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Paz y Ciencia

martes, 29 de mayo de 2012

Bowlby sobre Freud: El Apego



Cuando examinamos la opinión de Freud respecto de los factores causantes de neurosis y otros conflictos, descubrimos que él se centra siempre en el concepto de trauma. Ocurre así tanto en sus formulaciones finales como en sus postulados iniciales, hecho que se ha tendido que soslayar. Por ejemplo, en sus últimas obras, Moisés y la relisión monoteísta (1939) y Compendio del psicoanálisis (1940), dedica una serie de páginas a discutir la naturaleza del trauma, de las edades en las que la persona parece particularmente vulnerable, de los tipos de acontecimientos que pueden resultar traumáticos y de los efectos que aparentemente ejercen dichos acontecimientos sobre el psiquismo en formación.
De los factores mencionados, es la naturaleza del trauma la que ocupa un lugar central en las tesis de Freud. A igual que otros estudiosos, él llega a la conclusión de que son los dos tipos de factores involucrados: el hecho en sí y las características de la persona que lo sufre. Es decir, que el trauma se da en función de la interacción. Cuando una experiencia provoca una reacción patológica insólita, la razón estriba -argumenta Freud- en que dicha experiencia plantea exigencias desmedidas a la personalidad. Es decir, que le impone un grado de exitación mayor que el que puede manejar.
Con respecto a los factores constitucionales, Freud supone que el grado en que cada persona puede enfrentar las exigencias que se le plantean es diferente de la manera en que "ciertos hechos provocan un trauma en determinada personalidad pero no ejercen efecto alguno en otra" (1940). Al mismo tiempo, sostiene que existe cierta etapa de la vida -los primeros cinco o seis años- durante la cual todos los seres humanos se caracterizan por su vulnerabilidad. La razón, a su entender, reside en que durante ese período "el yo... es débil, inmaduro e incapaz de resistencia". El yo, por consiguiente, "no logra afrontar determinadas exigencias que, posteriormente, podrá satisfacer con suma facilidad" y recurre entonces a distintos mecanismos de represión o escisión. Por esta razón -según Freud- las "neurosis solo se adquieren durante la infancia temprana" (1940).
Cuando Freud habla de "infancia temprana", hay que recordar que está haciendo referencia a un período de varios años. En Moisés habla de los primeros cinco años de vida; y, en el Compendio, de los primeros seis. Dentro de ese lapso de tiempo -en su opinión- "el período que va de los dos a los cuatro años parece ser el más importante" (1940).
Lo enunciado ejemplifica la teoría general de la etiología que postula Freud y que se ajusta -estrechamente- a la que proponemos en estas páginas. Sostenemos que la separación madre-hijo puede resultar traumática dentro de los límites de la definición propuesta por Freud, especialmente cuando se lleva al niño a un lugar extraño para él y lleno de desconocidos. Además, el período durante el cual esta experiencia resultaría traumática coincide básicamente con el período de la infancia en que el niño pequeño -según Freud- se caracteriza por su extremada vulnerabilidad. Las breves consideraciones siguientes, en torno al modo en que las teorías postuladas acerca de la separación de la madre se ajustan sustancialmente al concepto freudiano de trauma, permiten esbozar la tesis central de esta obra.
Freud define el concepto de trauma en función de condiciones causales y consecuencias psíquicas. En ambos aspectos, hace referencia a la separación madre-hijo, durante los primeros años de la vida del niño. Con respecto a las condiciones causales, sabemos que el traslado del niño a un contexto extraño provoca una intensa desazón que se  prolonga un período bastante extenso, lo cual se ajusta a la hipótesis freudiana de que un trauma tiene lugar cuando el aparato mental está sujeto a un grado excesivo de excitación. En cuanto a las consecuencias, puede demostrarse que los cambios psíquicos que, por lo general, provocan el dolor de una separación prolongada no son sino los denominados represión, esicisión y renegación. Es decir, precisamente estos son los procesos defensivos que Freud postula como resultado del trauma y que son procesos cuya teoría elaboró para explicarlos. Cabe señalar, por lo tanto, que el agente etiológico objeto de nuestro estudio no es sino un ejemplo concreto del tipo de hechos que Freud considera traumáticos. Vemos así que la teoría de la neurosis elaboraba en esta obra es, en muchos aspectos, una simple variante de la teoría del trauma que postula Freud.
Sin embargo, aunque la tesis sobre la separación madre-hijo se ajusta sustancialmente a la teoría general de Freud sobre las neurosis, y aunque, además, en las teorías de este ocupan un lugar de suma importancia la ansiedad de separación, la pérdida y el duelo que provocan la separación, muy rara vez Freud atribuye la causa del trauma a un acontecimiento único de separación o pérdida en la infancia temprana. Cuando hace referencia, en sus últimas obras, a los tipos de acontecimientos que pueden resultar traumáticos, Freud discurre con gran cautela. En realidad, los términos que emplea para describir estos acontecimientos son tan generales y abstractos que no se sabe con exactitud a que se está refiriendo. En Moisés y la religión monoteísta indica sencillamente que "tienen relación con impresiones de naturaleza sexual y agresiva y, sin duda, también con tempranas heridas infligidas al yo (heridas narcisistas)" (1939).
Por lo general se admite que la separación de la madre-hijo constituye una de esas heridas que se causan al yo. Pero, aunque no cabe duda al respecto, se ignora si fue el mismo Freud quien postuló esta tesis. Por consiguiente, aunque la separación madre-hijo durante los primeros años de vida del niño se ajusta perfectamente a la definición que postula Freud de acontecimiento traumático, no puede afirmarse que prestara verdadera atención a este hecho como un tipo concreto de traumatismo.
La tercera característica del enfoque propuesto en esta obra reside en la aplicación de datos derivados de la observación directa de la conducta, característica que, al igual que las dos citadas anteriormente, se ajusta en gran medida a las teorías freudianas.
Adviértase -en primer término- que, aunque Freud rara vez extrae conclusiones a partir de datos tomados de la observación directa, las dos ocasiones en que sí lo hace revisten una importancia clave. Considérese, por ejemplo, el caso del carretel en el cual basa gran parte de sus argumentos en Más allá del principio del placer (1920) y la agónica reevaluación de la teoría de la angustia que emprende en Inhibición, síntoma y angustia (1926). En este caso, cuando llega a conclusiones complejas y contradictorias acerca de la angustia, Freud busca y encuentra "tierra firme" en la observación de la conducta de los niños pequeños cuando están solos, en la oscuridad o en presencia de extraños. Sobre estas bases descansa la totalidad de sus nuevas observaciones.
En segundo término, es interesante advertir que veinte años antes, en sus Tres ensayos para una teoría sexual (1905), Freud recomendaba explícitamente la observación directa de los niños como complemento de la investigación psicoanalítica:
La investigación psicoanalítica, que descubre la niñez del adulto analizado, y la observación directa de la infancia combinan... La observación directa de los niños tiene el inconveniente de trabajar con datos con los que fácilmente se incurre en error y el psicoanálisis queda dificultado por el hecho de no poder llegar a esos datos ni a sus resultados, más que por medio de grandes rodeos. Más, con la acción conjunta de ambos métodos investigativos, se consigue un grado satisfactorio de seguridad en los hallazgos.
La cuarta característica del enfoque adaptado en esta obra es la referencia a estudios sobre animales. Los que todavía se muestran escépticos acerca del modo en que el conocimiento de la conducta animal puede faclitar nuestra comprensión del ser humano no encontrarán en Freud la corroboración de sus ideas. Este no solo realizó un estudio detenido de Mental Evolution en Man, de Romanes (1888), gran parte del cual está dedicado a analizar la importancia de datos tomados del mundo animal, sino que también, en una de sus últimas obras, el Compendio, expresa la opinión de que "el cuadro esquemático general de un aparato psíquico podría aplicarse, igualmente, a los animales superiores que se parecen al hombre en cuanto al funcionamiento mental". Al concluir, además, deja entrever cierto pesar: "La psicología animal no se ha enfrentado todavía al interesante problema aquí propuesto".
Es evidente que queda aún mucho por hacer en cuanto al estudio de la conducta animal, antes de que dichos estudios puedan arrojar cierta luz sobre el tipo de procesos estructurales a que hacía referencia Freud. Sin embargo, desde que se publicó el Compendio, es mucho lo que se ha avanzado en este terreno. Los brillantes estudios sobre conducta animal y los nuevos conceptos defendidos desde entonces sin duda hubieran despertado su interés.

Todo esto ha sido ya superado gracias al esfuerzo de Bowlby por demostrar empíricamente el concepto de trauma de Freud, desde luego que sigue su legado. Es algo común, el que los psicoanalistas posfreudianos se justifiquen y argumenten sus modificaciones de la teoría o la técnica en base a los escritos de Freud. Freud escribió mucho y como toda persona que desarrolla una teoría, aparecen incongruencias, incoherencias, contradicciones. En esto se apoyan los propios psicoanalistas y los anti-psicoanalistas. No obstante, el modelo de Bowlby fue revolucionario. Esto provocó el rechazo de la "Plana Mayor" del psicoanálisis por investigar fuera del enfoque retrospectivo e histórico y apartarse de la línea rígida de Freud. Si leemos con atención, Bowlby encontró argumentos sólidos en Freud para justificar su trabajo. Un desarrollo que ha trascendido a la actualidad. Que se estudia en todas las Universidades, a diferencia del pensamiento de Freud, que se tiende a pensar que es muy especulativo, imaginativo y que fundamenta sus hipótesis en su imaginación, creatividad y unos pocos casos clínicos. Rodrigo Córdoba Sanz.

http://rivaherrera.wordpress.com/ Excelente página de Carlos Rivaherrera de ilustraciones-retratos de personajes ilustres en todos los campos. Un artista muy interesante. De ahí, al parecer, extraje una ilustración de Carlos Castilla del Pino, por lo que es lo suyo, mostrar su autoría. Le doy las gracias y les invito a que visiten su web. Castilla del Pino, por cierto, estudió profundamente el psicoanálisis, como todos los demás modelos, y fue crítico al respecto. Pero, le inspiró en gran medida a hacer un trabajo que podríamos denominar de "Psiquiatría Profunda".

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