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Paz y Ciencia

miércoles, 16 de mayo de 2012

¿Quién es el que nunca se da por vencido?



¿Cuál cree usted que es la razón de que se abatan sobre su persona las desdichas? Algunas personas, las que se dan por vencidas con facilidad, dicen casi siempre refiriéndose a su propia desgracia: "Soy así, siempre ocurrirá así, hay algo que tengo y que echa a perder todo lo que hago". Otros, los que se resisten a rendirse ante las circunstancias, responden: "Las cosas vinieron así, como vinieron se van  a ir, y además todavía quedan muchas otras cosas en la vida".
Su modo habitual para explicar los contratiempos, su pauta explicativa, es algo más que simples palabras pronunciadas cuando les va mal. Es un modo de pensar, algo aprendido en la infancia y la adolescencia. Su pauta explicativa deriva directamente de su propia opinión respecto del lugar que ocupan en el mundo: si piensan que son valiosos y merecedores de algo, o si es inútil y sin esperanzas. Allí está lo que podríamos llamar la marca de fábrica de ser optimista o pesimista.

Martin Seligman explica que existen tres dimensiones explicativas: permanencia, penetración y personalización.
Con respecto a la permanencia dice: los que se dan por vencidos a las primeras de cambio son personas convencidas de que los contratiempos que les ocurren son permanentes: los malos momentos persistirán, estarán allí siempre, para arruinarles la vida. Los que resisten al desamparo creen que las causas de los contratiempos son temporales.
Seligman también habla de la amplitud en estos términos: las personas que formulan explicaciones universales para sus fracasos se rinden ante cualquier cosa que les pase cuando padecen un contratiempo. Las que tienen explicaciones específicas pueden sentirse desvalidas en esa parte de sus vidas, y tener ánimos para todo lo demás.
Podemos decir para entendernos que la pauta explicatriva optimista para las cosas buenas es la inversa de la que corresponde a las adversidades.



La histora gráfica del paso de la resignación a la esperanza y el triunfo. El ejemplo de Jiménez y los jugadores, guerreros que dieron una alegría inefable a Zaragoza, a Aragón. Un ejemplo de superación. Rodrigo Córdoba Sanz.

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