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Paz y Ciencia

domingo, 20 de mayo de 2012

"Budismo Zen y Psicoanálisis"




Este libro está escrito por D. T. Suzuki y Erich Fromm. Nació en un seminario sobre budismo zen y psicoanálisis, que se realizó bajo los auspicios del Departamento de Psicoanálisis de la Escuela de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México, durante la primera semana de agosto de 1957, en Cuernavaca, México. Añadir que en este mismo lugar hubo en un Monasterio cristiano, una experiencia psicoanalítica que enfrentó a los monjes con la "Santa Iglesia". Es un hito de la historia del Psicoanálisis.
Fromm no se escandalizó al emparentarse con lo "místico" del budismo zen, su apertura mental, su vocación investigadora e interés por conocer al hombre en todas sus manifestaciones le llevaron a desarrollar esta experiencia que hace ya muchos años salió en papel. Compartiré con ustedes este escrito, en mi segunda lectura. Lo que, de paso, me ayudará a captar mejor y desde otro ángulo, lo que lei hace 10 años aproximadamente.
Empezaré, tal y como empieza el libro, con la exposición de Suzuki, espero que nadie vaya al concesionario a encontrarse consigo mismo. Fromm decía algo relacionado al respecto, los más cercanos al pensamiento de este autor, así como los lectores frecuentes del blog saben de su pensamiento a través de mi lectura-escritura. ¡Que lo disfruten! Rodrigo Córdoba Sanz.

CONFERENCIAS SOBRE BUDISMO ZEN. D.T.Suzuki.

Muchos grandes pensadores de Occidente, cada uno desde su propio punto de vista, han tratado este tema ya tan gastado por el tiempo, "Oriente y Occidente"; pero, por lo que yo sé, ha habido un número comparativamente escaso de autores del Extremo Oriente que hayan expresado sus opiniones como orientales. Este hecho me ha llevado a escoger este tema como una especie de preliminar a lo que seguirá inmediatamente.
Basho (1644-94), un gran poeta japonés del siglo XVII, compuso una vez un poema de diecisiete sílabas como haiku o hokku.

[Yoku mireba
Nazuna hana saku
Kazine kana.]

Cuando miro con cuidado
¡Veo florecer la nazuna
junto al seto!

Es probable que Basho fuera caminando por el campo cuando observó algo junto al seto. Se acercó entonces, lo miró detenidamente, y descubrió que era nada menos que una planta silvestre, insignificante y generalmente inadvertida por los caminantes. Este es el hecho simple que el poema describe, sin que se exprese en ningún momento un sentimiento específicamente poético, a no ser quizá en las dos últimas sílabas, en japonés kana. Esta partícula, ligada con frecuencia a un nombre, un adjetivo o un adverbio, significa cierto sentimiento de admiración, elogio, tristeza o alegría, y puede vertirse en ocasiones justamente a otras lenguas mediante un signo de admiración. En este haiku todo el verso termina con este signo.
El sentimiento que prevalece en las diecisiete, o más bien quince, sílabas y el signo de admiración al final quizá no sea comunicable para quienes no conocen el idioma japonés. Trataré de explicarlo lo mejor posible. El poeta mismo podría no estar de acuerdo con mi interpretación, pero esto no importa mucho si sabemos que cuando menos hay alguien que lo entiende lo mismo que yo.
En primer lugar, Basho era un poeta de la naturaleza, como lo son la mayoría de los poetas orientales.Aman tanto la naturaleza que se sienten uno con ella, sienten todos los latidos de las venas de la naturaleza. La mayoría piensa de los occidentales que tienden a separarse de la naturaleza. Piensan que esta y el hombre nada tienen en común a no ser algunos aspectos deseables y que la naturaleza solo existe para ser utilizada por el hombre. Pero para los orientales, la naturaleza está muy cercana. Este sentimiento por la naturaleza surge al descubrir Basho una planta nada llamativa, casi despreciable, que florecía junto al viejo seto descuidado, al lado del remoto camino campestre, tan inocentemente, tan sin pretensiones, sin desear ser advertida por nadie. Y sin embargo, cuando se la mira, ¡qué tierna, qué llena de gloria y de esplendor divinos aparece, más gloriosa que Salomón! Su humildad misma, su belleza sin ostentación, provoca la admiración sincera. El poeta puede leer en cada pétalo el más profundo misterio de la vida o del ser. Basho pudo no tener conciencia de ello, pero estoy seguro que en su corazón, en ese momento, vibraba un sentimiento parecido a lo que los cristianos llaman amor divino, que alcanzan las mayores profundidades de la vida cósmica.

Seguiré compartiendo esto con ustedes, a mí me parece muy hermoso, pero hay más miga, no obstante el discurso oriental es más "sensitivo" que intelectualoide. Podíamos aprender, en cierto modo, ese es lenguaje de las emociones... Rodrigo Córdoba Sanz.

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