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Paz y Ciencia

domingo, 20 de mayo de 2012

El Psicoanálisis en la Práctica: Erich Fromm



"El sentido de la identidad basado en "lo que yo tengo" es siempre amenazante...el sentido de la identidad basado en el ser es totalmente diferente". Erich Fromm.


Como es sabido, la teoría freudiana es esencialmente instintivista, supone que todo se basa en el instinto, concediendo que el medio influye en los instintos según el carácter. Pero, si en la teoría podríamos ponerlos del lado del instintivismo,  en la práctica, los psicoanalistas, incluso freudianos, son realmente ambientalistas, y siguen en general este simple principio: todo niño es lo que sus padres han hecho de él; y es el influjo de este medio ambiente lo que determina por completo el sino de una persona, no lo que Freud llama factores constitucionales. Pero Freud mismo fue mucho más prudente que todo eso. Dijo que los factores constitucionales, o sea, aquello con lo que nacemos, los factores hereditarios, y los factores ambientales forman una continuidad, en la cual la importancia de cada factor difiere de caso a caso. En unos es mucho más fuerte el factor constitucional y en otros es más fuerte el factor ambiental, pero hay una continuidad, con la constitución en un extremo y, el medio ambiente, en el otro.
Sin embargo, en la práctica del psicoanálisis, así como entre el público, se hace tabla rasa de los factores constucionales, considerándose que todo es consecuencia del medio ambiente. Y también se dice, desde luego, que los padres son responsables de todo lo que haya sucedido. (Nota de Rodrigo C.: este pensamiento social, relacionado con la idea ambientalista como imperante se ha invertido hacia el poder de la "genética", por el potente influjo de la ciencia, en particular de la psiquiatría biológica. En la época de Fromm este estamento no existía con tanta importancia.) En cierto sentido lo son, pero en otro sentido no son tan responsables, porque..., bueno, ya saben cuál es la consecuencia: las madres modernas que han asistido a clases de psicoanálisis tiene miedo de besar a sus hijos, por si acaso les crean el complejo de Edipo, y tienen siempre miedo expresar una opinión firme, por si acaso resultan autoritarias y les provocan a los hijos una neurosis. (Nota de Rodrigo C.: ya saben que ahora esto no sucede, aunque existan "Escuelas de Padres" con influjo psicoanalítico. Hablo de España y una buena parte de Europa.)
En cambio, los que van a psicoanalizarse viven la mar de contentos creyendo que no son responsables de nada, pues solo son lo que sus padres les han hecho ser, tan malos, y no pueden hacerle nada, sino ir al psicoanalista, a contarle todo lo que sus padres les han hecho a uno, sin que eso, desde luego, tenga por qué hacerle cambiar. Así que, hablan y hablan.
En realidad, hay una interacción constante entre los padres, la constitución del hijo y las reacciones del hijo a lo que hacen los padres. El niño, a los cuatro o cinco años, muestra ya las primeras reacciones propias. No puede decirse "soy así porque mi madre era así". Ciertamente, mi madre, o mi padre, o mi medio ambiente, fueron las primeras influencias determinantes, pero también debo preguntarme qué hago, qué hice, para no sucumbir a estas influencias. ¿Es que era un pedazo de cera, o una hoja de papel en blanco, en la que mis padres pudieron escribir lo que quisieron? ¿No tuve de niño la posibilidad de decidir otra cosa? ¿Es que no tenía voluntad? ¿Estoy determinado completamente por las circunstancias?
Así, resulta que esta idea vulgar de psicoanálisis se parece bastante al conductismo de Skinner. Equivale a decir que uno está condicionado así, y así uno es como es. Solo que Skinner no se toma la molestia de averiguar qué hay dentro de la "caja negra", qué hay en el interior de esta persona, que transmite el factor condicionante a la consecuencia: la conducta de tal persona. Eso no le interesa. De todas maneras, no le interesan cosas que no sean la pura manipulación de la gente. Pero, si le añadimos la guinda del punto de vista teórico freudiano, equivale a decir que, estamos condicionados así, y entonces podríamos clasificar el psicoanálisis, desde el punto de vista de Skinner, como un descondicionamiento a lo grande. Mi madre me dijo: "Te quiero si no me dejas". Y el psicoanalista me dice que soy un buen paciente si le dejo. Y si esto continúa unos años, aceptaré otro condicionamiento, por el cual abandonaré a mi madre y me aferraré al psicoanalista: la llamada transferencia prolongada; y cuando no me quede ningún pretexto para continuar el análisis, me aferraré a cualquier otra persona.
Muchos se casan para pasr de la madre a la esposa como sustituta, o escogen cualquier otra figura materna, o figura autoritaria. Y esto es lo que hace funcionar la política, esas adhesiones que se entregan por la necesidad de depender de alguien. La gente quiere cambiar de dependencias, no independizarse. Se trata de un problema grave, pero no solo en la terapéutica freudiana, sino que se encuentra en toda terapéutica analítica.
Se ha dado mucha importancia a los factores condicionantes, que nos hacen ser como somos, y no se ha dado ninguna a lo pudimos hacer para desenredarnos, para poder obrar de otra manera, utilizando ese margen de libertad que tenemos; y sobre todo, a lo que podamos hacer ahora, si podemos hacer algo a cualquier edad posterior, de los 50 a los 70 años. Mi paciente mayor fue una mujer de 70 años, cuya vida cambió verdaderamente a consecuencia del análisis, pero estaba muy viva, estaba más viva que la mayoría de los 20.
Lo esencial es que, para Freud, los factores constitucionales, es decir, lo que hay dentro de una persona, representan cierto papel. Pero, actualmente, gran parte del psicoanálisis ha degenerado en una terapéutica de puro condicionamiento. No en teoría, pero sin afirmar la responsabilidad de uno mismo. En lógica, se pregunta uno: "¿Por qué soy como soy?". Es casi lo más preguntado, la fórmula fundamental de la mayoría de las psicoterapias, la de "por qué soy como soy". Pero yo quiero comprender "quién soy yo"; no "por qué soy como soy", sino "quién soy yo". Es lo que llamo hacerse una radiografía. Sabiendo por qué soy como soy no sabré quién soy.

Erich Fromm: "El Arte de Escuchar". Paidós. 2012, Barcelona. Pp.: 62-65



"¡Las Personas son Libres!". Victor Frankl, estuvo en tres campos de concentración. Escribió entre otros "El Hombre en Busca de Sentido".

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