EMOCIONES: UNA GUÍA INTERNA
Cuáles sigo y cuáles no
PRÓLOGO
por Carmen Mateu
El libro que el lector tiene ante sus ojos trata sobre los sentimientos
y las emociones que cotidianamente nos acontecen a todos
y cada uno de nosotros. Decir que “nos acontecen”, quizás
resulte para algunos un término poco exacto por demasiado
aséptico. Posiblemente sería más correcto decir: “que nos confunden”…,
“que nos desbordan en más ocasiones de las que nos
gustaría”…, “que nos inmovilizan”…, “qué ocupan demasiado
de nuestro tiempo mental”…, “para los que contamos con muy
poca formación/comunicación sobre que hacer con ellos”…, entre
otras razones porque vivimos con la falsa percepción de que
sí la recibimos y … así nos va.
Esta es una de las tesis que se plantean desde este libro: por
lo general, a lo largo de nuestra educación formal o cotidiana,
recibimos poca y muy rudimentaria formación que nos sirva de
guía para saber cómo convivir armónicamente con nuestras
emociones, o con las de los demás. Efectivamente, a pesar de estar
en la entrada de un nuevo milenio, con la convicción de haber
conseguido grandes logros científicos y la subsiguiente percepción
de pertenecer a una cultura desarrollada, en esta siguen
existiendo grandes vacíos de conocimiento respecto a aspectos
muy básicos que afectan profundamente a nuestras vidas cotidianas.
Nos referimos, en este caso, al tema de los sentimientos
y las emociones. La situación actual sobre este tema, ya sea en
nuestra ciencia o en nuestra cultura, tal como se muestra en este
libro, resulta sorprendente por su escasez y rudimentariedad,
especialmente si se la compara con el desarrollo alcanzado en lo
técnico o en lo racional.
Dicho desequilibrio, que pudiera parecernos lejano, afecta
sin embargo a nuestras vidas cotidianas de modos muy significativos
al mismo tiempo que concretos. Veamos un ejemplo,
aunque podrían plantearse otros muchos a poco que reflexionemos
sobre ello. Actualmente cualquier familia sabe, y realiza un
gran esfuerzo por conseguirlo, que sus hijos deben estudiar matemáticas,
lengua, ciencias, física, inglés, etc., si quieren sobrevivir
en esta sociedad con cierta calidad de vida. Este modo de entender
la realidad que nos rodea se percibe espontáneamente como
tan “natural” que, para cualquiera resultaría evidente lo inadecuado
de plantearle un problema de álgebra a alguien, por el
simple hecho de que tenga 20 años, si no ha realizado los estudios
oportunos que le permitan resolver dicho problema. Sin
embargo vivimos en una sociedad en la que, por el hecho de tener
20 y algunos más, se supone que sabremos resolver el tema
de cómo formar pareja, cómo educar a nuestros hijos, qué hacer
con nuestros sentimientos, cómo elaborar adecuadamente las
posibles crisis, pérdidas o malestares que puedan haberse producido
en nuestras familias de origen, los propios cambios debidos
al desarrollo, etc. En el caso de no saber hacerlo, también
hemos aprendido implícitamente como lo lógico y natural, que
algo incorrecto debe estar sucediendo en nosotros o en el otro, y
nos aplicamos en la autocrítica o en la búsqueda de culpas, sobretodo
en aquel que muestra diferencias con nuestros modos
de entender lo que este sucediendo.
Sin embargo, desde la psicología y la psicoterapia, entre
otros campos –y en este contexto se enmarca definitivamente este
libro–, se comienza a denunciar que la situación real parece
ser muy distinta, más compleja y sutil de lo que nuestros modelos
culturales y científicos, ajenos a las emociones, han podido
captar hasta el momento; que convendría comenzar a ser conscientes
de ello para poder vivir de formas más sanas, y lograr relacionarnos
de modos emocionalmente más inteligentes, o ¿inteligentemente
más emocionales?; que vivir y relacionarnos nosotros
con nosotros mismos y con los demás como seres humanos
no es fácil, ni nacemos sabiendo como hacerlo, ni ser “normales”
significa que deberíamos saber como hacerlo, ni los recursos
que la cultura y nuestras sociedades nos aportan han sido,
ni están siendo, suficientes. Cada vez más profesionales denuncian
que las personas que acuden a terapia podrían valorarse,
no como neuróticos o psicóticos, –ni como cualquier otra categoría
psicopatológica que debería aplicarse con más sensibilidad
hacía las circunstancias complejas por las que la persona está
pasando–, sino como personas confusas, abrumadas por las
demandas de una situación que les desborda, ante la que triste-
mente cuentan con muy poca formación para poder resolverla.
Personalmente creo además, que este estado de cosas se sigue
manifestando en mucho del sufrimiento inútil que la mayoría
de la humanidad continua viviendo y que podría ser evitado,
así como en las distintas formas de violencia que siguen imperando.
También en los modos insanos como nos relacionamos,
no solo entre los distintos países y culturas, también en el seno
de nuestras familias y nosotros con nosotros mismos.
Según el prof. Leslie Greenberg ampliar nuestro escaso conocimiento
sobre los sentimientos y las emociones e integrarlo
en nuestros modelos y análisis científicos, así como en nuestras
contextos cotidianos e íntimos, podría suponer un cambio de
paradigma y un paso evolutivo cualitativo en el desarrollo de la
humanidad. El lo expresa de este modo: “… Es necesario sanar
la división entre emocional y racional, entre dentro y fuera, dando
un nuevo paso evolutivo cultural, en el cual, en las escuelas
e instituciones y, más importante todavía, en nuestros hogares,
facilitemos la integración de cabeza y corazón. … Esto conducirá
a una armonía con nosotros mismos y con los demás. … Nos
tratamos de la forma en que hemos sido tratados, tratamos a
otras personas de la manera en que nos tratamos a nosotros mismos.
La empatía con los sentimientos de los demás conduce a la
auto-empatía”. ¿Qué deberíamos hacer entonces?, podríamos
preguntarnos. A lo que él mismo responde: “… Aunque yo no
pretendo dar la fórmula correcta para vivir, ya que la vida es un
asunto muy complejo y personal, en este libro he intentado mostrar
un aprendizaje importante, que es el resultado de mis años
de practicar, investigar y escribir en el campo de la psicoterapia”.
Aquí surge otro aspecto que también creo merecería ser comentado
en este prólogo. El contenido de lo que el lector, esperamos,
va a disfrutar, masticar e integrar a través los ejercicios
experienciales que se proponen, se encuentra avalado por un
concienzudo y exhaustivo trabajo de los más prometedores en el
campo de la psicoterapia actual. Y esto no solo al nivel de lo
aplicado, con clientes que han sido tratados con este tipo de intervenciones,
sino también de investigación y de elaboración teórica.
Una pequeña muestra de todo ello podemos encontrarla
en dos de sus libros ya traducidos1, en diversas entrevistas de
las que el lector puede disponer también en castellano, así como
en los artículos que la Revista de Psicoterapia ha publicado hasta
el momento. Y ¿quién es Leslie Greenberg? se estarán preguntando
los que no hayan oído hablar de él. Nacido en Sudáfrica,
de origen judío, vive en Toronto la ciudad más multicultural
del mundo, por elección propia y de Brenda, Ari y Teya, su
mujer y sus hijos. Todos ellos valoran y se comprometen en el reconocimiento,
respeto e integración de las diferentes culturas.
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