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Paz y Ciencia

jueves, 3 de enero de 2013

El cliente, una persona

El terapeuta no está tratando una enfermedad; se está reuniendo con una persona. Por eso se le llama "cliente"y no "paciente". No se considera al cliente como "un caso", un enfermo, una patología, sino como una persona que está pasando por un padecimiento o por una crisis, pero que está provista de ese potencial de vida. La vida se encuentra disminuida momentáneamente, no es un potencial sino en su expresión. Por eso se encuentra el cliente con malestar: en él, la vida se ahoga y se queja de hambre. Esto no equivale a negar las limitaciones, los frenos, las heridas, los bloqueos emocionales que vive el cliente; pero todo esto no se considera "una enfermedad". Si el cliente está teniendo una dificultad para vivir, es debido a unas programaciones que ha sufrido y aceptado; es debido a traumatismos o carencias afectivas de la infancia; a diversas construcciones que la psicología ha llamado "neurosis", pero que han sido en un momento dado su supervivencia.
Lo que ve el terapeuta es al cliente, aquí y ahora, con su mezcla de infancia y presente, con sus zonas heridas o reducidas, pero con su deseo de desplegar todo su ser, en el sentido de su movimiento, del que ha formado parte en un momento dado su "neurosis" como tentativa de supervivencia.

Todos querían curarme, yo solo quería que me comprendieran

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