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Paz y Ciencia

viernes, 25 de mayo de 2012

Testimonio de una Experta en Trastorno Bipolar hablando de su bipolaridad

Acabo de leer un artículo antiguo de Ricard Ruiz Garzón, el periodista e investigador que escribió "Las Voces del Laberinto". Un libro estremecedor que refleja las vivencias de la persona "acuñada" de esquizofrenia. En dicho artículo comenta algo que me parece justo recalcar. Las personas con esquizofrenia, según la evidencia científica y la experiencia clínica, así como algún amigo con tal sufrimiento, son personas ´menos agresivas que la norma. Sin embargo, los medios de comunicación y, por ende, la gente, ha construido una imagen de la persona con dicha enfermedad como si fueran personas peligrosas. En el artículo que voy a compartir ahora con ustedes se habla de un caso desgraciadamente célebre, como aquella médico que mató en el hospital a inocentes personas. Lo que provoca el eco insensible y desinformado de los medios de comunicación es provocar miedo, odio y discriminar a estos y otros pacientes mentales. La persona a la que hace referencia en el artículo, que arrojó a una joven al metro tenía alucinaciones y un delirio megalomaniaco en el que Dios le incitaba a hacer tal cosa. Después se presentó a los policías diciendo lo que había hecho. Esta enfermedad que afecta al menos a un 1% de la población es mal entendida y "estigmatizada", y como esta, otras muchas enfermedades mentales, que se asocian con que la persona está "loca". No es consciente de sus actos. En realidad, la persona que arrojó al metro a la joven, provocándole la amputación de la pierna entre otros graves daños físicos y psíquicos necesitaba un tratamiento. La condena fue la reclusion durante once años en un centro penitenciario-psiquiátrico.
Las personas con esquizofrenia son menos violentas porque su falta de energía, su desmotivación, su "apagamiento" provoca, lo que se dice técnicamente, un afecto aplanado. Lo que hay que hacer, por responsabilidad, es que esas personas con esquizofrenia reciban un tratamiento justo, psicológico, psiquiátrico y social. Es extremadamente raro que una persona con esquizorfenia medicada con neurolépticos (antipsicóticos) pueda provocar semejante tragedia. Desde aquí le mando un profundo abrazo a la víctima, a la que seguramente le pareció poco la condena. Esto es muy, muy comprensible.
Por otro lado, denunciar la mirada altiva y de desprecio hacia las personas con problemas psicológicos-psiquiátricos graves.
No se puede confundir la parte con el todo. Es injusto, como lo que hizo el enfermo con la joven, esto último tal vez más en cuanto a que hubo daños físicos graves y la consecuente reacción emocional devastadora para la joven. Es necesario mayor educación en cuanto a la "enfermedad mental" y menos sensacionalismo hortera, hueco, vacío y patético, pensando más en los índices de audiencia que en la naturaleza del problema. El enlace citado: http://blogs.publico.es/dominiopublico/category/ricard-ruiz-garzon/

A continuación compartiré la introducción del libro "Una Mente Inquieta", de la Doctora Kay R. Jamison, licenciada en psicología por la Universidad de California en Los Angeles, es reconocida como una autoridad en los procesos maniaco-depresivos (Trastorno Bipolar). Fue coautora del texto médico que define esta enfermedad, también conocida como desorden bipolar. Ejerció profesionalmente en Los Angeles, donde dio clases en la Universidad de California, y actualmente es profesora en la Johns Hopkins University, Washington, ciudad donde vive. Gracias a una beca de la Universidad de Oxford, investigó la relación entre la creatividad y síndrome maniaco-depresivo, analizando casos como el de Van Gogh, Shumann o Lord Byron, lo que le inspiró una de sus obras más conocidas, Touched with Fire, publicada en 1993. "Lo que me ha salvado de verdad", confiesa, "ha sido la psicoterapia", lo que ella llama (como decía Freud, o como se dice en la terapia Gestalt): "la cura mediante la palabra". Únicamente el equilibrio entre el fármaco como moderador y la psicoterapia como auténtico santuario, el ejercicio de su profesión (mi profesión) y el amor de su segundo marido han podido rescatarla del horror y situarla en un estado que se parece bastante a la serenidad.

Lo que ahora voy a escribir, es la Introducción al texto mencionado. Allí aparece la parte enferma de la autora, sin embargo su prosa tiene un valor profundo y poético que le da un valor muy importante. También puede transmitir esperanza a otras personas que padezcan este u otro trastorno. Se puede trabajar, desarrollar la creatividad y conseguir una vida que merezca la pena de ser vivida. Una vida, incluso, con felicidad, aunque esté, en cierto modo, subyugada a variables psíquicas que tienen que ser sostenidas en psicoterapia y compensadas por psicofármacos como el litio, el medicamento clásico al respecto. Decir, que actualmente, se están prescribiendo otro tipo de fámacos para la bipolaridad y resultan eficaces. También decir, que la psiquiatría, una industria ligada con intereses no siempre lícitos ha expresado que el tratamiento oficial para la bipolaridad es la medicación y que la psicoterapia tiene un papel secundario. Aquellas personas que padecen trastorno bipolar, como esta autora o Eduardo Grecco (pueden leer su modo de pensar en este blog) tienen la experiencia de que lo verdaderamente importante es la psicoterapia. Pero la Medicina, la ciencia dura, es la que manda los Preceptos en función de un pensamiento un tanto escéptico con respecto a la sanación o alivio significativo de las personas con este tipo de problemas. Y ahora les dejo con la genial autora revelando una experiencia de su enfermedad que se desató, justamente en la Universidad.  Rodrigo Córdoba Sanz. Experto en Trastornos de Personalidad y Bipolaridad. www.rcordobasanz.es

Kay Redfield Jamison: "Una Mente Inquieta. Testimonio sobre afecto y locura".Tusquets, 2011, Barcelona.

"A veces dudo si una vida tranquila y apacible me hubiese convenido y, sin embargo, a veces la anhelo". Lord Byron.

PRÓLOGO
Cuando son las dos de la madrugada y sufres de manía, incluso en el Centro Médico de la Universidad de California en Los Angeles tiene cierto atractivo. El hospital -normalmente una fría condensación de edificios sin interés-, se convirtió para mí, aquella jornada de hace casi veinte años, en el punto de mira de mi exquisitamente interconectado y avizor sistema nervioso. Con los bigotes en tensión, las antenas desplegadas, los ojos muy abiertos y cara de mosca, lo percibía todo a mi alrededor. Estaba en plena fuga, huyendo con furia y a todo correr, revoloteando de un lado a otro por el aparcamiento del hospital para consumir una energía maniaca desasosegada y sin fin. Huía con rapidez, pero enloquecía poco a poco.
El hombre con quien me encontraba, un colega de la Facultad de Medicina, había parado de correr una hora antes porque no podía más, según dijo con impaciencia. Esto, para una mente en su sano juicio, no hubiera sonado extraño: la normal separación entre días y noches había desaparecido tiempo atrás para nosotros dos, y las horas inacabables de whisky, reyertas y carcajadas acababan de cobrarse un precio innegable, si no definitivo. Hubiéramos debido estar durmiendo o trabajando, publicando y no destruyéndonos, leyendo revistas, escribiendo tablas o dibujando gráficas científicas de las que nadie lee.
De improviso, apareció un coche de la policía. Incluso en mi poco intuitivo estado mental, pude ver que el agente tenía la mano sobre su revólver al salir del automóvil.
-¿Qué cojones hacéis dando vueltas por el aparcamiento a estas horas?- dijo.
No era una pregunta estúpida. Las pocas luces que me quedaban fueron suficientes para hacerme concluir que aquella situación iba a ser difícil de explicar. Mi colega, por fortuna, se encontraba en mejor disposición que yo para pensar y, tras alcanzar alguna parte automática de sí mismo y del inconsciente colectivo universal, respondió:
-Los dos trabajamos en la facultad, en el Departamento de Psiquiatría.
El policía nos miró, sonrió, regresó a su coche y se fue. El hecho de ser profesores de psiquiatría lo explicaba todo.

Seguiré compartiendo con ustedes lo que la autora explica en este libro. Algo que me resulta muy familiar, algo que se escucha,se lee, se ve y se comparte en la Psicoterapia. Algo que, libros como este, reflejan de manera mucho más profunda e interesante que los manuales de psiquiatría con respecto al trastorno bipolar. Reflejando, esos últimos, un deshaucio a la persona con este trastorno. Esta creativa, ilustrada, especialista y docente no es, en absoluto, una isla, sino que otros muchos, bien pudieran transmitir sus vivencias al respecto.  Sin embargo, esconderse resulta más útil en ciertos términos "mercantiles" y de autoridad con respecto a la opinión pública. Es por esto, por lo que he conectado el desafortunado incidente que explica el periodista implicado en el sufrimiento de las personas con esquizofrenia: Ricard Ruiz Garzón, con lo que expresa esta especialista de la bipolaridad, a un lado y al otro de la mesa. Platón, en "La República" decía algo así como que el buen terapeuta debía atravesar el sufrimiento del otro. Esto no suele aceptarse demasiado en ambientes ortodoxos, no obstante, es, sin lugar a dudas, algo muy importante no solo para conocer intelectualmente: un Catedrático de la Universidad de X lugar puede saber mucho sobre el tema. Puede haber escrito muchos libros, puede tener mucho prestigio, por el hecho de ser profesor, catedrático, y en su caso, clínico.
Para mí, tiene más valor este tipo de libros. Todavía más, viniendo de una psicóloga con bipolaridad, que probablemente ya haya realizado un trabajo importante y profundo para que su vida actualmente sea más estable, serena y armónica. La Creatividad, uno de sus interes, uno de mis intereses, uno de los intereses de los profesionales que atienden personas, es el "fármaco" más útil para este tipo de trastornos, y, como no, para personas que puedan ser sanas o normales, lo cual, no es lo mismo.
Seguimos en contacto, un fuerte abrazo y ánimo a aquellos lectores que se identifiquen con estas palabras pronunciadas desde el corazón.











2 comentarios:

Montserrat Llagostera Vilaró dijo...

HOLA
A VECES LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN HACEN MUCHO DAÑO CUANDO PONEN ETIQUETAS A LAS PERSONAS QUE PROVOCAN SUCESOS.
DEBERÍAN MATIZAR QUE LA PERSONA QUE HIZO ESTO NO SE ESTABA MEDICANDO Y AHÍ ESTÁ EL PELIGRO.
ESTAS PERSONAS SON COMO LOS DIABÉTICOS, SON CRÓNICOS Y NECESITAN QUE SU PSIQUIATRA LES VAYA REAJUSTANDO EL TRATAMIENTO.
SALUDOS CORDIALES, Montserrat

Unknown dijo...

Hola soy paciente de TAB y me he sentido identificado con este artículo. Se que esta enfermedad necesita fármacos de por vida, pero esto no garantiza que quien la padece vaya a tener una buena calidad de vida, es necesaria la psicoterapia y entender que las dos deben trabajar de la mano. La cura para esta enfermedad es aceptar que no tiene cura y seguir adelante.