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Paz y Ciencia

sábado, 16 de junio de 2012

Claudio Naranjo realiza el retrato de Perls y la Gestalt



[...] Aunque el propósito de facilitar que la persona se haga consciente de sus emociones y actitudes es tan fundamental en la terapia gestalt como en el psicoanálisis, se puede decir que Perls se rebeló ante la idea del inconsciente. "No se trata de que exista un inconsciente", decía él: "se trata más bien de la formación de figura y fondo". Según la teoría de la forma, siempre que percibimos algo, separamos algo que tiene interés mayor como figura con respecto al fondo, lo restante. Atendemos selectivamente, como es fácil demostrar por medio de ciertas figuras en las que uno puede elegir atender a lo blanco o a lo negro pero no a ambas áreas a la vez. En el arte también se ha reflejado esta concepción de que vemos todo en términos de fiigura fondo y hay artistas que han puesto especial atención no solo a darle forma a la figura sino también al fondo. En Henry Moore, por ejemplo, hay todo un arte de jugar con el fondo de modo que los espacios en sus esculturas son de una coherencia que los hace de mayor interés que de costumbre, en el arte convencional...
James Simkin proponía la imagen del mundo psíquico como ua bola que flota en el agua y de la cual una parte de la superficie es visible en tanto que el resto sumergido -pero que puede girar-. La parte que aparece es lo consciente; la parte que no aparece, el inconsciente. No se trata, entonces de que el inconsciente sea tan solo por efecto de una prohibición; pues puede a veces ser simplemente algo de lo que nos percatamos porque estamos atendiendo a otra cosa y ello se complica con un elemento de rigidez. En tanto que en la condición sana de la mente figura y fondo se suceden a cada momento en nuestra percepción, hay tal cosa como un quedarse pegado, y es pertinente aquí el concepto de auto-regulación organísmica.En tanto que lo normal es una continua reorganización de la percepción de modo que siempre pasa a ser figura aquello a lo que necesitamos atender, tal movilización de la atención, que es parte de la regulación organísmica puede ser interferida por una excesiva fijeza en la organización de figura y fondo.
Este planteamiento aporta algo novedoso a la idea del inconsciente y sin embargo, la terapia sigue siendo la misma: tanto en la Gestalt como en el Psicoanálisis se trata de un atendiendo a aquello a lo que anteriormente no se había atendido, descubrir partes de uno mismo que no estaban descubiertas, es decir, el autoconocimiento.
El Superyó freudiano es naturalmente lo que, transformado en lo que llamaba Perls el "top dog" (expresión norteamericana que se podría traducir como el "mandón" o "perro de arriba") constituye uno de los elementos más característicos de la terapia Gestalt.
Todos llevamos un tirano en nuestro interior, o, más exactamente, está dividida nuestra mente en una parte controladora y una parte controlada; una parte exigente y una exigida. Eso podría parecer una perogrullada, pero la gente tardó mucho en darse cuenta cabalmente de la medida en la cual la estructura de la neurosis es una en que uno se divide en dos partes antagónicas que más bien podrían constituir una complementariedad armónica de naturaleza y cultura. Me parece que el antecedente inmediato al "top dog" de Perls fue la "tiranía del debieras" de Karen Horney, que engarzaba este concepto en aquel otro del "sistema del orgullo"; en la medida que uno cumple con la voz interior del "debes", sustenta un yo idealizado; y en la medida en que no estamos a la altura de estos mandatos, alimentamos un yo despreciado. Este mecanismo mental existe en todos, pero parece que durante mucho tiempo la gente no se dio cuenta, porque esta tiranía interior nos ha parecido normal.
No fue Freud quien desenmascaró la tiranía agresiva del super-yo, sino Nietzche -en quien este descubrimiento estuvo aparejado a aquel de la compulsividad e hipocresía de la moral ordinaria. Cuando a comienzos de su Zaratustra, Nietzsche nos ofrece su concepto de las tres transformaciones, incluso, puede decirse que va más allá de Freud al anticipar la visión reichiana y perlsiana de una sana liberación del instinto: cuando la persona pasa de la condición de camello a la de león -explica- hace una transición del "yo debo" al "yo quiero".
Tan poco obvio era el superyó a los contemporáneos de Freud, sin embargo, que cuando Freud hace su descubrimiento lo plantea como un desafío a Marx. En tanto que Marx ha planteado que toda la cultura es un super estructura secundaria a una realidad económica, le parece a Freud que Marx no se ha dado cuenta que el individuo internaliza los mandatos de sus padres como un superyó, y esta herencia tiene una realidad propia poderosa, y que tampoco la gente parece haberse dado cuenta de esta cultura contagiada a través de las generaciones.
Sirva todo esto como ilustración de cómo Perls toma muchas ideas del psicoanálisis y las aplica a su terapia, pero prefiere cambiarles de nombre. Reconoce la importancia del pasado tanto como Freud, y sabe muy bien guiar a sus pacientes hasta el reconocimiento de los orígenes de sus problemas en la infancia, pero su lenguaje es el de un desafío revolucionario, según el cual parecería que un gestaltista solo se interesa en el presente. Claro está que si uno mira el asunto bien comprende que cuando una persona llora un episodio doloroso en la infancia, ese acto de recordar, como su sufrimiento, están en el presente y no en el pasado. Lo importante en la Gestalt es que lo llore, sin embargo, y aquí también se reconoce la influencia de Karen Horney. Hace poco leía las charlas didácticas de Horney en el Instituto Neoyorquino de Psicoanálisis, una de las cuales versa precisamente acerca de la importancia de las "Experiencias Emocionales" en el análisis; la importancia de no solo "ver" las cosas sino sentirlas[...]
Quiero, para terminar,  poner de relieve que por mucho rollo que haya tolerado Perls y por poco que se haya ocupado de clarificar la teoría implícita de su quehacer, nos ha legado un concepto teórico nuevo: que es posible hacer terapia sin teoría. Hace explícita su posición de existencialista ateórico al menos en su autobiografía, en donde le critica a Sartre necesitar de su comunismo, a Buber de su judaísmo, a Binswanger su existencialismo. A diferencia de ellos, que necesitan ideologías, Fritz se precia de estar parado sobre sus propios pies.
La culminación de esta actitud autónoma de Perls con respecto a no necesitar más que su ser verdadero a la vez que la culminación de su desprecio a las intectualizaciones se ve expresada en la carta que escribió a Rogers como respuesta a la invitación de este a participar en un congreso sobre Psiquiatría Existencial. Perls solo le escribió un par de líneas para excusarse asistir y acompañar su contribución en forma de limerik (pequeño poema humorístico). Dijo, su célebre aporte a la comprensión de la psiquiatría existencial se podría traducir como:

"No soy de esas señoras que perfuman sus hedores
Sino poeta y amante de las artes.
Soy el que soy, y follo cuando puedo.
¡Hombre! Soy Popeye el marino".

Lo considero un buen auto-retrato, afirmación de su identidad, e implícitamente un credo terapéutico: insistía Perls que él no era responsable de sus pacientes, sino de sí mismo, y confiaba en que siendo responsable de sí mismo, esperaba contagiar a otros en responsabilidad, verdad y "amor al arte".

Claudio Naranjo: "Por una Gestalt Viva". Ed. LaLlave, 2007, Vitoria-Gasteiz. 125-148.

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