, una de las causas de inhabilitación judicial”, remarcó.

Qué tomar. Uno de los grandes vuelcos que tuvo el tratamiento para el trastorno bipolar se dio cuando el médico australiano John Cade descubrió la acción de las sales de litio, hacia fines de la década de 1940. “Cerca del 70% de las personas afectadas por trastornos bipolares puede esperar una recuperación plena y el tratamiento con litio ha demostrado disminuir también la tasa de suicidio”, opinó Strejilevich.

Cóppola –uno de los organizadores de la Semana del Paciente Bipolar– mencionó también que se pueden usar antirrecurrenciales, justamente para evitar los puntos álgidos de los ciclos. Pero Strejilevich disiente fuertemente: “El litio es el gold standard del tratamiento y salva muchas vidas cada año, las otras medicaciones son tan nuevas que no se tiene el suficiente conocimiento como para avalarlas de este modo.”
http://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoID=44035

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