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Paz y Ciencia

martes, 30 de septiembre de 2014

Autoestima


La autoestima es la valoración que tenemos de nosotros mismos. La opinión que tenemos de nosotros de una forma general.
  • Una persona con autoestima alta tiene confianza en si misma, más que nada, está consciente de que su mejor recurso es su propia persona. Se ama y se quiere a si misma y lo más importante, se acepta.
  • Una persona con autoestima baja piensa que es insignificante, la soledad parece perseguirla y tiene dificultades para comunicarse.
Este sentimiento se forma (se aprende) desde la infancia a partir de las experiencias y comunicaciones con las otras personas, se compara nuestro propio valer con las que nos ha dado el mundo. Esta calificación que nos damos es la autoestima, y se va asimilando a través del concepto que otros nos transmiten.
La autoestima baja, se puede cambiar y volver más positiva:
  • Reconocer que nuestra autoestima es baja
  • Convencerse de que la autoestima puede cambiar
  • Decidir cambiarla
  • Reconocer que solo nosotros podemos hacer el cambio.
  • Hacer un balance de virtudes y defectos.
  • Estar conscientes que todo se puede modificar (excepto cosas físicas).
  • Empezar con lo sencillo.
  • Cambiar para nosotros mismos.
  • Aprender a vivir con lo que no se puede cambiar.
Es importante una autoestima positiva para sentirnos más satisfechos y tranquilos, es un motivador poderoso para las metas a corto y a largo plazo. Una persona físicamente atractiva no necesariamente tiene una autoestima alta y el hecho de tener una alta autoestima no nos vuelve egoístas ni presumidos.
Para ayudar a mejorar la autoestima de los jóvenes:
  • Mediante la educación saber poner límites.
  • Impartir disciplina, y enseñar orden sin dejar de demostrar cariño y apoyo.
  • Con demostraciones de confianza, ternura y comprensión, ejemplos de orden, trabajo y respeto.
La comunicación es intercambiar información entre dos o más personas.
Para establecer la comunicación es necesario percatarnos y que se percaten de nuestra existencia y la de los demás. Debemos entrar amistosamente. La comunicación nos hace más fácil relacionarnos con las demás personas. Una buena comunicación personal se logra conociendo que otra persona conozca algo a cerca de nosotros mismos y conocer más a la otra persona. Ninguna persona es igual ni tendrán totalmente las mismas opiniones, hay que respetar, todas las opiniones son valiosas.
Para una comunicación personal existen cuatro cuestiones:
  • Qué decir.
  • Cuánto decir.
  • Cuándo es el momento oportuno.
  • Cómo decirlo.
Una comunicación es efectiva cuando decimos las cosas con palabras sencillas y honestidad.
Cuando una comunicación no es efectiva se encuentra falta de especificidad negativa destructiva, rechazante, complicada e irresponsable.
Para comunicarnos con claridad, Ginott, sugiere lo siguiente:
  • Digamos en forma asertiva lo que vemos.
  • Digamos de manera abierta lo que sentimos.
  • Repitamos lo que oímos para comprobar si entendimos.
Esto se basa en el respeto y consideración hacia los demás. Para poder hacer que los demás sepan lo que sentimos y pensamos, es necesario comunicarlo.
Para lograr una comunicación abierta debemos escuchar y responder abiertamente, ser capaces de escuchar a alguien más que no seamos nosotros mismos. Para una verdadera conversación se necesita escuchar. En las relaciones personales no debe de haber un ganador o un perdedor. No es una lucha de opiniones si no un intercambio de estas.
La comunicación no verbal es aquella que se da a través del cuerpo y de los sentidos. Tono de voz, expresiones faciales, movimientos del cuerpo etc. Es la mitad de toda la comunicación. Es necesario que el mensaje que estamos dando se apoye con la comunicación no verbal ya que podría interpretarse mal su significado.
El manejo del afecto es tratar de conseguir un objetivo mediante nuestra forma de actuar (simpática agradable, sensual…). Las mujeres en cuanto al manejo del afecto, se muestran más desvalidas de lo que están, mientras que los hombres puedan intentar que la mujer crea ser la única persona en todo el mundo que puede entenderlo.
Cuando se manipula el afecto, puede pasar que:
  • El afecto sea mal entendido.
  • Que sea utilizado en perjuicio de nosotros.
La asertividad es hacer valer los derechos propios diciendo lo que necesitamos, creemos, sentimos y pensamos, de manera clara, directa sin agredir y mediante el respeto. Hay que diferenciar a la asertividad de la agresividad.
La asertividad implica:
  • Expresar con firmeza valores.
  • Con claridad pensamientos.
  • Con profundidad sentimientos.
La gente asertiva impone de manera natural respeto y admiración.
Para ser asertivo se necesita:
  • Valorarnos y aceptarnos a nosotros mismos.
  • Mantener con firmeza nuestra posición, respetando a los otros.
  • Ser claros directos y firmes en la comunicación.
  • Saber cómo, cuándo y dónde decir las cosas.
La toma de decisiones es el proceso mediante el cual:
  • Determinamos qué hacer.
  • Definimos nuestro futuro y metas.
  • Escogemos pasos a seguir.
  • Solucionamos problemas.
El proceso consciente de toma de decisiones nos permite:
  • Alcanzar y disfrutar metas.
  • Examinar las diferentes opciones.
  • Considerar las consecuencias nmediatas.
  • Reflexionar acerca de la decisión tomada.
Por ejemplo, en cuanto a sexualidad, alcohol, drogas, etc. podemos resolverlo mediante:
  • Hacer un esfuerzo por entender la situación. 
  • Buscar y enlistar diferentes posibilidades de solución y las opciones a nuestro alcance.
  • Obtener la mayor información posible a cerca de cada una de las opciones.
  • Especificar ventajas y desventajas.
  • Considerar consecuencias negativas y positivas a corto, mediano y largo plazo.
  • Tener en cuenta nuestros valores.
  • Tener en cuenta las preferencias de las personas que puedan involucrarse en la decisión.
  • Seleccionar la mejor alternativa.
  • Tomar la decisión y observar los acontecimientos.
La mejor decisión que podemos tomar es aquella que esté basada en hechos, no en interpretaciones, y aquella que esté de acuerdo con nuestros valores personales.
Según W.H. Weiss:
  • No decidamos algo cuando no conocemos todos los hechos o a la persona involucrada en la decisión.
  • Posponer una decisión de la cual no estemos seguros de las consecuencias.
  • No tomar una decisión hasta tener todos los puntos de vista que podrían afectar lo aceptable de la decisión.
  • Posponer la decisión para ganar algún tiempo cuando la gente nos presione a tomarla. 
Cada persona tiene derecho a tomar sus propias decisiones. La responsabilidad está muy ligada a la toma de decisiones ya que cada quien elabora su propio plan de vida sin que los demás lo hagan por nosotros y de no culpar a los demás por las consecuencias negativas de nuestras acciones.
En la adolescencia se tienen muchas decisiones tomadas por impulsividad, como podría ser, tener relaciones sexuales sin usar anticonceptivo o probar drogas sin pensar en las consecuencias. Muchos adolescentes hacen sin pensar lo primero que se les ocurre sin pensar en las consecuencias.

Diagnóstico en el Océano de los Trastornos de Personalidad



El diagnóstico de los trastornos de personalidad en la actual edición del DSM-IV implica dos aspectos centrales. El primero es el referido al concepto mismo de trastorno de la personalidad, que es definido como un patrón de conductas y de experiencias internas que está generalizado, es estable y se mantiene al menos desde la adolescencia. El segundo aspecto se refiere a la identificación de un trastorno de personalidad en una lista de diez, con una categoría adicional de “no específico”. 


Hay muchos problemas con el sistema actualmente vigente: los diferentes tipos de personalidad aparecen definidos de una forma muy pobre y hay un gran solapamiento de los criterios diagnósticos. La revisión propuesta en el borrador del DSM-V resulta más bien compleja y tiene tres características principales: una nueva definición de lo que es un trastorno de personalidad, centrada en los fallos de adaptación, que implican alteraciones de la identidad o en las relaciones interpersonales efectivas; cinco categorías diagnósticas (antisocial/psicópata, evitativo, límite, obsesivo- compulsivo y esquizotípico); y una serie de seis dominios de personalidad, cada uno de los cuales con un subconjunto de facetas o rasgos. 

lunes, 29 de septiembre de 2014

Eros y Civilización: Herbert Marcuse



Herbert Marcuse (Berlín, 19 de Julio de 1898- Starnberg, Baviera, 29 de Julio de 1979), es el intérprete principal e inspirador- para, por lo menos la casi totalidad de los críticos- de aquella corriente filosófica y de pensamiento en la cual se reconocieron posteriormente los promotores de los fermentos del movimiento estudiantil. Este movimiento llevó con vehemencia al escenario mundial, por medio de manifestaciones participativas,  escritos y acciones varias…a partir de 1968, año que luego devino símbolo de una nueva manera de concebir y  considerar la sociedad, aquella ya existente y aquella a construir y reconstituir, y de una nueva forma de considerar y edificar el rol del Hombre al interior del contexto en el que conduce su propia existencia.   Marcuse es el autor de numerosos escritos y ensayos: uno de los más célebres es sin duda Eros y civilización (con este título, escribe el filósofo en el prefacio de su escrito, editado en 1967, “trataba de expresar una idea optimista, eufemística, incluso concreta, la convicción que los resultados logrados por las sociedades industriales avanzadas pudiesen consentir al hombre transformar el sentido de marcha de la evolución histórica, romper el nexo fatal entre productividad y destrucción, libertad” término que a menudo Marcuse duda en usar, “porque  justamente, en nombre de las libertades son perpetrados crímenes en contra de la humanidad”- “y represión”), un volumen complejo y estructurado en más partes, publicado por primera vez en los Estados Unidos de América en 1955, llegando a ser un texto fundamental de lo que se llamó, no sin cierta suficiencia de parte de algunos “contracultura juvenil”.
El libro se desarrolla como un árbol de múltiples ramificaciones, partiendo de las raíces, sólidamente hundidas en la llamada filosofía social de Sigmund Freud (Frieberg, 6 de Mayo de 1856-Londres, 23 de Septiembre de 1939), la cual se basa en un supuesto fundamental. Para el célebre intelectual, padre del psicoanálisis, hay de hecho una insalvable incompatibilidad entre felicidad y civilización, y el motivo es profundo: la represión de las pulsiones, la renuncia a la felicidad, la sumisión y el sofoco de Eros son la linfa vital del progreso, lo que lo alimenta, lo nutre, consiente a ello la existencia misma. Sin embargo Marcuse va más allá de estas premisas, puesto que tampoco no puede no tener en cuenta ni la sugestiva y exterminada tradición romántica, sobre todo en área de habla germana y centro- europea, de la que su texto parece estar significativamente impregnado, ni mucho menos de lo que fue la enseñanza de Karl Marx, quien, como se sabe, partiendo de la consabida “izquierda hegeliana”, fundó su propio estructurado sistema filosófico con nítidas implicaciones de carácter social, económico y político; Marcuse no retrocede ante la pregunta que parece urgente, que emerge del sustrato de consideraciones desde las cuales irrumpen su análisis y la propia especulación, que se implican en una interrogante muy precisa, es decir, acaso sea lícito o no proponer la posibilidad de una sociedad no opresiva para el hombre (“Las pulsiones son extraídas de la órbita de la muerte”, escribe Herbert Marcuse), una sociedad en la cual la felicidad finalmente encontrada  del Eros se siga al bienestar que deriva del consumo, un bienestar que, por su naturaleza, no es nada más que engaño.
Marcuse toma pues, tal como se ha dicho, las iniciativas de Sigmund Freud, el cual ha descrito la mutación del sistema valórico  que subtiende el logro de las metas que el hombre se fija previamente como “la transformación del principio del placer en principio de realidad”, y que descubrió “el desarrollo de la represión en la estructura pulsional del individuo”, puesto que ”el destino de la libertad y de la felicidad del hombre es decidido mediante la lucha de las pulsiones: literalmente una lucha por la vida o por la muerte, en la cual participan soma y psiquis, naturaleza y civilización”.  El estudioso subraya cómo en la primera fase de la teoría freudiana, la concepción de la sexualidad está lejos de ser la que considera al “Eros como pulsión de vida”. “Inicialmente-sostiene-la pulsión sexual (Freud fue leído, a menudo poco y mal, como banalmente un emancipador y un sustentador de vigorosas instancias de rebelión hacia las múltiples y polimorfas moralidades de la iglesia) y tan solo una de las varias pulsiones específicas –o más bien un grupo de pulsiones-avecindadas a las pulsiones del yo (o de auto-conservación), siendo determinada por su génesis específica, por su fin específico y por su objeto particular: el principio del placer aparece entonces como una tendencia operante para una función precisa, cuya tarea específica es la completa liberación del aparato psíquico de cada una de las posibles excitaciones y fuentes de excitación.  Pero la percepción de la libertad total es un estado “que cesó definitivamente con el inicio de la vidala tendencia a un equilibrio de las pulsiones es por lo tanto, en definitiva, una regresión más allá de la vida misma” y también el primado del mismo principio de Nirvana, la “aterradora convergencia de placer y muerte, se disuelve en el momento de su establecimiento”.
Pero el mundo del bienestar puede, para Herbert Marcuse, encaminarse a ser algo completamente distinto, diametralmente opuesto a ese universo fundado en la represión de la esfera pulsional del hombre, a la cual se refería Freud, puesto que estaban presentes en ciernes, las premisas para una revolución de carácter primariamente cultural capaz de llevar a término la era del trabajo alienado- la dimensión es, sin duda, utópica, pero las modalidades de expresión que utiliza el filósofo son sorprendentes y fascinantes- que había sido sustituida por la posibilidad, para el género humano y para la sociedad civil, de apertura hacia una nueva dimensión, espontánea, ligada doblemente al goce, fuese este estético, de tipo narcisista o más inmediatamente sensual: una liberación pues, en el futuro, un hedonismo que lleva en sí mismo las connotaciones sugerentes de la subversión, el dominio del principio de realidad llega entonces a ser superado, abandonado, también por el hecho que la realidad constituida presenta para Marcuse, innegables y notorios límites de carácter histórico (las pulsiones son “históricas” para Freud, puesto que “fuera de” la estructura histórica, ninguna de ellas puede ser de tipología instintiva, sino que la distinción al interior de la historia, estratificada sobre el plano filogenético-biológico, no puede no ser mantenida).
En lo que concierne a lo que es definida como “la dialéctica de la civilización”, Herbert Marcuse escribe: “La cultura exige una sublimación continua: y con lo cual ello debilita al Eros, constructor de la cultura. Y la de-sexualización, debilitando al Eros, “desata” los impulsos destructivos. De este modo, la civilización se ve amenazada por una de-fusión de las pulsiones, en la cual la pulsión de muerte lucha para conquistar el dominio sobre las pulsiones de vida. Con su origen en la renuncia, y desarrollándose sobre progresivas renuncias, la civilización tiende a la auto-destrucción”. Pero este razonamiento es demasiado depurado para ser verdadero. Surgen varias objeciones. En primer lugar, cada trabajo no implica una de-sexualización, tampoco cada trabajo es desagradable, ni es renuncia. En segundo lugar, las inhibiciones impuestas a la cultura tocan también- y quizás incluso principalmente- a los derivados de las pulsiones de muerte, la agresividad y los impulsos destructivos. A este respecto por lo menos, la inhibición de la cultura debería acrecentar las fuerzas del Eros. Además, el trabajo, en la civilización, es en sí mismo y en gran medida una utilización social de impulsos agresivos, de manera tal que es trabajo al servicio del Eros.  Una discusión adecuada de estos problemas exige que la teoría de las pulsiones se libere de su orientación exclusiva en el principio de prestación, y que la imagen de una civilización no represiva (que justamente es sugerida por la conquista del principio de prestación) llegue a ser estudiada en su sustancia. De hecho, para Marcuse “las fuentes y recursos psíquicos del trabajo, y su relación con la sublimación, constituyen uno de los campos más descuidados de la teoría psicoanalítica”.
En este contexto, que preconiza cumplidamente una nueva dimensión estética, en la cual la sexualidad se transmuta en Eros, ligado en doble vínculo con su contrario, Thanatos. Un vínculo similar al que nos cuenta el mito desde la noche de los tiempos, con Orfeo y Narciso, quienes reconcilian Eros y Thanatos, y aun antes, con Prometeo, quien nada menos, tuvo la audacia- que le costó un eterno suplicio- de osar robar el fuego al divino.  Son los “héroes civilizadores” que siguen viviendo en la imaginación como símbolos de actitudes y acciones que han determinado el destino de la humanidad. Y aquí, al inicio, nos golpea enseguida el hecho de que el héroe civilizador predominante es el bandido, el sufriente rebelde contra los dioses, aquel que crea la civilización pagándola con penas eternas. Él es el símbolo de la productividad, del esfuerzo incesante para dominar la vida; pero en su productividad, maldición y bendición, progreso y fatiga, están ligados inextricablemente. Prometeo es el héroe arquetipo del principio de prestación. Y en el mundo prometeico, Pandora, el principio femenino, la sexualidad y el placer, aparece como una maldición disgregadora, destructiva: “[…] la belleza de la mujer, y la felicidad que ello promete, son elementos fatales en el mundo de trabajo de la civilización. Si Prometeo es el héroe civilizador de la fatiga, de la productividad y del progreso mediante la represión, los símbolos de otro principio de realidad deberán ser buscados en el polo opuesto”.Orfeo y Narciso, analizados desde una óptica que se aleja de la freudiana, que toma como modelo de comparación el jovencito enamorado de sí, dando acceso a una larga serie de imágenes particulares (como Dionisio, con el cual ellas tienen afinidad: el antagonista del dios que sanciona la lógica del dominio, el reino de la razón) son los exponentes de una realidad muy distinta. No  se ha vuelto los héroes civilizadores del mundo occidental- su imagen es de alegría y cumplimiento: “La voz que no comanda sino que canta; el gesto que ofrece y recibe; la acción que es paz y que concluye el trabajo de conquista: la liberación del tiempo, que une el hombre al dios, el hombre a la naturaleza”



Psicología Grupal

domingo, 28 de septiembre de 2014

Convertimos conductas normales en trastornos mentales

“Convertimos problemas cotidianos en trastornos mentales”

Catedrático emérito de la Universidad de Duke, dirigió la considerada 'biblia' de los psiquiatras

Allen Frances, el pasado septiembre en Barcelona. / JUAN BARBOSA
Pregunta. En el libro entona un mea culpa, pero aún es más duro con el trabajo de sus colegas en el DSM V. ¿Por qué?
Respuesta. Nosotros fuimos muy conservadores y solo introdujimos dos de los 94 nuevos trastornos mentales que se habían sugerido. Al acabar, nos felicitamos, convencidos de que habíamos hecho un buen trabajo. Pero el DSM IV resultó ser un dique demasiado endeble para frenar el empuje agresivo y diabólicamente astuto de las empresas farmacéuticas para introducir nuevas entidades patológicas. No supimos anticiparnos al poder de las farmacéuticas para hacer creer a médicos, padres y pacientes que el trastorno psiquiátrico es algo muy común y de fácil solución. El resultado ha sido una inflación diagnóstica que produce mucho daño, especialmente en psiquiatría infantil. Ahora, la ampliación de síndromes y patologías en el DSM V va a convertir la actual inflación diagnóstica en hiperinflación.
P. ¿Todos vamos a ser considerados enfermos mentales?
R. Algo así. Hace seis años coincidí con amigos y colegas que habían participado en la última revisión y les vi tan entusiasmados que no pude por menos que recurrir a la ironía: habéis ampliado tanto la lista de patologías, les dije, que yo mismo me reconozco en muchos de esos trastornos. Con frecuencia me olvido de las cosas, de modo que seguramente tengo una predemencia; de cuando en cuando como mucho, así que probablemente tengo el síndrome del comedor compulsivo, y puesto que al morir mi mujer, la tristeza me duró más de una semana y aún me duele, debo haber caído en una depresión. Es absurdo. Hemos creado un sistema diagnóstico que convierte problemas cotidianos y normales de la vida en trastornos mentales.
P. Con la colaboración de la industria farmacéutica...
No supimos anticiparnos al poder de las farmacéuticas para crear nuevas enfermedades
R. Por supuesto. Gracias a que se les permitió hacer publicidad de sus productos, las farmacéuticas están engañando al público haciendo creer que los problemas se resuelven con píldoras. Pero no es así. Los fármacos son necesarios y muy útiles en trastornos mentales severos y persistentes, que provocan una gran discapacidad. Pero no ayudan en los problemas cotidianos, más bien al contrario: el exceso de medicación causa más daños que beneficios. No existe el tratamiento mágico contra el malestar.
P. ¿Qué propone para frenar esta tendencia?
R. Controlar mejor a la industria y educar de nuevo a los médicos y a la sociedad, que acepta de forma muy acrítica las facilidades que se le ofrecen para medicarse, lo que está provocando además la aparición de un mercado clandestino de fármacos psiquiátricos muy peligroso. En mi país, el 30% de los estudiantes universitarios y el 10% de los de secundaria compran fármacos en el mercado ilegal. Hay un tipo de narcóticos que crean mucha adicción y pueden dar lugar a casos de sobredosis y muerte. En estos momentos hay ya más muertes por abuso de medicamentos que por consumo de drogas.
P. En 2009, un estudio realizado en Holanda encontró que el 34% de los niños de entre 5 y 15 años eran tratados de hiperactividad y déficit de atención. ¿Es creíble que uno de cada tres niños sea hiperactivo?
R. Claro que no. La incidencia real está en torno al 2%-3% de la población infantil y sin embargo, en EE UU están diagnosticados como tal el 11% de los niños y en el caso de los adolescentes varones, el 20%, y la mitad son tratados con fármacos. Otro dato sorprendente: entre los niños en tratamiento, hay más de 10.000 que tienen ¡menos de tres años! Eso es algo salvaje, despiadado. Los mejores expertos, aquellos que honestamente han ayudado a definir la patología, están horrorizados. Se ha perdido el control.
P. ¿Y hay tanto síndrome de Asperger como indican las estadísticas sobre tratamientos psiquiátricos?
R. Ese fue uno de los dos nuevos trastornos que incorporamos en elDSM IV y al poco tiempo el diagnóstico de autismo se triplicó. Lo mismo ocurrió con la hiperactividad. Nosotros calculamos que con los nuevos criterios, los diagnósticos aumentarían en un 15%, pero se produjo un cambio brusco a partir de 1997, cuando las farmacéuticas lanzaron al mercado fármacos nuevos y muy caros y además pudieron hacer publicidad. El diagnóstico se multiplicó por 40.
P. La influencia de las farmacéuticas es evidente, pero un psiquiatra difícilmente prescribirá psicoestimulantes a un niño sin unos padres angustiados que corren a su consulta porque el profesor les ha dicho que el niño no progresa adecuadamente, y temen que pierda oportunidades de competir en la vida. ¿Hasta qué punto influyen estos factores culturales?
Los seres humanos hemos sobrevivido millones de años gracias a la capacidad de afrontar la adversidad
R. Sobre esto he de decir tres cosas. Primero, no hay evidencia a largo plazo de que la medicación contribuya a mejorar los resultados escolares. A corto plazo, puede calmar al niño, incluso ayudar a que se centre mejor en sus tareas. Pero a largo plazo no ha demostrado esos beneficios. Segundo: estamos haciendo un experimento a gran escala con estos niños, porque no sabemos qué efectos adversos pueden tener con el tiempo esos fármacos. Igual que no se nos ocurre recetar testosterona a un niño para que rinda más en el fútbol, tampoco tiene sentido tratar de mejorar el rendimiento escolar con fármacos. Tercero: tenemos que aceptar que hay diferencias entre los niños y que no todos caben en un molde de normalidad que cada vez hacemos más estrecho. Es muy importante que los padres protejan a sus hijos, pero del exceso de medicación.
P. ¿En la medicalización de la vida, no influye también la cultura hedonista que busca el bienestar a cualquier precio?
R. Los seres humanos somos criaturas muy resilientes. Hemos sobrevivido millones de años gracias a esta capacidad para afrontar la adversidad y sobreponernos a ella. Ahora mismo, en Irak o en Siria, la vida puede ser un infierno. Y sin embargo, la gente lucha por sobrevivir. Si vivimos inmersos en una cultura que echa mano de las pastillas ante cualquier problema, se reducirá nuestra capacidad de afrontar el estrés y también la seguridad en nosotros mismos. Si este comportamiento se generaliza, la sociedad entera se debilitará frente a la adversidad. Además, cuando tratamos un proceso banal como si fuera una enfermedad, disminuimos la dignidad de quienes verdaderamente la sufren.
P. Y ser etiquetado como alguien que sufre un trastorno mental, ¿no tiene también consecuencias?
R. Muchas, y de hecho cada semana recibo correos de padres cuyos hijos han sido diagnosticados de un trastorno mental y están desesperados por el perjuicio que les causa la etiqueta. Es muy fácil hacer un diagnóstico erróneo, pero muy difícil revertir los daños que ello conlleva. Tanto en lo social como por los efectos adversos que puede tener el tratamiento. Afortunadamente, está creciendo una corriente crítica con estas prácticas. El próximo paso es concienciar a la gente de que demasiada medicina es mala para la salud.
P. No va a ser fácil…
R. Cierto, pero el cambio cultural es posible. Tenemos un magnífico ejemplo: hace 25 años, en EE UU el 65% de la población fumaba. Ahora, lo hace menos del 20%. Es uno de los mayores avances en salud de la historia reciente, y se ha conseguido por un cambio cultural. Las tabacaleras gastaban enormes sumas de dinero en desinformar. Lo mismo que ocurre ahora con ciertos medicamentos psiquiátricos. Costó mucho hacer prosperar la evidencia científica sobre el tabaco, pero cuando se consiguió, el cambio fue muy rápido.
P. En los últimos años las autoridades sanitarias han tomado medidas para reducir la presión de los laboratorios sobre los médicos. Pero ahora se han dado cuenta de que pueden influir sobre el médico generando demanda en el paciente.
R. Hay estudios que demuestran que cuando un paciente pide un medicamento, hay 20 veces más posibilidades de que se lo prescriban que si se deja simplemente a decisión del médico. En Australia, algunos laboratorios requerían para el puesto de visitador médico a personas muy agraciadas, porque habían comprobado que los guapos entraban con más facilidad en las consultas. Hasta ese punto hemos llegado. Ahora hemos de trabajar para lograr un cambio de actitud en la gente.
P. ¿En qué sentido?
R. Que en vez de ir al médico en busca de la píldora mágica para cualquier cosa, tengamos una actitud más precavida. Que lo normal sea que el paciente interrogue al médico cada vez que le receta algo. Preguntar por qué se lo prescribe, qué beneficios aporta, qué efectos adversos tendrá, si hay otras alternativas. Si el paciente muestra una actitud resistente, es más probable que los fármacos que le receten estén justificados.
P. Y también tendrán que cambiar hábitos.
R. Sí, y déjeme decirle un problema que he observado. ¡Tienen que cambiar los hábitos de sueño! Sufren ustedes una falta grave de sueño y eso provoca ansiedad e irritabilidad. Cenar a las 10 de la noche e ir a dormir a las 12 o la una tenía sentido cuando hacían la siesta. El cerebro elimina toxinas por la noche. La gente que duerme poco tiene problemas, tanto físicos como psíquicos. 

Heidegger


Martin Heidegger, uno de los más importantes filósofos del siglo XX, nació el 26 de septiembre de 1889 en Meßkirch, Alemania y murió 87 años después en Freiburg, la ciudad donde enseñó sus ideas un 26 de mayo de 1976. Su obra más importante es sin duda "Ser y Tiempo" aparecida en 1927, la cual se ha transformado en un libro fundamental para comprender la filosofía del siglo XX. Proviniendo de un pueblo rural, religioso y conservador, su filosofía se vería inmersa en la construcción de una identidad y una filosofía alemana que tendría un gran impacto en otros filósofos contemporáneos.En 1909 después de pasar dos semanas en una orden jesuíta, Heidegger se trasladó a Freiburg para estudiar teología, lo cual tras dos años, cambiaría a filosofía. En 1917 se casa con Elfride Petri, con la cual tiene dos hijos (Jörg y Hermann) con la cual permaneció toda su vida, aunque es bien conocida su relación amorosa con su discípula Hanna Arendt. En 1919 Heidegger se transformó en asistente del profesor Husserl de la Universidad de Freiburg, mientras enseñaba en la universidad de Marburg, hasta que volvió para ocupar la silla vacante de su maestro a su retiro. Su filosofía se componía de las lectura de Kant, Kierkegaard y Nietzsche, y por la influencia de su maestro Husserl, desde lo cual comenzó a elaborar la obra que perduraría a su muerte, "Ser y Tiempo" (Stanford).
Su vida, estaría cargada de polémicas, sobre todo, por la emergencia del nacional socialismo en la Alemania post-Weimar y la designación de Adolf Hitler como canciller de Alemania en 1933. El 23 de septiembre de 1966 el semanario alemán "Der Spiegel" llevó a cabo una entrevista con Martin Heidegger, para aclarar sus posiciones frente al regimen nazi, lo cual nunca quedó muy clara para la opinión pública. La entrevista, sin embargo a pedido de Heidegger no podría ser publicada antes de su muerte. El 31 de mayo de 1976, 5 días después de su muerte, en su número 23 "Der Spiegel" publicaría este trozo de historia en la cual Heidegger explicaría el contexto de su relación con el gobierno nacional socialista alemán. Heidegger había sido nombrado rector de la universidad de Freiburg, cuatro meses después de que Hitler fuera designado Canciller. En el discurso de asunción a la rectoría, Heidegger hablaría de la "grandeza y la gloria de esta nueva era (Aufbruch)." En la entrevista, el periodista pregunta sobre este episodio.
Heidegger: , yo también estaba convencido de ello.
SPIEGEL: ¿Podría explicar esto un poco más?
Heidegger: Con mucho gusto. En ese momento no vi otra alternativa. En medio de laconfusión general de opinión y de las tendencias políticas de 22 partidos, eranecesario encontrar una actitud social nacional y, sobre todo, un poco en el sentido del esfuerzo de Friederich Naumann. Podría citar, aquí, simplemente a modo deejemplo, un pasaje de Eduard Spranger, que va mucho más allá de mi direcciónrectoral.
 (DerSpiegel)
Más allá de su periodo oscuro, la lectura de las ideas de Heidegger tomaron relevancia en un campo cada vez más amplio de disciplinas desde la arquitectura a la política. "Ser y tiempo" planteó un nuevo lenguaje para la filosofía occidental y su lectura, de una prosa difícil, abrió un mundo de posibilidades al plantear una ontología de la existencia, donde el ser distinto del ente, es el que es en el mundo por su capacidad de preguntar por el ser. Con ello, plantea una nueva forma de ser en el mundo. En un artículo publicado en TheGuardian, el filósofo Simon Critchley, indica:
Martin Heidegger (1889-1976) fue el filósofo más importante e influyente en la tradición continental en el siglo 20. Ser y Tiempo, publicado por primera vez en 1927, fue su obra magna. No hay manera de entender lo que ocurrió en la filosofía continental después de Heidegger sin llegar a un acuerdo con Ser y tiempo. Por otra parte, a diferencia de muchos filósofos angloamericanos, Heidegger ha ejercido unaenorme influencia externa filosofía, en áreas tan diversas como la arquitectura, el arte contemporáneo, la teoría social y política, la psicoterapia, la psiquiatría y la teología.
Hasta el día de hoy, sus críticos mantienen una postura seria frente a sus ideas. Entre ellos se encuentran los filósofos alemanes de la escuela de Frankfurt como Habermas y Adorno, entre otros. En un comentario de un libro sobre Heidegger titulado "Between Good and Evil" de Rudiger Safranski, publicado el 3 de mayo de 1998, el filósofo ahora fallecido, Richard Rorty, realiza un agudo comentario sobre Heidegger. En el artículo publicado para el NY Times, Rorty quien fallecería 9 años más tarde, plantea la dificultad de comprender a Heidegger como un hombre realmente bueno.
Heidegger es la antítesis de la especie de filósofo (John Stuart Mill, William James,Isaiah Berlin), que da por sentado que, en última instancia nada importa excepto la felicidad humana. Para él, el sufrimiento humano es irrelevante: la filosofía está muy por encima de esas banalidades. Vio la historia de Occidente, no en términos del aumento de la libertad o de la disminución de la miseria, sino como un poema. (NYTimes)

@SociologiaNow

viernes, 26 de septiembre de 2014

Herbert Marcuse



(Berlín, 1898 - Starnberg, 1979) Filósofo y sociólogo alemán. El pensamiento de Marcuse, fundamentado en elementos procedentes del marxismo y el freudismo, constituye una crítica de la sociedad industrial, cuyo carácter represivo y alienante acaba por incorporar a la clase obrera conformándola y convirtiéndola a su vez en explotadora indirecta de las clases marginadas de los países pobres. Influyó en la formación de la llamada "nueva izquierda" estadounidense y lo consagró como el ideólogo de las revueltas estudiantiles de los años sesenta.

Herbert Marcuse
Después de estudiar en su ciudad natal y en Friburgo, se licenció en la Universidad de esta última ciudad en 1922, con una tesis sobre Heidegger. En 1928 se hizo cargo de la publicación de una bibliografía schilleriana. Durante la década de 1920 se interesó por la sociología, y recibió la influencia deMax Weber, aunque se orientó finalmente por un marxismo crítico, que translucía la gran influencia de la Historia y conciencia de clase de Lukács.
En este período también se interesó vivamente por Dilthey y por la fenomenología de Husserl. Participó en los trabajos para la edición crítica de los escritos de juventud de Marx, cuyo análisis le inspiró el planteamiento del ensayo Neue Quellen zur Grundlegung des historischen Materialismus, que data de 1932. Entre 1928 y 1932 colaboró en algunas revistas, entre ellas Philosophische HefteArchiv für Sozialwissenschaft y Die Gesellschaft, y fue durante algún tiempo director de la última de ellas.
Su marxismo crítico, de base antipositivista y ligado a la dialéctica hegeliana, sufrió una experiencia decisiva al entrar en contacto con el pensamiento de Max Horkheimer, influencia que se tradujo en una verdadera transformación de su pensamiento, que se libró gracias a ello de la huella hegeliana. Esta influencia se percibe todavía en la monografía que le dedicó el autor en 1932: Ontología de Hegel y teoría de la historicidad, que es una de sus obras mejor construidas.
Asumió como suya la horkheimeriana "teoría crítica de la sociedad", y realizó una serie de investigaciones y análisis que tenían como objetivo la recuperación, en sentido marxista, de la dialéctica hegeliana para plantear de forma correcta la relación entre "teoría" y "praxis". Su marxismo, al igual que el de Horkheimer, tomaba como figura de referencia a Rosa Luxemburg. Como protesta por el asesinato de ésta, abandonó en 1919 el Partido Socialdemócrata.

Su colaboración con el Instituto de Estudios Sociales de Frankfurt, dirigido por Horkheimer, consistió en una serie de ensayos entre los que destacan Der Kampf gegen den Liberalismus in der totalitären Staatsauffassung (1934), Über den affirmativen Charakter der Kultur (1937) y Zur Kritik des Hedonismus (1938). Estos ensayos -junto con otros que abarcan el período entre 1933 y 1965- fueron reunidos en la obra titulada Kultur und Gesellschaft, que fue publicada en 1965. Además, colaboró con Horkheimer en sus estudios sobre la familia, que desembocaron en Studien über Autorität und Familie, publicado en París en 1936.
Cuando se produjo la llegada al poder del nazismo, emigró a Ginebra y se trasladó posteriormente a Nueva York. En Estados Unidos se convirtió en miembro del Institute of Social Research en la Universidad de Columbia. Desde 1942 hasta 1950 trabajó en la Office of Strategic Services. Colaboró en calidad de investigador científico y de docente con el Russian Institute de la Universidad de Columbia (1951-1952) y con el Russian Research Center en la Universidad de Harvard (1953-1954). Sus estudios sobre la Unión Soviética desembocaron en la obra El marxismo soviético (Soviet Marxism), publicada en 1958.
En 1954 empezó a enseñar ciencias políticas en la Brandeis University, y más tarde se trasladó a la Universidad de California. A pesar de establecer definitivamente su residencia en Estados Unidos, mantuvo un contacto constante con Europa, viajando a menudo a Alemania, Francia y Yugoslavia. En 1969 realizó una serie de conferencias en Italia. El año anterior había participado en una convención sobre la figura de Marx promovida por la UNESCO.

Marcuse rodeado de estudiantes de
la Universidad de Berlín (1967)
También durante este período, tomando partido a favor de los estudiantes, propuso una revisión crítica del marxismo y del concepto mismo de revolución, como se desprende claramente del breve ensayo El final de la utopía (Das Ende der Utopie, 1967). Oponiéndose a una racionalidad puramente formal y tomando como referencia a Hegel y Marx, atacó la realidad que pretendía establecerse como ideología. En Razón y revolución (Reason and Revolution), que se publicó en 1941, y más tarde, en una nueva edición revisada y ampliada, en 1954, contrapuso a la visión positivista de la sociedad, planteada en su forma más completa por Comte, la perspectiva salida del movimiento de la dialéctica hegeliano-marxista.
La crítica de la civilización como represión (que implica la valoración del "poder de lo negativo" en el pensamiento entendido dialécticamente) se hizo más aguda en Eros y civilización. Una investigación filosófica acerca de Freud (Eros and Civilization, 1955), gracias al extenso estudio sobre Freud. Este libro fue una de las mayores aportaciones a la definición crítica de las relaciones entre el marxismo y el psicoanálisis.
La fama del autor se propagó después del éxito obtenido por El hombre unidimensional (One Dimensional Man, 1964), que contiene un discurso radicalmente crítico y negativo en relación con la nueva izquierda y con el movimiento estudiantil a nivel internacional. Uno de sus últimos trabajos, An Essay on Liberation (1969), presentaba, a diferencia de sus obras anteriores, un tono más confiado y optimista. Hay que citar también su colaboración en la obra colectiva A Critique of Pure Tolerance (1965), escrita en colaboración con R. P. Wolff y Barrington Moore jr.
Para Marcuse, la sociedad de consumo está esclavizada por el mismo poder liberador que posee la técnica cuando ésta sólo se utiliza como instrumento de lucro y de masificación del espíritu humano. La esperanza de una liberación debe depositarse en las capas de marginados sociales, que son los únicos que perciben la carga y el carácter insostenible de este orden, ya que la clase obrera -en los Estados Unidos en particular- se encuentra profundamente integrada en el sistema. Propone, pues, la ruptura del sistema tecnológico represivo y la utilización de la razón para hacer de la técnica un instrumento liberador de las necesidades humanas y de las relaciones sociales de los individuos dentro de la sociedad. Estas tesis convirtieron a Marcuse en el inspirador de los movimientos de izquierda, primero en América y luego en Europa.