PEACE

PEACE
Paz y Ciencia

domingo, 15 de abril de 2012

La Fuerza del Deseo: estrés y alimentación


“¿Es que no es el deseo más voluptuoso que la satisfacción?”
Jacques Rivière.
“Lo mucho se vuelve poco con desear un poco más.”
Francisco de Quevedo y Villegas.




El estrés propicia ciclos reactivos y la conciencia plena es una herramienta para identificar cúando ese ciclo es negativo y sustituirlo por una respuesta positiva. Como la alimentación es un buen ejemplo de la fuerza del deseo, vamos a explorar la cuestión; en una relación circular estarían los siguientes elementos: Memoria+Hábito-Sensación+Emoción-Inténción+Atención-Búsqueda+Ingestión-Satisfacción-Memoria+Hábito...
De acuerdo con este modelo, una sensación determinada combinada con una emoción, pongamos un consquilleo en el estómago unido a una sensación de ansiedad, produce intención de buscar algo que comer, pongamos chocolate, que por cierto, es una sustancia excitante que, a veces, se consume por la noche. Además de dificultar el sueño, el azucar se convierte en grasas. Otro ejemplo típico es el alcohol, del que sabemos que, a veces se hace un uso de "ansiolítico" y "euforizante", para estar un poco chisposo. Si nos acostumbramos a recurrir a estas sustancias en situaciones de estrés estaremos dañando nuestro organismo y evitando el tomar medidas de afrontamiento al estrés.
La sensación de haber satisfecho el deseo produce un cambio emocinal que activa la memoria correspondiente. A medida que se repite el patrón, se va fortaleciendo el hábito, que puede llegar a ser automático, como en las adicciones.
Cuanto más fuerte es el hábito, más dífícil resulta romperlo. Los deseos más fuertes son los que llamamos adicciones: tabaco, alcohol o drogas, que tienen una gran capacidad de modificar las emociones en un tiempo muy corto. Así se establece una relación causa-efecto que condiciona poderosamente el comportamiento del organismo.
El punto débil para romper esta cadena es el momento en que surge la sensación corporal, preferiblemente antes de que aparezca la emoción correspondiente, que es cuando el deseo es menor; entonces aún no han aparecido los pensamientos que alimentan y justifican el deseo, incitando a la acción. Tampoco está la visión del objeto deseado ni el contacto con él, que activa poderosamente el deseo. Ese es el lugar donde hay,que aplicar la conciencia plena, sabiendo que las sensaciones son transitorias (p.ej.: el deseo de fumar dura unos minutos y luego se atenúa mucho). No hay ninguna sensación que permanezca mucho tiempo de forma estable. Entrenando la conciencia plena, uno cae en la cuenta de que los pensamientos que surgen están contaminados por el deseo y, por tanto, no son de fiar.

No hay comentarios: