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Paz y Ciencia

domingo, 8 de abril de 2012

Vivencia de Autocalma

VIVENCIA DE AUTOCALMA; un trabajo aportado por una compañera de Gabinete: Diana Hidalgo. Un poco más sobre el maestro Winnicott. Que lo disfruten. Rodrigo Córdoba Sanz.



Encontramos su formulación en La interpretación de los sueños obra fundamental del abuelo Freud fechada en 1900, aunque escrita, terminada y editada en 1889. Concretamente en el conocidísimo capítulo VII, "Sobre la psicología de los procesos oníricos". En el mismo, Freud postula su primera tópica (Inconsciente-Preconsciente-Consciente) y aporta dinamismo de tipo económico al esquema propuesto (motilidad, investiduras, en otras palabras deseo). A su vez también establece, utilizando este mismo esquema dos supuestos dinámicos fundamentales, a saber; proceso primario y proceso secundario. El primero tiende a la descarga (identidad perceptiva con la vivencia de satisfacción) y el segundo al pensamiento (identidad de pensamiento con esa misma experiencia). Tras esta somera visión, a vuelo de pájaro, esquemática en sí, de la metapsicología freudiana, pasemos al asunto que quería trabajar, es decir, la vivencia de calma entendida como contrapartida de la experiencia de satisfacción. Sin desatender el otro vértice necesario de este vivenciar, la vivencia de dolor.Para ello, tomemos ciertos fragmentos del propio texto de Freud y partamos del axioma revolucionario propuesto por Winnicott, "El bebé no existe, lo que existe es la pareja de crianza". En La interpretación de los sueños, Freud escribe: "El apremio de la vida lo asedia primero en la forma de las grandes necesidades corporales. La excitación impuesta {setzen} por la necesidad interior buscará un drenaje en la motilidad que puede designarse "alteración interna" o "expresión emocional". El niño hambriento llorará o pataleará inerme. Pero la situación se mantendrá inmutable, pues la excitación que parte de la necesidad interna no corresponde a una fuerza que golpea de manera momentánea, sino a una que actúa continuadamente. Sólo puede sobrevenir un cambio cuando, por algún camino (en el caso del niño, por el cuidado ajeno), se hace la experiencia de la vivencia de satisfacción que cancela el estímulo interno". (Disculpad que no dé la página de la cita pero es debido a que trabajo con un texto en pdf no con un libro en sí). El subrayado, que no es del propio Freud, sino mío a fin de ilustrar lo que quiero decir, nos muestra que la experiencia de satisfacción puede ser entendida del mismo modo como vivencia de calma. Experiencia que será provista por la madre al apaciguar esa tensión interna que vive el niño. Será precisamente la adaptación materna (madre que, por cierto, se encuentra en estado de locura sana -preocupación maternal primaria-) la que en su constancia va configurando la posibilidad de calma y tranquilidad. Esta paz sobrevenida del afuera, aunque todavía no exista la diferencia en el bebé yo/no-yo, será el prerrequisito para que con el correr del tiempo y, apoyado por la continuidad de los cuidados y las vivencias de calma-satisfacción, posibilite que sea el mismo sujeto el que pueda autogenerarse el sosiego, es decir, las vivencias de auto-calma, de autosatisfacción más allá del autoerotismo a mi parecer. La forma y la cualidad de estas vivencias considero que puede ser múltiple (la respiración apacible, el contacto cálido del cuerpo a cuerpo, la voz, la mirada, el canturreo, la caricia, el suave mecer…), siendo epítome de ellas el sostén. Lo que en principio fue el sabio e intuitivo cuidado materno que sosiega el malestar o dolor interior, se convertirá en la capacidad futura de calmarse en situaciones de inquietud, en estas ocasiones por sí mismo. Sin embargo, la vivencia de dolor también puede ser producida desde el exterior. La manifestación fenomenológica de esta injerencia dañina es, a su vez, variada. Desde un ruido fuerte hasta la falla ambiental severamente traumática. Los inconvenientes cotidianos, como puede ser un ruido que asuste al bebé, son amortiguados por el cuidado materno que aporta el retorno a la calma, no en vano ella es el primer medioambiente del niño. Ahora bien, si este primer medioambiente es el causante y origen de la vivencia de dolor, y si ésta alcanza una intensidad insufrible que rebasa la posibilidad de recuperar la paz por parte del niño, estaremos frente a la falla maternal traumática que produce angustias impensables. Volviendo a Freud, en páginas posteriores del mismo capítulo VII, señala lo siguiente: "Investiguemos la contraparte de la vivencia primaria de satisfacción, la vivencia de terror frente a algo exterior. Supongamos que sobre el aparato primitivo actúa un estímulo perceptivo que es la fuente de una excitación dolorosa. Entonces sobrevendrán prolongadas y desordenadas exteriorizaciones motrices hasta que por una de ellas el aparato se sustraiga de la percepción y, al mismo tiempo, del dolor; y cada vez que reaparezca la percepción, ese movimiento se repetirá enseguida (algo así como un movimiento de huida), hasta que la percepción vuelva a desaparecer. Pero en este caso no quedará inclinación alguna a reinvestir por vía alucinatoria o de otra manera la percepción de la fuente de dolor." Si bien, como líneas más adelante apunta, se refiere a la "represión psíquica {esfuerzo de desalojo psíquico}" , a mis ojos este impacto supera a la represión. Me explico. La situación descrita es primitiva, muy temprana. La defensa, también. Podríamos discutir si es escisión, forclusión, clivaje, disociación… Lo que parece nítido es que se genera por un dolor inmenso, una "vivencia de terror", quizá una muerte psíquica. Un derrumbe. No hay que olvidar que estas vivencias intolerables rompen la continuidad existencial. Considero que la imposibilidad de reinvestir se refiere a la no simbolización, al no significado, a lo huero o gap. En los años que habrán de venir, se revivirá esta experiencia y ante ella no existirá capacidad de autocalma ni palabras. Será el difuso e inaprensible temor al derrumbe.

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