Los Eneatipos

Según la teoría, cada ser humano está en uno de los nueve eneatipos y oscila entre dos eneatipos más, que corresponden a cada uno de los otros dos centros, y que son los vértices secundarios y complementarios. Este dominio de vértice no es rígido, y ni mucho menos estático, sino que puede encontrarse en diferentes estadios de desarrollo: estancamiento, degradación o evolución a lo largo del transcurso de nuestra vida. Cuando una persona de un tipo dominante se carga de tensión negativa, tiende hacia su degradación y busca una mayor compensación para su ego, yéndose hacia los aspectos más negativos de su naturaleza. Por el contrario cuando una persona vive relajada, se inclina hacia las cualidades potenciadoras de su esencia. Existe, por tanto, un sentido hacia la integración y otro hacia la desintegración.
No es así de sencillo, cada eneatipo recibe mucha influencia de otros tipos, se les llama alas, subtipos, tendencias...
Así pues, existen eneatipos que fruto del cambio constante y las demandas ambientales, requiere a la persona cambiar de un lado a otro.
La identificación deviene cuando hay un encuentro con la esencia, de modo que las cualidades virtuales se manifiesten, y alcancemos la auténtica naturaleza de ser humano, y no la caricatura que a veces es.
Como seres humanos, tenemos oscilaciones, ciclos y constantes transformaciones. El objetivo es difícil, casi teórico, el ser humano integrado.