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Paz y Ciencia

domingo, 1 de abril de 2012

Melanie Klein

El interés creciente despertado por la psicología del niño ha dado a conocer fuera de los medios especializados la obra de Melanie Klein, y su situación al margen de la ortodoxia freudiana ha quedado largo tiempo a la sombra. Conceptos ayer heterodoxos -el predominio de la agresividad primaria, posiciones de desarrollo infantil, técnicas de análisis por el juego- aparecen hoy como signos de una indudable originalidad.
Nacida en Viena en 1882, Melanie Klein es iniciada en la práctica analítica por el psicoanalista Sandor Ferenczi, que en 1916 le dio acceso al Policlínico de Budapest. Después de una estancia en Berlín (1920-1925), donde se familiariza con el pensamiento de Karl Abraham, Melanie Klein es acogida en Londres por Ernst Jones (biógrafo de Freud). Desde entonces hasta su muerte -acaecida en 1960-, Melanie Klein elabora su obra en el marco de la Sociedad Británica de Psicoanálisis, erigiéndose como la figura en pugna con Anna Freud y después con el Middle Group de Winnicott.
Convertida en asiento de una escuala kleiniana (representada especialmente, por Susan Isaacs, Paula Heimann y Joan Rivière).
En una de sus obras más importantes, "Psicoanálisis Infantil" (1932), que deslumbró entre otros a Winnicott, Melanie Klein define las condiciones de un estudio analítico del despertar de la vida psíquica. Enfrentado a la realidad exterior que lo abruma y a la fuerza autodestructiva que lleva en él-Melanie Klein vuelve a la hipótesis freudiana de una pulsión de muerte o agresividad primaria-, el niño de corta edad no dispone más que de un medio para expresar sus fantasmas y salvaguardar su integridad. Dicho medio de expresión por excelencia es el juego, cuya interpretación permite al analista describir el inconsciente infantil.
El mecanismo lúdico por el que el niño proyecta su angustia sobre el mundo exterior supone la existencia de un superyó ya constituido. Melanie Klein distingue dos etapas en la formación del superyó infantil. En la posición esquizo-paranoide, que corresponde a los tres o cuatro primeros meses de vida, el niño -presa de una fuerte angustia de persecución- percibe el mundo exterior como una serie de objetos parciales amenazantes. En una segunda etapa (del sexto al duodécimo mes), el niño accede al conocimiento de objetos totales benévolos (por ejemplo, su madre). Toma conciencia de su extrema dependencia y experimenta una gran angustia por la culpa de haber atacado ese objeto previamente (posición depresiva).
Al describir las etapas del desarrollo infantil en términos de posición (y no, a semejanza de los analistas freudianos, en términos de fase o de estadio), Melanie Klein intenta subrayar el hecho de que existe una identidad estructural entre las experiencias emocionales de la primera infancia y las psicosis de la edad adulta. La paranoia y la esquizofrenia, caracterizadas por el delirio persecutorio y el sentimiento de desintegración del mundo exterior, hacen regresar al individuo a la posición esquizoparanoide, en tanto la psicosis maníaco-depresiva vuelve a sumergirlo en las angustias de la posición infantil depresiva.
Numerosas analistas seguidores de Freud han criticado a Melanie Klein por haber situado a una edad edad demasiado temprana la génesis del superyó y del complejo de Edipo. Pero hasta sus adversarios más encarnizados le reconocen el mérito de haber renovado totalmente nuestro conocimiento del bebé y del niño.

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