Su nombre era Abu Tahir, y tenía unos discursos tan iluminadores que atraía a muchos estudiantes, haciendo circular epístolas que eran comentadas favorablemente por todos los mejores pensadores de su tiempo.
Sin embargo, cuando la gente empezaba a escucharlo hablar en persona, solo podían oírle repetir una única frase: "El deseo del mérito no es para el ser humano".
Esta recomendación fue dada varias veces al día durante cinco años. Alguien fue a otro sabio sufí, Ibriqui, rogándole que le ayudase a obtener alguna explicación sobre la extraña conducta de Abu Tahir.
Ibriqui dijo:
- Te quejas porque Abu Tahir dice algo de manera repetitiva. Pero no te quejas de que el sol salga y se ponga el mismo día. Sin embargo, las dos cosas son lo mismo. Al igual que el sol, Abu Tahir está haciendo algo de valor. Si no haces uso de ello, continuará "brillando" en beneficio de quienes pueden aprovecharse, o de ti mismo, para el momento en el que tú puedes servirte de ello.
Este cuento nos dice, entre otras cosas, que los hombres damos por hecho muchas de las cosas que existen en nuestra vida, por lo que no otorgamos el valor necesario a los mínimos detalles, dejando que todo lo que nos rodea, gire en el hábito, transformándolo en monotonía.
También nos da a entender que el conocimiento está siempre disponible entre nosotros, pero que quizá nosotros no estamos siempre disponibles para poder recibirlo. Es decir, que debemos estar preparados para aceptar la sabiduría, pues ésta puede estar delante de nuestros ojos, ser repetida cinco veces al día, y que nosotros no seamos capaces de percibirla.
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