Bowlby y
Winnicott
John Bowlby
y Donald Winnicott
Judith
Issroff y Mario Marrone
Introducción
John Bowlby (1907 – 1990) y Donald
Woods Winnicott (1896 – 1971) fueron los dos psicoanalistas del siglo pasado que más influencia han tenido en
el campo de la salud mental infantil, más allá del psicoanálisis mismo. Ambos
eran médicos y compatibilizaban la labor clínica analítica en la práctica
privada con el trabajo en el ámbito institucional de la salud pública.
Winnicott era pediatra y Bowlby psiquiatra infantil. A menudo se asocian sus nombres por todo lo
que tenían en común. Sin embargo, también tenían diferencias marcadas en
materia de personalidad y estilo. Mientras Bowlby siempre mencionaba en sus
escritos, clases y sesiones de supervisión su afinidad teórica con Winnicott,
no había reciprocidad. Winnicott ignoraba la contribución de Bowlby y, en
ciertas ocasiones, decía que no acababa
de entender sus ideas. Bowlby admiraba el talento clínico de Winnicott;
Winnicott criticaba abiertamente algunas de las ideas de Bowlby (Issroff,
2005). Sin embargo, como veremos con más detalle más adelante, ambos
psicoanalistas trabajaron juntos en varios proyectos y en el ámbito de la
Sociedad Psicoanalítica Británica. Durante un período en la historia de esta
institución, mientras Winnicott era Presidente, Winnicott era Vice-presidente y
ambos se afiliaron al “grupo independiente” o “del medio”, distanciándose de la
posición de Melanie Klein por un lado y la de Anna Freud por el otro. Cada uno
de ellos era un pensador independiente que siguió su propio camino, aunque los
caminos a veces se tocasen y compartieran algunos aspectos de su trayectoria.
¿Qué tenían Bowlby y Winnicott en
común?
En primer lugar, sería interesante
identificar los aspectos comunes que ellos tenían en lo que respecta a su
historia personal:
Ambos procedían de hogares
relativamente acomodados, de clase media alta y habían pasado períodos como
escolares internos.
Ambos sirvieron en la Armada Británica
a pesar de su oposición ideológica a la guerra.
Ambos llegaron al psicoanálisis desde
la medicina y nunca abandonaron completamente la vocación médica.
Ambos se comprometieron profundamente
con el psicoanálisis y dedicaron la mayor parte de sus vidas a la profesión.
Ambos tuvieron padres distantes y
madres deprimidas (Karen, 1994; van Dijken, 1998; Hopkins, 1998).
Ambos sufrieron pérdidas y pasaron por
procesos de duelo que afectaron profundamente sus vidas personales e interés
por ciertos aspectos del psicoanálisis.
Ambos trabajaron en centros
residenciales infantiles y se sintieron muy conmovidos en el ámbito personal y
teórico por estas experiencias (Winnicott, 1947; Haupman e Issroff, 2005).
Ambos se analizaron con Joan Riviere y
supervisaron con Melanie Klein; ambos se distanciaron de la posición Kleiniana
y manifestaron su profundo desacuerdo con ésta.
En segundo lugar, sería interesante
identificar los aspectos comunes que ellos tenían en lo que respecta a sus
ideas e intereses profesionales:
Ambos fueron pioneros del
“psicoanálisis relacional”, cuyo primer principio es que no se puede entender
al ser humano sin hacer referencia a su contexto interpersonal e
intersubjetivo. Aunque ellos no utilizaban estas palabras, lo importante es que
su visión del ser humano, del psicoanálisis y de la psicopatología era
inseparable del contexto social y evolutivo.
· Ambos respetaban aspectos
fundamentales del psicoanálisis freudiano, pero rechazaron algunos de sus
preceptos, como el de pulsión de muerte.
· Ambos se interesaron fervorosamente
por el estudio de los efectos que la privación de cuidados parentales óptimos
tiene sobre el desarrollo evolutivo del niño y le dieron a las experiencias
tempranas con los cuidadores un lugar esencial en los estudios psicoanalíticos.
· Ambos jugaron un rol importante en la
así llamada “Comisión Curtis” que iría a cambiar de una manera fundamental la
manera en que niños y padres son tratados en Gran Bretaña (ver Reeves, 2005).
Estos principios fueron llevados por Bowlby a la Organización Mundial de la
Salud (ver Marrone, 2001).
· Ambos hicieron compatible su interés
por la técnica psicoanalítica para reparar el daño psicológico ya consumado con
el interés por prevenirlo, particularmente trabajando con padres de niños
pequeños. De este modo fueron pioneros de lo que ahora denominamos “promoción
de la salud mental infantil”.
· Ambos se interesaron muchísimo por la
vida, obra y legado de Charles Darwin.
· Ambos hablaban por radio durante el
período de la guerra, dirigiéndose a todos los estratos de una sociedad marcada
por la división de clases. Ambos tenían tendencias políticas dentro de una
corriente que podríamos definir como socialismo moderado.
· Ambos manifestaron su alarma por el avance de
Hitler en Europa, el perjuicio contra los judíos y la guerra (Issroff, 2005).
Bowlby y su amigo Evan Durbin escribieron juntos el libro La agresividad
personal y la guerra (1939, ver Marrone, 2001), siendo su objetivo explicar el
surgimiento del fascismo y nazismo, especialmente en Alemania.·
Durante la guerra, ambos firmaron una
carta abierta en la revista médica británica The Lancet, llamando la atención
sobre los riesgos para la salud mental infantil de la práctica de la
“evacuación” (por la cual los niños que vivían en Londres eran separados de sus
padres y enviados a vivir con extraños que los acogían en zonas remotas del
país para ponerlos a salvo de los bombardeos nazis).
· Ambos escribieron y publicaron
prolíficamente, obteniendo un reconocimiento tardío por la comunidad
psicoanalítica. Ninguno de los dos, especialmente Bowlby, ha sido valorado
dentro del establishment psicoanalítico como se lo merecía, particularmente en
vida. Bowlby no era aceptado fundamentalmente porque sus ideas proponían un
nuevo paradigma. A Winnicott no se lo aceptaba no solo por su originalidad sino
también por su excentricidad personal. Ambos sobrevivieron con dignidad y éxito
personal su exclusión. Winnicott comenzó a obtener reconocimiento en la
comunidad psicoanalítica internacional varios años después de su muerte. A
Bowlby lo han reconocido los investigadores del apego pero no ha entrado aún
por la puerta grande del psicoanálisis.
Las diferencias
Mas allá de las similitudes, Winnicott
y Bowlby tenían diferencias de personalidad y estilo. También su legado
científico ha sido distinto. Winnicott tenía una habilidad muy especial y
característica para comunicarse con cualquier persona, de cualquier edad y de
cualquier nivel con un rapport profundo. Bowlby tenía una gran capacidad de
empatía pero el rapport no era inmediato. Bowlby era cordial, respetuoso y
amable en su trato, pero altamente predecible y algo rígido en sus expresiones
faciales y movimientos corporales; en otras palabras era un típico gentleman
inglés de su época. Winnicott era mucho más espontáneo y juguetón. Uno no
esperaría encontrarlo a Bowlby sentado en el suelo, mientras que para Winnicott
el suelo era tan parte del mobiliario como una silla o una cama. Bowlby tuvo un matrimonio sólido con Ursula,
que duró desde su juventud a su muerte. Winnicott tuvo un matrimonio infeliz
(le dijo a sus amigos que le llevó 18 años separarse de su primera esposa, Alice);
finalmente – ya entrado en años - conoció y se casó con Claire, que resultó ser
una buena compañera. En la práctica psicoanalítica, Winnicott creaba un
encuadre para cada paciente y hasta se lo criticó – justa o injustamente - por
favorecer “regresiones malignas en sus pacientes”, como ocurrió con el caso de
Margaret Little (1985, 1990). Winnicott hizo experimentos técnicos con
pacientes borderline y psicóticos que fueron más tarde objeto de críticas muy
serias (ver, por ejemplo, Kahr, 1999a, 1999b). Bowlby, en cambio, era muy
convencional en el encuadre y, a pesar de se lo criticó por haberse apartado
teórica y técnicamente del psicoanálisis, en realidad, quienes fuimos sus
alumnos sabemos que en la práctica respetaba rigurosamente el encuadre
psicoanalítico clásico. Las percepciones, imaginación y forma de construir
teoría lo llevaron a Winnicott por muchos caminos paralelos, convergentes,
divergentes y múltiples. Jugaba con las palabras y las ideas con la misma
naturalidad que respiraba. Muchos de sus escritos tienen un tinte poético. Su manera
idiosincrásica de escribir le ha creado problemas a los traductores, a quienes
a menudo les ha sido difícil expresar algunas ideas de Winnicott en otros
idiomas. Bowlby, en cambio, era riguroso, metódico y claro en sus escritos,
clases y conferencias. Winnicott comenzó una conferencia diciendo “Lo que
puedan obtener de mi conferencia tendrá que ser extraído del caos”. Bowlby, se
dirigía a su audiencia como si estuviese compuesta de estudiantes de colegio
secundario a quienes hay que enseñarle los puntos “A” a “Z” de un tema
específico de manera inteligible, simple y ordenada. Los escritos de Bowlby se
pueden leer una y otra vez para aprender y recordar con mayor exactitud lo que
él claramente expone. A Winnicott se lo lee una y otra vez para interpretar lo
que dice. Winnicott no espera que el lector entienda lo que no puede captar,
digerir y transformar en algo que personalmente le resulte útil del mismo modo
que él no espera que el analizando hago uso inmediato de las interpretaciones
de su analista. A medida que el lector crece y madura intelectual y
emocionalmente, entiende mejor a Winnicott. Bowlby, en cambio, tenía una
actitud más pragmática y aceptaba la realidad externa por el impacto que tiene
sobre el mundo interno. Winnicott se interesaba mucho más por el interjuego
entre (a) el impacto que la realidad externa tiene sobre el individuo y (b) la
manera en que el individuo percibe y construye esa realidad. Bowlby dejó
aparcados –por así decir- algunos de los temas por los cuales Winnicott se
interesaba. Los escritos de Winnicott han sido de valor escaso para los
investigadores. Los escritos de Bowlby han sido la base de una corriente de
investigación en continua expansión. Para Bowlby (1988), la terapia
psicoanalítica es un arte que se basa en la ciencia del psicoanálisis, como la
jardinería se basa en la botánica. Para Winnicott, el proceso terapéutico se
desarrolla en un espacio lúdico en el cual el intercambio imaginativo entre
paciente y analista se entrelazan.
Algunos aspectos teóricos: sobre los
procesos disociativos.
Bowlby y Winnicott comparten su
interés y dedicación al estudio de la influencia que la conducta de los padres
tiene sobre el desarrollo evolutivo del niño y su vulnerabilidad a la
patología, utilizando como marco referencial no solo la experiencia clínica en
el curso de la terapia sino también la observación directa de la interacción
paterno-infantil. Tanto Bowlby como Winnicott estaban en profundo desacuerdo
con algunos aspectos de la teoría Kleiniana y fueron soslayados por los autores
Kleinianos. Sin embargo, mientras Bowlby siempre respetaba y tenía en cuenta
las ideas de Winnicott, su actitud no encontró una respuesta recíproca por
parte de este último. Sería imposible cubrir en este breve capítulo los
aspectos convergentes y divergentes de los aportes teóricos de Bowlby y
Winnicott. Sin embargo, podríamos mencionar brevemente algunos. Según
Winnicott, inicialmente el bebe se encuentra en una condición de
“no-integración primaria”, es decir estados afectivos no conectados entre sí y
que están relacionados con estados de tranquilidad y de excitación del bebe. El
proceso de integración se hace posible gracias a experiencias unificadoras que
provienen del exterior y del interior, siendo el rol facilitante de la madre
determinante. La disociación temprana de la que se ocupa Winnicott es la que
existe entre los. El Self se desarrolla gracias al proceso de integración. La
madre contiene la angustia inimaginable que suscitaría el derrumbe, si su
función de “sostenimiento” (holding) no fuese suficientemente óptima. Bowlby,
por su parte, no parte del concepto de no-integración primaria. Para Bowlby la
integración es un proceso que se da a través de los cuidados parentales óptimos
y los procesos disociativos son el resultado de situaciones traumáticas en la
relación entre el niño y sus cuidadores. Mientras que para Winnicott, en los
primeros momentos, el bebe inmaduro se encuentra al borde de una angustia
inconcebible, para Bowlby la angustia solo aparece ante el fracaso de la
función parental. Sin embargo, Bowlby y Winnicott se ponen de acuerdo en que el
trauma afecta el desarrollo temprano y en tal caso la personalidad tiene que
edificarse alrededor de la reorganización de las defensas que sigue al mismo. Winnicott
enunció (1960) enunció los conceptos de “Self falso” y “Self verdadero” que
Bowlby (1980) toma y expande. La disociación entre Self verdadero y Self falso
marca un hito importante en el estudio psicoanalítico de los procesos
disociativos y señala la naturaleza defensiva de éstos ante fallas en la
relación parento-infantil. El Self verdadero tendrá sus raíces en las
necesidades de respuesta sensible del niño por parte de sus figuras de apego.
En este contexto el Self verdadero se enriquece a través de la elaboración de
experiencias corporales, emocionales e interaccionales con la figura de
apego. El fracaso de la función parental
produce una interrupción del desarrollo espontáneo. El fracaso es vivido como
ataque y por lo tanto el desarrollo estará marcado como reacción o respuesta a
esos ataques. El objetivo del Self falso es adaptarse a las condiciones
ambientales, ocultando al Self verdadero. Pero esta adaptación es deficitaria
porque involucra procesos disociativos. De esta manera, Winnicott y Bowlby
comparten el mérito de ser pioneros en el estudio de los procesos disociativos
y su relación con el trauma infantil en el contexto de las relaciones de
apego.
Judith Issroff es médica psicoanalista
y psiquiatra, miembro de la Sociedad Psicoanalítica Británica. Ha vivido en
Sudáfrica e Israel y actualmente reside en Londres. Conoció personalmente a Winnicott y Bowlby,
de quienes fue estudiante.
Mario Marrone es médico psicoanalista
y psiquiatra, miembro de la Sociedad Psicoanalítica Británica. Ha vivido en
Argentina e Italia. Actualmente reside entre Alicante y Londres. Conoció
personalmente a Bowlby, de quien fue estudiante.
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