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Paz y Ciencia

sábado, 5 de enero de 2013

Pensamientos mágicos

La criatura humana se construye como ser separado, idéntico a sí mismo y diferente de los demás, en un complejo proceso de individualización. Cuando empieza a tomar conciencia de ello, es el momento en que más necesita vincularse al mundo que lo rodea. Precisamente entre los dos y los siete años, niños y niñas suelen expresar lo que el psicólogo suizo Jean Piaget denominó "pensamiento mágico": una dificultad para distinguir entre sujeto y objeto, con la tendencia a atrubuir sentimientos, voluntad y deseos incluso a las cosas inanimadas. Una representación del mundo similar a la que el antropólogo francés Claude Lévi-Strauss identificó en los llamados "pueblos primitivos".
Una de las conclusiones más significativas de Hoffman es que la mayoría de las vivencias tienen lugar en entornos naturales. La naturaleza afecta profundamente nuestra forma de ser y estar en el mundo: disipa la sensación de aislamiento y nos afianza en el sentimiento de que no estamos solos, de que existen otras realidades más allá de lo meramente individual; nos ayuda a comprender que en la vida todo está interconectado, y a desarrollar una disposición innata al respeto, la empatía, la compasión y el amor por cuanto nos rodea. En su contacto, nos sentimos tranquilos y aliviados, alcanzamos estados de paz difíciles de conseguir por otros medios.

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