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Paz y Ciencia

miércoles, 2 de mayo de 2012

Baltasar Gracián: El arte de la prudencia

121. No convertir en ocupación lo que no es. Igual que algunos todo lo toman en broma, otros todo lo convierten en ocupación. Siempre hablan como si se tratase de algo importante, todo lo toman en serio y lo convierten en materia de discusión o de misterio. Pocas cosas que producen enfado se deben aceptar voluntariamente, pues sería aventurarse sin objeto. Es hacer las cosas al revés, tomar a pechos lo que se debe echar a la espalda. Mucha cosas que eran algo se quedaron en nada al dejarlas. Otras que no eran nada, por haber hecho caso de ellas, fueron mucho. Al principio es fácil terminarlo todo, pero no es así después. Muchas veces nace la enfermedad del mismo remedio. No es la peor regla del vivir el dejar estar las cosas. 122. Señorío al hablar y al actuar. Con él uno se hace sitio en todas partes y gana respeto de antemano. Influye en todo: en conversar, en hablar en público, hasta en caminar y mirar, en la voluntad. Es una gran victoria ganar los corazones. El señorío no nade de la necia osadía ni de la enfadosa lentitud. Si está en la digna autoridad de un caráter superior y en sus méritos. 123. Hombre sin afectación. Cuantas más cualidades, menos afectación, que suele ser una vulgar falta en ellas. La afectación es enfadosa para los demás y penosa para el que la sustenta, pues vive mártir del cuidado y se atormenta con el desvelo. Con ella pierden su mérito las mismas eminencias, porque parecen nacidas más del artificio violento que de la libre naturaleza y todo lo natural fue siempre más grato que lo artificial. De los afectados se dice que carecen de lo que presumen. Cuanto mejor se hace una cosa, más se debe disimular es esfuerzo, para que se vea la perfección cae de su propio peso. Por huir de la afectación no se debe dar por enterado de sus méritos, pues el mismo descuido despierta la atención en los otros. Es dos veces eminente el que guarda todas sus perfecciones en sí mismo y no en la estima. Por el camino opuesto llega el aplauso.

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