PEACE

PEACE
Paz y Ciencia

domingo, 1 de abril de 2012

Trabajo y Optimismo

"Un caballo nunca corre tan deprisa como cuando tiene otros caballos que alcanzar y adelantar". Ovidio. El arte del amor, 8 d.C.

"A los políticos de antes les bastaba con saber adular a los reyes; los de ahora tienen que aprender a fascinar, entretener, camelar e ilusionar a los votantes".
George Bernard Sham, Guía del revolucionario, 1903

Cuando se analiza la relación entre optimismo y trabajo, el optimismo que mejor funciona no es el que alimenta la tendencia indiscriminada al pensamiento positivo, sino el que promueve la disposición esperanzada que se ajusta lo más posible a la realidad. Los soñadores idealistas que no distinguen entre las metas alcanzables y las imposibles, o no evalúan correctamente el riesgo de sus decisiones, pueden llegar a conclusiones equivocadas en sus juicios. En este sentido, quizá la estrategia a seguir en situaciones inciertas o peligrosas sea esperar lo mejor y prepararse para lo peor.
Independientemente de lo contentos que nos sintamos en el trabajo, la pérdida inesperada del empleo supone siempre un duro golpe para nuestro estado de ánimo. El despido es a menudo interpretado como un fracaso personal. Además del impacto que pueda tener en nuestra seguridad económica, el cese involuntario hiere la autoestima y plantea un reto a la confianza y al sentido de control que tenemos sobre la propia vida. Con el tiempo, la inactividad continuada se puede convertir en un motivo de amargura y desesperación.
Al igual que en las rupturas de relaciones importantes, las personas optimistas superan por lo general mucho mejor la crisis del despido que las pesimistas. Para empezar, suelen achacar su situación a causas ajenas o transitorias, lo que les protege de los sentimientos de humillación, incompetencia o desmoralización. Y al esperar encontrar un nuevo trabajo, lo buscan con más tesón, lo que a su vez aumenta las probabilidades de encontrarlo.
El talante optimista ayuda a superar la ansiedad que frecuentemente acompaña a la jubilación forzosa, sobre todo cuando el empleo constituyó la fuente principal de gratificación personal y de reconocimiento social. Para muchos jubilados acostumbrados a un trabajo cotidiano, sobre todo si viven solos o no tienen familia -situación cada día más común-, la jubilación supone un retiro involuntario de la vida. Las personas jubiladas optimistas buscan con más facilidad posibles alternativas que les permitan participar en proyectos, ampliar su formación, potenciar sus habilidades o contribuir a causas relevantes. Esto es realmente una ventaja porque estas actividades tienen la virtud característica de ser una fuente importante de satisfacción.
A medida que se prolonga la duración de la vida, que la tecnología permite reducir el número de horas laborables y que se multiplican las personas desocupadas a causa del paro o de la jubilación anticipada, el significado del ocio se revaloriza. Las tareas recreativas que eligen las personas dependen de sus gustos, del ambiente ecológico y social en el que viven y de los medios a su alcance. No obstante, la capacidad de disfrutar del ocio está condicionada sobre todo por la disposición temperamental. Con independencia de que persigamos aventuras emocionantes que hagan saltar el corazón, o prefiramos situaciones tranquilas que conduzcan al reposos o la introspecció, la satisfacción realmente depende de cómo valoremos nuestra actividad, del significado que le asignemos.

No hay comentarios: