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Paz y Ciencia

jueves, 24 de mayo de 2012

El Encuentro Interpersonal: PSICOTERAPIA






Mi experiencia me ha obligado a admitir gradualmente que el individuo posee en sí la capacidad y la tenacidad de avanzar en la dirección de su propia madurez. En una psicoterapia adecuada esta tendencia puede expresarse libremente, y deja de ser una potencialidad para convertirse en algo real. Carl Rogers.

Es una dicha para el hombre ser mortal, pues gracias a esta condición su existencia puede hacerse dramáticamente intensa.
Simone de Beauvoir.

La psicoterapia constituye una herramienta esencial para el tratamiento de la bipolaridad, ya que posibilita la comprensión de las causas emocionales e históricas profundas que han llevado a un sujeto a su padecimiento, ayuda a efectuar un cambio de vida que le permita acceder a un mayor grado de felicidad, libertad, paz e integración psíquica, posibilita la instalacion del eje interior, a partir de lo cual puede aspirar a una oscilación proporcionada, facilita el desarrollo de pensamientos y conductas asertivas, y hace viable la experiencia de descubrir la capacidad de navegar sin temor por matices emocionales diversos.
Muy contrariamente a lo que habitualmente se opina, la psicoterapia no es una opción secundaria o de apoyo enel trabajo terapéutico con pacientes bipolares, sino que puede constituirse, por sí misma, en el centro de la actividad de su cura. La medicación contiene o suprime un síntoma pero no puede sanar en el sentido que le estamos dando aquí a este concepto.
Lógicamente, no estoy planteando ninguna dicotomía o anatagonismo entre las orientaciones psicoterapéuticas y farmacológicas; sí, en cambio, insistiendo en fomentar que los pacientes bipolares accedan a una labor psicológica profunda, duradera, extensa y especializada, y no con la ideología de ser jerarquizada tras cualquier medicación o ser como proceso educativo en torno de la naturaleza del mal bipolar y en torno del desarrollo de conductas apropiadas para enfrentarlo. Esto último -tal como los enfoques psicoeducativos lo demuestran- puede ayudar a que el paciente mejore su conciencia de enfermedad, la regularidad de sus hábitos, prevenga los intentos suicidas y las conductas adictivas o impulsivas. Sin embargo, no se trata solo de esto en la psicoterapia ni que la psicoterapia se convierta en "colaboradora en el sostén del tratamiento farmacológico".
En su magnífico libro El reencantamiento de la Vida, Thomas Moore dedica un capítulo, que se llama "La silla del terapeuta", que resume brillantemente lo que creo que debe ser la psicoterapia y en especial la psicoterapia para un bipolar. De modo que a él remito para ampliar lo que a continuación expongo y, de paso, recomiendo todo el libro a las personas bipolares como un excelente manual. (Nota de Rodrigo C.: Estamos leyendo el trabajo de Eduardo H. Grecco: "Despertar el Don Bipolar". Kairós, 2012, Barcelona. A partir de la página 71).

¿Qué es la Psicoterapia?
La psicoterapia es una experiencia dialógica de búsqueda de hacer consciente lo inconsciente, de tomar contacto con nuestra sombra, de expandir las fronteras de lo que sabemos de nosotros, con la finalidad de ayudarnos a evolucionar, erradicar la ignorancia y la dependencia y, por este camino, eliminar nuestros sufrimientos. Desde esta mirada, la psicoterapia puede ser pensada como un método curativo basado en la acción sanadora de la relación interpersonal.
¿En qué consiste esta relación? En una cita entre dos personas (o más), donde una de las cuales trae su dolor como motivo de pedido de ayuda y la otra está preparada y dispuesta para escuchar, entender las "profundidades" no dichas de este padecer, interpretar su sentido en la vida del consultante y prestar solidaridad y apoyo a su sufrimiento. La naturaleza de este encuentro, la empatía que se establece en la relación, es más importante que cualquier saber académico, formación profesional o información que pueda circular en ese espacio.
El terapeuta es un agente promotor de la libertad del paciente; alguien que colabora para independizarlo de la esclavitud de su enfermedad, que lo empuja a avanzar por el sendero del conocimiento de los motivos de su misión en esta vida, de las lecciones que tiene que aprender y, por lo tanto, alguien entrenado para auxiliar en el descubrimiento del sentido y la resonancia de los síntomas en la vida de una persona.
Para desarrollar este proyecto es necesario que paciente y terapeuta confíen mutuamente uno en el otro y se hagan responsables de lo que le toca a cada quien en esta labor. Acompañar sin interferir, el terapeuta; comprometerse a indagar en los repliegues de su sufrimiento, sus vínculos y su historia, el paciente.
Paciente y terapeuta son semejantes, y la relación, entre ellos, no puede consistir en un contrato impersonal o en la prestación de un servicio técnico, pero tampoco en un vínculo que trascienda lo terapéutico. Siempre debe ser personal y amoroso, pero sin perder cada quien el lugar que la estructura de la relación necesita para funcionar como tal.
De modo que la relación terapéutica se constituye a partir de un estado de necesidad y sufrimiento, por una demanda de ayuda que se manifiesta como síntoma, y esto hace que el síntoma posea, en psicoterapia, un valor diferente del que ocupa en la clínica médica habitual.
Lo que interesa a la psicoterapia es un síntoma como parte de una totalidad que es la vida del paciente. Esto implica entender que esta heramienta se funda en la categoría de la historicidad del hombre, que no consiste en la narración de lo que le sucedió sino en revivir lo que hizo cada quien con lo que le sucedió.
La psicoterapia no se reduce al encuentro de dos personalidades unidas en una tarea común, pues conlleva la presencia corporal. En el diálogo psicoterapéutico el cuerpo es un territorio donde se expresan los afectos que se intentan descubrir y sanar. Del mismo modo, el Alma está presente tanto como el cuerpo. Y la vinculación terapéutica sagaz abarca la comunicación en estas tres dimensiones del hombre, dejando de lado teorías, explicaciones, técnicas y estadísticas para permitir que el hombre se exprese en pleno como tal.

El para qué de la psicoterapia
Una persona pide ayuda terapéutica, no para sentirse peor, sino para curarse, o por lo menos, aliviar sus padecimientos. [Es la demanda angustiosa que expresan estos versos de Jaime Sabines: "...quiero que me acompañen y me auxilien antes de caerme a mis pies. (Sobre mis zapatos me voy a caer como si me quitara el traje)".]
Tiene una dificultad concreta o un sufrimiento determinado que anhela dejar atrás. Pero, muchos de sus anhelos no resultan sueños fáciles de realizar y, por otra parte, es frecuente que arrastre una historia de "frustraciones terapéuticas" que le generan una actitud desconfiada, reticente o de poca fe en el tratamiento que va a iniciar.
A pesar de todo, su esperanza es hallar aquí, en esta nueva oportunidad, una ayuda concreta, la comprensión de sus malestares, la solidaridad con sus penas; en suma, un espacio donde ser escuchada, compartir sus problemas y encontrar soluciones o, por lo menos, caminos hacia ellas.
Pero en esta demanda de establecer un vínculo confiable, el dolor que arrastra el paciente entraña la posibilidad de convertirse en un muro que impida ahondar hasta las raíces del mal que lo atormenta. La preocupación, la angustia, el padecer pueden impedirle entregarse a una búsqueda reveladora.
Esto es algo inmediato que hay que enfrentar, son resistencias que hay que dejar atrás. Atender lo lindante no es una mala política, si no se pierde de vista la finalidad de la labor psicoterapéutica, que no consiste solo en aliviar el sufrimiento, sino, esencialmente, en hacerlo comprensible hallando su sentido. De modo que la psicoterapia puede ser vista como una apuesta para reflexionar sobre el valor y alcance del dolor en nuestras vidas.
Esta cavilación es válida en cualquier campo de trabajo terapéutico y conlleva una necesaria pregunta por la vida interior de la persona, que desplaza el eje del tener una enfermedad a ser enfermo, del por qué al quien.
Entonces, el para qué de la psicoterapia transita este carril: el descubrimiento profundo de uno mismo. Proceso que no está centrado en el paciente, sino en la historia vivida en común entre terapeuta y paciente y en la construcción de una nueva esperanza de llegar a ser.Descubrimiento que tiene un aspecto bien concreto que se traduce en mayor felicidad, mayor libertad y mayor comprensión de la existencia singular de cada cual. Aunque no se agote en eso, la psicoterapia proporciona un mejor modo de vivir, relacionarse y avanzar por la vida.

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