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Paz y Ciencia

viernes, 18 de mayo de 2012

Carencia de una identidad integrada. El síndrome de difusión de la identidad




Clínicamente, la difusión de identidad se representa por un concepto pobremente integrado de sí mismo y de otros signifcantes. Se refleja en la experiencia subjetiva de vacío crónico, autopercepciones contradictorias, conducta contradictoria que no puede integrarse en una forma emocionalmente significativa, y percepciones huecas, insípidas y empobrecidas de los demás. En cuanto al diagnóstico, la difusión de identidad aparece en la incapacidad del paciente para transmitir a un entrevistador interacciones significativas con otros, no pudiendo este empatizar emocionalmente con la concepción del paciente respecto de sí mismo y de otros en tales interacciones.
Teóricamente, las siguientes suposiciones subyacen bajo esta falta de integración de sí mismo y del concepto de otros significantes. (Kernberg, 1975). En la organización límite de la personalidad hay suficiente diferenciación de las representaciones del sí mismo y de las representaciones de objetos para permitir el mantenimiento de las fronteras del yo (o sea, una clara delimitación entre el sí mismo y los otros). En las estructuras psicóticas, en contraste, está presente una refusión regresiva o falta de diferenciación entre las representaciones del sí mismo y de los objetos. En contraste con las estructuras neuróticas, en donde todas las imágenes del sí mismo ("buenas" y "malas") han sido integradas en un sí mismo comprensivo, y donde las imágenes "buenas" y "malas" de los otros pueden integrarse en conceptos comprensivos de los demás, en la organización límite de la personalidad, dicha integración falla, y tanto las representaciones del sí mismo como de los objetos permanecen como representaciones afectivo-cognoscitivas del sí mismo y de los otros múltiples y contradictorias. Esta falta de integración de los aspectos "bueno" y "malo" de la realidad del sí mismo y de los demás se debe presumiblemente a la predominancia de una agresión grave temprana activada en estos pacientes. La disociación de las representaciones "buenas" o "malas" del sí mismo y de los objetos, en efecto protege al amor y la bondad de la contaminación por el odio y la maldad predominantes.
En la entrevista estructural, la difusión de la identidad se refleja en una historia enormemente contradictoria, o en una alteración entre estados emocionales que implican tal comportamiento contradictorio, y la percepción contradictoria del sí mismo, de modo que el entrevistador encuentra muy difícil ver al paciente como un ser humano "total". En tanto que en la patología grave del carácter neurótico la conducta interpersonal contradictoria puede reflejar la visión patológica pero integrada del paciente respecto de sí mismo y de los demás significantes, en la organización límite de la personalidad lo que no está integrado es la visión interna del sí mismo y de los demás[...]
La difusión de identidad también se refleja en las descripciones de las personas significativas en la vida del paciente, y que no permiten al entrevistador "integrarlas" para obtener una imagen clara de ellas. La descripción de los otros signifcantes es a menudo tan burdamente contradictoria que más parecen caricaturas que gente real [...]
La entrevista estructural a menudo nos permite explorar las percepciones del paciente respecto al entrevistador, y la dificultad del paciente para empatizar con los esfuerzos de aquél para integrar lo que percibe como las percepciones del paciente sobre él. En suma, la entrevista estructural constituye una situación experimental en la que puede explorarse y someter a prueba el grado de integración del sí mismo y de la percepción de los objetos.
Una sólida identidad del yo refleja una estructura neurótica de personalidad en un paciente con una prueba de realidad intacta. En pacientes maniaco depresivos y esquizofrénicos puede aparecer en algunos sistemas ilusorios crónicos, una identidad anormal patológicamente integrada. Estructuralmente hablando, la integración y la congruencia con la realidad son las que diferencian la organización neurótica de la personalidad y la psicótica.
Un tema estructural íntimamente relacionado tiene que ver con la calidad de las relaciones objetales: la estabilidad y profundidad de las relaciones del paciente con los otros significantes según se manifiestan por la calidez, dedicación, interés y tacto. Otros aspectos cualitativos son la empatía, entendimiento, y la capacidad para mantener una relación cuando es invadida por el conflicto o la frustración. La calidad de las relaciones objetales es un gran parte dependiente de la integración de la identidad, lo cual incluye no solo el grado de integración sino también la continuidad temporal del concepto del paciente sobre sí mismo y los demás. Normalmente, nuestra experiencia de nosotros mismos es consistente a través del tiempo bajo circunstancias variantes y con personas diferentes, y experimentamos conflicto cuando surgen contradicciones en nuestro autoconcepto. Lo mismo se aplica a nuestra experiencia de los demás. Pero en la organización límite de la personalidad, esta continuidad temporal se pierde; tales pacientes tienen poca capacidad para una evaluación realista de los demás. Las relaciones a largo plazo de los pacientes límites con los demás se caracterizan por una percepción crecientemente distorsionada de las mismas. Fracasa para lograr una  empatía real; sus relaciones con los demás son caóticas o huecas; y las relaciones íntimas están por lo general contaminadas pos su típica condensación de los conflictos genitales y pregenitales.
La calidad de las relaciones objetales del paciente puede aparecer en esta interacción con el estrevistador. Aunque breves, estas interacciones en el diagnóstico a menudo permiten la diferenciación del fomento gradual por la personalidad neurótica de una relación personal de tipo apropiado, junto a la relación persistentemente bloqueada, distorsionada, vacía, y caótica de la personalidad límite. En el caso de la organización psicótica de la personalidad donde la prueba de realidad se ha perdido, pueden darse distorsiones aun más graves de la relación paciente-diagnosticador. Es la combinación de tal distorsión dentro de una interacción en la que prueba de realidad se mantiene, la que es tan característica de una organización límite de la personalidad. El giro frecuente de enfoque desde la interacción actual del paciente y el entrevistador, hacia las dificultades del paciente en las interacciones con los demás significantes, brinda material adicional para la evaluación de la calidad de sus relaciones objetales.

Otto Kernberg: "Trastornos Graves de la Personalidad. Estrategias Terapéuticas". Manual Moderno.1987, México D.F. Pp.:9-12.

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